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Defensa gasta en armas y otros materiales 746 millones, casi cuatro veces más que el bono anual para ayudas al alquiler jove

 

Sobre la industria de armas, la pregunta que hay que hacerse es si podemos defender los derechos humanos mientras vendemos armas con las que se mata a personas en otras partes del mundo. No es ético, y si no fuera por todas las subvenciones y protecciones públicas, seguramente tampoco sería viable económicamente. La industria armamentística trabaja a muy largo plazo, hasta a 40 años vista, planteando escenarios bélicos posibles y buscando nueva tecnológica, gracias a que cuenta con un gran apoyo público. Cuando se desmantela un núcleo industrial, hay un pequeño grupo de personas que no se pueden reciclar ni personal ni laboralmente. Lo que en ese caso hay que plantear es ayudarles económicamente. A las personas más jóvenes hay que formarles para que encuentren salidas laborales viables en el futuro.

El Ministerio que dirige Margarita Robles firma varios contratos durante los primeros Consejos de Ministros en el inicio del curso político. Se ha autorizado la compra de munición y de granadas de mano por valor de más de 120 millones.

Desde que comenzó el curso político para el Gobierno de Pedro Sánchez se han celebrado cuatro Consejos de ministros, uno en agosto y tres en septiembre. En los dos últimos, los de los días 10 y 17 se septiembre, el Ministerio de Defensa ha aprobado una serie de acuerdos para la adquisición de armamento y diferente material militar. La suma de todos ellos supera los 746 millones de euros.

El montante de los contratos firmados por Defensa supone una cifra casi cuatro veces superior a la que tiene asignado el llamado Bono Alquiler Joven, que está presupuestado en 200 millones de euros anuales en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de los años 2023 y los prorrogados actualmente en vigor de 2024.

Nada como un gobierno progre para que no se le pueda decir ni pío ante canalladas del tipo de la compra de armamento, nada menos que a Israel. En efecto, el gobierno del PSOE+Sumar ha concedido contratos valorados en 1.027 millones de euros a empresas israelíes y sus filiales en el estado español desde el 7 de octubre, cuando comenzó la ofensiva sionista contra Palestina según muestra un informe del Centre Delàs d’estudis per la pau. El informe, llamado ‘Business as usual. Análisis del comercio de armas español de 2022-2023 y argumentos para un embargo de armas a Israel’, se centra en el comercio de armas entre España e Israel y desvela que, «a pesar de la extrema gravedad» de la ofensiva del Estado hebreo contra la Franja de Gaza, las relaciones militares entre Madrid y Tel Aviv se han mantenido como si nada.

Como ha afirmado Pablo Castila, “no cuela que lo de rearmarse y militarizar fronteras es para defender valores. Mientras siguen siendo cómplices del genocidio en Palestina y dejando miles de muertos en el Mediterráneo”. Evidentemente, a algunos dirigentes neorreformistas les aterra más perder su escaño que la barbarie a las que nos arroja el capitalismo y que ellos pretenden vendernos como inevitable.

Para qué vamos a engañarnos, el mundo en el que nos ha tocado vivir no es, precisamente, un espacio de paz, concordia y armonía. No es, desde luego, el de la paz perpetua con el que soñaba el gran Emmanuel Kant. Por el contrario, más bien se parece al hobbesiano de la locución latina homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre. La historia de la Humanidad es, también, el relato de sus interminables guerras y, si me apuran, sobre todo las libradas en la sufrida tierra europea. 

Quizá tenía razón De Gaulle cuando sostenía que la paz no era la condición natural entre los Estados, sino que “el mundo está lleno de fuerzas opuestas y la vida internacional, lo mismo que la vida en general, es una lucha permanente”. Es una visión bastante pesimista de nuestro mundo, pero francamente realista si tenemos en cuenta el sistema económico que domina.

Así pues, a todos nos hace felices amar y sentirnos amados. Por eso Jesús dio la máxima importancia a las relaciones humanas, de tal manera que nuestras relaciones con los demás, son ellas las que miden nuestra relación con El. Por eso nos manda amarnos unos a otros y lo destaca como mandamiento suyo: "este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado", y repite: "lo que os mando es que os améis los unos a los otros". ¿Por qué, pues, en vez de armarnos de armas de amor, para hacer un mundo más digno y feliz para la Humanidad y la Creación, nos armamos de armas de guerra hasta el punto de gastar más de 464.231 euros por minuto en gastos militares? ¿Para qué queremos más de 12.500 armas nucleares decenas de veces más potentes que la da Hiroshima que mató a 70.000 personas al instante de estallar y más de otras tantas posteriormente?

Es inconcebible que los avances técnicos más depurados e importantes se utilicen en primer lugar para fabricar armas cada vez más mortíferas, y no para aliviar los sufrimientos de la humanidad.

Es escandaloso que se utilice la guerra como negocio para matar en nombre de la paz: En el año 1980 se gastaba, por minuto, en el mundo un millón de dólares en la industria militar; en 2020 se gastaron tres millones de dólares, también por minuto, y con el mismo fin. España destina en 2022 para armamento 4.581,5 millones de euros, lo que supone un aumento del 7’5% con respecto a 2021, pero el gasto militar real de los Presupuestos Generales del Estado para 2022 asciende a 22.796 millones de euros (Fuente: Delàs).

Es una espantosa injusticia gastar tanto para matar, y no para promover la justicia en el mundo. Ese gran libro de sabiduría que es la Biblia, dice: "la paz es fruto de la justicia, la justicia y la paz se besan". Y Jesús de Nazaret dijo: "la paz os dejo, mi paz os doy, no como la que da el mundo". Nos cuenta el Evangelio que los judíos, nacionalistas violentos, querían despeñar a Jesús por un barranco porque les hablada de un Dios para todos, que no quiere límites ni fronteras que dividen y separan, sino unidad entre todos los pueblos, y que la verdadera religión no consiste en ritos y cultos, sino en la bondad, la honradez, la fraternidad, el amor, la justicia, la igualdad, la ética, la solidaridad, la paz entre todos los Hombres y toda la Creación.

 Desde esta perspectiva adquieren un hondo significado las palabras del sindicalista y activista de los derechos civiles Philip Randolph: «Haz que las guerras no sean rentables y las harás imposibles». Un convencimiento que comparte el fotoperiodista español Gervasio Sánchez tras cubrir buena parte de los conflictos armados contemporáneos: «La guerra es un gran negocio del que se benefician los países más avanzados

¡Sí a la paz!, ¡No a la guerra!

 

 

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