El excura Victorino Pérez Prieto, orgulloso de sí mismo.
Dijo Jesús a sus
discípulos: “Y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres….”
Según Aristóteles la verdad se define como el
decir aquello que es y aquello que no
es. O lo que es igual, un
conocimiento es verdadero cuando expresa las cosas tal como son en la realidad
y no como a mí me gusta, me apetece o me parece que deben ser. Por tanto, la verdad no puede ser objeto de
manipulación, no depende de los gustos o intereses de cada cual: las cosas son como son, y nuestro
conocimiento sólo es verdadero si se ajusta a la realidad.
En la actualidad,
la verdad ha pasado a un segundo plano y ya no queremos, o no nos molestamos en
reparar en si lo que nos cuentan o nos dicen, ya sea en una ámbito o en otro,
son actos, realidades o verdades ciertas o no.
Ayer, 9 de
Septiembre de 2021, en un programa de la Sexta TV, que se llama Más vale tarde (MTV), se hizo una
entrevista a Victoriano Pérez Prieto y a
su señora, Christina Moreira. El tema versaba sobre el amor, en este caso
entre un sacerdote casado por lo civil, sin dispensa de Roma, con una mujer, a
la sazón su esposa Christina, por cierto también conocida por estar ordenada
como presbítera, y que suele salir en algunos medios de comunicación con una
frecuencia relativa, aunque sin conseguir el eco y la trascendencia que
desearía. Profesionalmente el cura entrevistado
es Doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, por lo tanto
quién lea su currículum deberá pensar que es un señor inteligente, si bien
tener uno o dos doctorados no siempre es sinónimo de ello, porque bien sabemos
como más de un personaje público, con Doctorados y Másteres relumbrando en sus
currículums, los han plagiado sin problema moral o ético de ningún tipo, y sin
embargo, ello no ha contribuido a hacer crecer ni su cociente intelectual, ni
por su puesto su inteligencia, en ningún sentido.
En lo personal se
presentaron, con fotos incluidas, como felizmente casados desde hacía unos doce
o trece años aproximadamente, a lo cual lo único que podemos decir, es que nos
alegramos por ellos, aunque de todos es conocido que el matrimonio es muy
bonito, pero ni con mucho es un lecho de rosas, y que por tanto imaginamos que
alguna que otra piedra habrán tenido que saltar en el camino, si es que, pese a
las miradas de aparente complicidad, no se han dejado alguna uña por querer
apartar esas piedras del camino que un día emprendieron.
Pero hay que
matizar algunos aspectos que el Doctor Pérez Prieto quiso meter en un solo
paquete, sabiendo de sobra que faltaba a la verdad, hasta el punto de que hasta
los mismos presentadores, que por cierto, no parecían estar muy al tanto de
temas religiosos y de Iglesia, veían que no coincidían con lo que tenían en el
guión.
Pues bien,
Victoriano Pérez Prieto o Victorino, como a él le gusta que lo llamen, sabe
bien que su intento de seguir celebrando y mantener una relación con una
señora, no fue ni con mucho tan sencillo como él lo quiso presentar ayer y
tampoco después de casado. Y
si no, que recuerde los enfrentamientos, que
en diferentes momentos, tuvo con el Sr. Arzobispo de Santiago de
Compostela y también con el obispo de Mondoñedo- Ferrol. Ante las cámaras
dijo que todo transcurrió de manera normal, sin traumas porque la relación con
su obispo era buena. ¿No hubo trauma para quién? ¿Tal vez para él que al
parecer considera que tergiversar la realidad y con ella la verdad debe ser lo
normal? No nos quiera dar a entender que la Iglesia, tal como está constituida
en este momento y también en el momento
en que comenzó su relación con la Sra. Moreira, estaba y está de acuerdo tácitamente con lo que él hizo y con lo
que sigue haciendo, es decir continuar celebrando la Eucaristía, además no él
solo sino concelebrando con su señora
esposa. La Iglesia, hoy por hoy, no acepta a los sacerdotes casados, así que no
juegue usted a decir que sí y que se hace la tonta en casos determinados con la
condición de que no monten escándalo. Es cierto que se viene trabajando para
que se permita el celibato opcional de los sacerdotes, pero la Iglesia no ha
abolido en la actualidad esa ley, regla o como quiera llamarla este señor. Es
bastante altisonante que se ponga en una TV pública a decir que “la Iglesia no
nos castiga mientras no hagamos claramente algo en contra de ella”. Es usted
muy inteligente, pero no piense que los creyentes somos tontos y nos tragamos
todas las cosas que usted dice, porque sabemos de sobra que lo que nos traemos
entre manos no es un juego.
