Privatización del Agua y el PSOE: Controversias y Retos en la Gestión de un Bien Público
Es la opinión de Víctor Viciedo, de SOS Rural,
la mala gestión de los embalses puede deberse a la aplicación de un modelo
europeo a escala española, donde no calza. Explica: “lo de que los ríos fluyan
a lo mejor es muy fácil en Europa, pero España es seca y si no embalsamos el
agua, en los periodos estivales no llega ni una gota de agua al Mediterráneo».
Esto está ocasionando obras de la máxima seriedad, hechas a
prisa y corriendo, que pueden pasarle una factura inasumible a las generaciones
venideras. Se están tomando decisiones potencialmente gravísimas, sin
ningún tipo de consulta ciudadana, sin Mesa del Agua, y sin
oír las sugerencias de la Sociedad de Presas y Embalses.
«Necesitamos embalsar el agua para que las
personas beban, para que las personas coman y para generar energía limpia con
los saltos de agua», añade Viciedo. «La estupidez de todo esto es que
necesitamos agua para el regadío y para generar energía y ¿lo que hace el
Gobierno es destruir las presas para que el agua fluya y que los pececitos
lleguen al mar? ¿Estamos locos?”
En los últimos 10 años en España, hemos visto un 71% de
incremento en el precio del agua. Y el consumo casi se ha duplicado en 20 años,
de 1.454 millones de litros en 2000 a cerca de 2.800 millones de litros en
2021.
El informe de la organización Dam Removal Progress de 2021.
Contabilizó que el Gobierno de Sánchez destruyó sólo en 2021 108
barreras fluviales (como presas, azudes o rampas), casi la mitad del total
de 239 que se desmantelaron en toda Europa.
Un daño significativo a las infraestructuras españolas,
habida cuenta de que el ministerio para la Transición Ecológica de Sánchez
contabiliza más de 2.000, repartidas entre las que se usan para abastecimiento
humano, regadío, producción hidroeléctrica, industria y
objetivosrecreativos y ambientales.
Mientras para el Fondo Mundial para la Naturaleza, el
derribo de barreras fluviales tiene un impacto ambiental muy positivo, la
organización de usuarios y consumidores Aguaiuris discrepa con el dogma de los
lobbies ecologistas y denuncia que los Ejecutivos de las últimas dos
décadas destruyeron en España 560 presas, azudes y molinos. En concreto,
acusan al Gobierno de gastar 2.500 millones de euros “en derribar el patrimonio
de todos”.
En declaraciones a ‘La Gaceta’, desde Aguaiuris advierten
que el Gobierno pretende usar su propio país como “laboratorio” para aplicar
los dogmas totalitarios de la agenda 2030 de control del agua
disponible para la población, activando un “banco del agua” que convertirá
su uso en un gran “mercado concesional”.
Por otra parte, advierten sobre las mentiras
oficiales sobre la supuesta inutilidad de las infraestructuras
destruidas, cuya desaparición implica inundaciones en ciertas áreas, y todo por
dinero. “Eliminar estas presas está ocasionando grandes daños, las zonas están
arrasadas”, denuncian: “Las confederaciones están entregando a puerta cerrada
el agua a otros aprovechamientos como plantas de hidrógeno. Se está comercializando
con los caudales… y los fondos de inversión aplican las leyes del mercado”,
advierten.
El agua comenzó a cotizar en bolsa en 2020, en un contexto
de fuertes sequías en California, con la supuesta intención de asegurar a
agricultores y ganaderos en períodos de escasez.
La lógica era la siguiente: en épocas de sequía, el valor de
los activos se dispara, y se compensa a las personas afectadas por la escasez.
En otras palabras: a menos agua, más dinero. El agua
cotizó en enero de 2021, su primer mes, a 499.83 dólares, según datos de
Bloomberg. Su valor se ha duplicado en dos años.
El derribo de presas en España puede deberse a una medida más para obtener ayudas europeas, ajustándose a la normativa de la PAC.Resulta curioso que todas las entidades que apoyan los derribos y descalifican a quienes se oponen a este disparate, cobran sustanciosas ayudas y subvenciones públicas por el seguidismo que hacen de esta estrategia suicida, que agravará de forma severa los problemas de abastecimiento y caudales mínimos en épocas de estiaje, además de aniquilar sin remedio hábitats que persisten gracias al embalse durante el verano. Muchas especies de anfibios desaparecerán sin remedio y la sequía afectará gravemente a los bosques de ribera. Las decisiones que se están tomando hoy nos darán la puntilla mañana. En estos momentos, el pantano de Cijara en Extremadura es del grupo Nestlé, Sierra Nevada es del grupo Danone, la Sierra de Guadarrama de Bezoya y la Serranía de Cuenca de Heineken. En Galicia, ALTRI proyecta quedarse con el Río Ulla. El proceso de privatización del agua es ya imparable y en breve cotizará en bolsa, como otros recursos naturales. ARCO IRIS denuncia esta dinámica perversa e insta a los municipios que pudieran ser afectados por los próximos derribos a que se opongan a los mismos (salvo en casos estrictamente necesarios) y no concedan licencias de obras para las demoliciones. Asimismo, se insta a AUGAS DE GALICIA a posicionarse a favor o en contra de los planes de demolición, para que el cuerpo electoral de Galicia sepa a qué atenerse en el futuro y votar en consecuencia y en defensa de sus legítimos intereses.
Las críticas al PSOE sobre el tema de la privatización del
agua surgen principalmente por la falta de coherencia entre su discurso a nivel
nacional y las políticas implementadas en algunos gobiernos regionales y
locales. Activistas y movimientos sociales argumentan que el partido no ha sido
lo suficientemente firme en oponerse a la privatización, y señalan que, en
muchos casos, el PSOE ha optado por políticas de concesión de servicios o
asociaciones con empresas privadas en lugar de garantizar una gestión pública
al 100%.
En conclusión, el PSOE tiene una postura oficial que
defiende la gestión pública del agua, pero en la práctica ha tenido posturas
diversas en función de las circunstancias políticas y económicas a nivel local.
Esto ha generado un debate sobre la coherencia de su política en torno a la
privatización del agua y sobre las acciones que deberían tomarse para asegurar
una gestión sostenible y justa del recurso.
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