Para el obispo de Mondoñedo-Ferrol los laicos también cuentan…
El obispo diocesano, monseñor Fernando García Cadiñanos, ha hecho públicos los nombramientos que conforman algunos servicios diocesanos. La salida de don Antonio Valín, actual obispo de Tui-Vigo y anterior vicario general de la diócesis, ha provocado algunos cambios en la estructura de gobierno.
Entre los cambios destaca la nueva configuración del
Consejo de Gobierno, que se amplía para dar entrada a la participación de
laicos. En palabras del propio obispo, “el proceso de sinodalidad en el que
está embarcada toda la Iglesia hacía necesario este cambio para expresarlo de
una manera real. Estoy seguro que la voz de estas personas que tienen ya una
trayectoria importante en la vida diocesana aportará puntos de vista renovados
en el necesario discernimiento de las decisiones”. El Consejo de Gobierno es el
órgano que asesora directamente al obispo en las decisiones y en el
funcionamiento ordinario de la vida diocesana.
"Pero algunos obispos no han querido ser iguales, no han querido ser uno en Cristo, y seguimos buscando excusas para justificar como sagrado el dominio de unos sobre otros, dominio económico o racial, sexual o religioso, como si Cristo no hubiera venida. Pues bien, para superar esa división en el campo sagrado escribí aquel libro titulado todos somos sacerdotes", afirma X. Pikaza
El tema lo dijo san Pablo (¡no hay sacerdote y lego!)...,
pero lo había dicho antes Jesús, que no fue sacerdote de "raza" (como
los aaronitas y levitas), sino de corazón y vida, como todos aquellos que
siguen su camino.
Los cristianos de las primeras comunidades se sienten antes
que nada seguidores de Jesús. Pero, por desgracia, tal como es vivido hoy por
muchos, el cristianismo no suscita "seguidores de Jesús", sino
adeptos a una religión. No genera discípulos, que, identificados con su
proyecto, se entregan a abrir caminos al Reino de Dios, sino miembros de una
institución que cumplen, mejor o peor, sus obligaciones religiosas. La
renovación de la Iglesia está exigiendo hoy pasar de unas comunidades formadas
mayoritariamente por "adeptos" a unas comunidades de
"discípulos" y "seguidores" de Jesús”. En definitiva, se
ha fomentado más la Religión que la Fe.
Ante esta situación, habrá que mirar el futuro con
esperanza. La Iglesia no va a ser de grandes masas humanas comprometidas de
verdad con el Evangelio de Jesús de Nazaret, pero nos tenemos que
convencer que “el éxito de la Iglesia no es el proselitismo, el tener muchos
miembros, sino apostar por los valores de Jesús. Habrá quizás pocos
cristianos, pero que sean cristianos evangélicos.
Los actos religiosos son importantes y necesarios, pero
antes está la Iglesia en salida, la tarea misionera. Y es en la vida real,
en los ambientes, donde están las personas a las que tenemos que llegar,
conectar, caminar con ellas y, quizás evangelizar. Es lo que hizo Jesús y lo
que hacen todos los misioneros y personas que intentan seguirle.
Solo confiando en la vida del Espíritu y en la
valoración de cada persona que encontramos, y en los grupos o comunidades que
formemos, podremos sustentar nuestra esperanza en el porvenir de nuestra fe
comunitaria de Iglesia. Esperanza, que tendremos que alimentar con la
vivencia de la oración y el compartir con otros creyentes. Y también con
una formación continua actualizada, a partir de los problemas de la vida y de
la misma comunidad cristiana.
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