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Restaurante Marinito, un lugar con encanto



 En la carretera de Valdoviño, número 603 de Narón, nos encontramos, con el restaurante Marinito, regentado por la familia del abuelo Marinito, un local que ya de primeras nos enamora por la amabilidad de sus propietarios y la simpatía de Dora , Lucía, Ana y Pablo. Marinito es un restaurante familiar de tercera generación, que abrió sus puertas en 1965. Desde su apertura y a lo largo de los años venideros, el refugio gastronómico se ha ido adaptando a las diferentes tendencias y a cada período.

A los españoles nos gusta, y mucho, salir a comer o a cenar a un restaurante, y una de las cosas que sabemos valorar es el trato agradable de los camareros y camareras.  Existe un error generalizado que hace pensar que ser camarero no requiere formación, y básicamente se trata de poner platos y copas encima de una mesa, cuando en realidad es un trabajo imprescindible dentro del sector de la hostelería y requiere de aprendizaje y profesionalización. Un camarero no sólo realiza trabajos básicos, sino que también forma una parte imprescindible de la imagen del local.   

En el restaurante Marinito las camareras son profesionales y atentas en todo momento que crean un ambiente familiar y agradable. Además de transmitir una imagen de orden y atención, Dora , Lucía, Ana y Pablo siempre se dirigen a los clientes de forma cortés y profesional, sonriendo, saludando y respondiendo a cualquier petición. Recibir un buen trato por parte del servicio cuando uno va a comer a un restaurante es básico para que la experiencia sea agradable y deje una buena sensación a los comensales. De lo contrario, cuando se recibe un mal trato, suele ser un motivo suficiente para que los clientes no vuelvan nunca más. Es de suma importancia la discreción de los camareros. El silencio de los camareros es un tesoro para los celosos de su intimidad. Nadie tiene por qué saber si aquel caballero estuvo anoche con otra señora…

 Cuando uno piensa en un servicio que provenga de la hostelería inmediatamente entiendes que estas pagando por un trato en concreto, porque no pagas por un café y un croissant que podrías comprar en un supermercado y tomártelo en tu casa por un precio mucho más económico, pagas por la experiencia de tomártelo, que te lo hagan y que te proporcionen un mínimo de simpatía o buen trato. Bien esto es la teoría, porque en la práctica en otros restaurantes que he frecuentado la realidad es bien diferente… porque para gustos los colores.

En el restaurante Marinito se ofrece Cercanía, pero sin caer en familiaridades impertinentes. Básicamente se trata de dominar el complicado arte de estar en el lugar exacto.

¡Discreción y complicidad es un plus para un local. El resto es prensa rosa!

Así, pues, Marinito es un lugar de encuentro, de tapeo y vinos, de comidas compartidas, conversaciones y noches de alegría Y si después probamos sus platos...ya no te digo nada. Marinito ofrece cocina de mercado con un toque personal e innovador de Antia. Comida de mercado personalizada y con toque distinto. Antia trabaja con productos de primera calidad y diligencia para ofrecer siempre un servicio y unos platos con los que todos  clientes quedan satisfechos

Raciones que se inspiran en la comida tradicional gallega, pero que se abren a otros horizontes. Recetas montadas con productos gallegos pero con el  toque personal de Antia.

Marinito ofrece a sus comensales una gran variedad de platos, cada cual más apetitoso. Además, todo ellos aportan un toque distinguido, lo que los diferencia de la mayoría de locales.

Cocinar es amar, servir es cuidar… La palabra cuidar en el servicio de sala es muy importante, ya que es uno de los intangibles del restaurante, que consiste en “reconvertir los intangibles en tangibles”, es decir, intentar uniformizar e igualar elementos como la comunicación que se tiene con cada cliente y el trato que se les da por parte de todos los miembros del equipo de sala, para que la experiencia en el restaurante sea cómoda y agradable y el recuerdo, positivo.

En el restaurante Marinito, podemos encontrar ese ambiente positivo que se percibe cuando se come en un restaurante o esa sensación de felicidad que uno siente cuando todo en su conjunto se convierte en una experiencia gastronómica satisfactoria que hace que queramos repetir y contárselo a nuestros amigos.

José Carlos Enríquez Díaz

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