Nos alegramos
mucho de que en la familia de la Sra. Moreira se sintieran felices de su cambio de estado para casarse con un
cura, aunque parece que alguna parte de la familia no estuvo tan contenta. Ya
sabemos que por Galicia las noticias vuelan, porque suele hacer mucho viento y
el viento lleva las cosas a los rincones más recónditos.
Y ya metidos en
harina, vamos a decir alguna verdad más D. Victorino. Usted, si quería contar
la verdad, debería haberse remontado a unos pocos años atrás y no comenzar el
relato por donde a usted le convenía,
contando medias verdades, que en definitiva también puede equivaler a mentir,
según como se miren las cosas. Pero claro, una vez hecha su voluntad a usted todo le da un poco
igual. Quienes se queden atrás, que se busquen la vida. Usted dijo ayer y ahí
está el vídeo: “Ni yo rompí ningún matrimonio, ni se la birlé o saqué a nadie”.
Por cierto un vocabulario muy exquisito y respetuoso para ser usted un Doctor. Pero sigamos. Usted sabe que si se hubiera
remontado un poquito hacia atrás en el tiempo, tal vez, y digo tal vez, usted y
la que hoy es su señora, deberían de haber hecho un poquitín de examen de
conciencia, porque estando casada y siendo usted párroco y amigo del marido de
su señora, ya estaba usted yendo y viniendo con ella y “no se sabe” si precisamente de monaguilla.
En su época de
formación en el seminario, o usted tuvo muy malos formadores y no le
insistieron suficientemente en el hecho de que para ser sacerdote usted debía
de aceptar el celibato, o usted, a pesar de ser tan inteligente, no quiso
aprender y asumir ese hecho, a pesar de que así lo establece hasta hoy la
Iglesia. Y no es que nos vayamos a escandalizar de que un sacerdote se enamore
y deje el sacerdocio, lo que escandaliza es su empecinamiento en presentar la
realidad de manera contraria a como es en verdad, como escandaliza que no
presenten, ni usted ni su esposa remordimiento alguno por lo que sin duda
asumen únicamente como daños colaterales
infligidos a determinadas personas.
Comprenderá que
si ustedes se exponen en los medios, de la manera en que lo hicieron ayer,
quienes tenemos nociones de una verdad más completa, no nos conformemos con la
visión que ustedes presentan, pues a retorcer la verdad para sacar partido a su
favor, también se le puede llamar hacerse autopropaganda.
Imaginen
pues, lo que los medios más
conservadores de la Iglesia, a los que
llaman ultraderechistas, pueden pensar o decir de ustedes, y aunque sin
estar de acuerdo con ellos en mil y una cosa, hasta cierto punto es fácil
comprenderlos.
Nadie es quien
para juzgarle y no se pretende en este escrito emitir un juicio sobre usted o
sobre su señora, pero también es conveniente
a veces poner de manifiesto la
verdad ante quién busca protagonismo, tal vez por falta de madurez, falta de
madurez que como a algunos adolescentes, les lleva a culpar al mundo antes de
reconocer que han cometido fallos.
¿No será que este
señor busca que le quemen en la hoguera pública y además es él el que se rocía
previamente de gasolina y reparte las cerillas a los concurrentes para que le
prendan fuego y encima pretende ser la víctima?
Suponemos que
como buen doctor y buena traductora, entenderán este dicho: “Excusatio non
petita, accusatio manifesta”, o traducido al castellano: “Excusa no pedida,
acusación manifiesta”.
Astérix y Obélix
Lo propio de una entrevista que ese precie de rigurosa hubiera sido que contaran los verdaderos orígenes de relación sentimental de los invitados. ¡Eso sí que hubiera ganado audiencia!
ResponderEliminarEl sacerdocio jamas se pierde
ResponderEliminarMal. Hecho
ResponderEliminarVer sac coel de pablo 6
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