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La Mala educación y la delincuencia...

Una chica de 15 años y un chico de 16, detenidos por la agresión a un vecino en su casa de Ferrol

Los dos menores declararon ante los agentes con un protocolo especial por su edad, es decir, ante la presencia de sus padres y su abogado. También se investiga la implicación del resto de jóvenes que estaban con ellos. La ley del menor establece que cuando los menores de 14 años cometen un delito, no se pueden enjuiciar en un procedimiento judicial, ello sin perjuicio de que se adopten las medidas necesarias de protección de ese menor y de poder reclamar la indemnización por los perjuicios causados, procedimiento que se dirigirá frente a los padres o responsables del menor. 

¿por qué nuestros educadores no hablan casi nunca de sacrificio, sudor, esfuerzo, lágrimas, castigos, disciplina, y mucho de los premios, de los derechos, de los viajes culturales de fin de curso, de sus libertades, y de los éxitos que tendrán si terminan sobresalientes en sus notas?  La mayoría de los padres han sabido educar correctamente a sus hijos. Pero un sector nada desdeñable ha educado mal a una generación de niños cuando tenían cuatro o seis años y ahora esa ola llega como un ‘tsunami’ de niños o adolescentes tiranos. LÍMITES Cada vez se presentan más casos de adolescentes que no presentan sentimiento de culpa por sus actitudes negativas. 

¡ Lo primero que hay que hacer con un hijo es quererle, dialogar, pero no negociar!

A muchos padres les cuesta abandonar la adolescencia y viven una segunda juventud viendo disfrutar a sus hijos.

 Muchos padres se sientan con sus hijos a ver programas de televisión para los que no tienen edad. ¡A muchos progenitores les cuesta mucho abandonar la adolescencia!

Es muy duro negarles cosas a nuestros hijos, porque les queremos y nos tienen ganados desde que son pequeños, pero decirles no es necesario para su desarrollo como personas.

Carecer de límites o no ser capaz de demorar un deseo es un camino que puede llevarlos a las drogas. El "NO" también forma parte de la educación. Los límites marcan los cauces que harán más fácil a los niños el construir un modo personal y positivo de ser y estar en la vida. Evitar el cansado conflicto del NO o sobreproteger para evitar frustraciones son estrategias con un recorrido corto e ineficaz. Los niños vándalos suelen tener padres que no saben decir no.

 Nuestros hijos necesitan padres que los eduquen; los amigos, los colegas se buscan fuera, en la calle. Educar significa establecer normas. De otra forma tropezarán con algo que les sirva de barrera, esto podría ser la policía o la justicia, sería demasiado tarde después de cometer un delito.

Los problemas de la adolescencia suelen ser fruto de errores como el de que un niño tenga la televisión en su habitación. No es motivo de broma cuando muchas madres aseguran que «mi hijo no sabía hablar con un año, pero sí encender la tele y cambiar los canales con el mando». La televisión se ha convertido en un elemento esencial en numerosos hogares —muchos cuentan con una en cada habitación—, y los niños cada vez pasan más tiempo y a edades más tempranas frente a la pantalla.

 Para Petra María Pérez, catedrática de Teoría de la Educación, la televisión se ha convertido en España en la primera alternativa de ocio infantil puesto que lo primero que hace el 30% de los niños cuando llega a casa es encenderla. «Lo cierto es que las calles se han modernizado y han expulsado a los niños, que ya no pueden jugar en ellas con seguridad como ocurría hace años. La alternativa que les queda es estar en casa o apuntarse a actividades extraescolares. En casa, lo más cómodo es ver la tele, y lo hacen durante demasiado tiempo.

Los padres deben ser conscientes de que hay contenidos inadecuados para los niños y deben tener la responsabilidad de elegir los más idóneos para cada edad. .- Antes de encender la tele es importante saber lo que se va a ver, y no encenderla para ver lo que hay... Y, sobre todo, saber cuándo hay que apagarla...

Los niños deben de aprender a ser responsables de sus actos. Los padres deben de proporcionarles un entorno de protección y afecto.

 Hay muchísimos niños de corta edad que maltratan de palabra a sus padres.

 Que un hijo le diga a su padre “cállate” la boca sería un maltrato de palabra. Éste es el caldo de cultivo para tener un hijo vándalo.

 El acceso al mundo laboral también es otro problema para la juventud de hoy. Al no encontrar trabajo los jóvenes no se van de casa no hay una maduración armónica, todo llega sin esfuerzo, de forma rápida, sobre todo de caprichos consumistas.

 Muchos jóvenes que están en este círculo no son vándalos, pero ejercen una agresividad contra el entorno, porque molestan al vecindario cuando se concentran en el botellón a beber.

Así, pues, sabemos que la educación de los niños es una parte importante del Plan de Dios, y que gran responsabilidad de ésta recae en el hogar, la primera escuela, como lo constatamos en Deuteronomio 6:6-9 y en 2 Timoteo 1:5. Sin embargo, una buena porción del día a día de los niños y adolescentes transcurre en las escuelas e institutos y, en este sentido, bastante responsabilidad recae en los profesores. El panorama que se les presenta no es nada alentador, pero digo que un profesor cristiano tiene algo que lo diferencia de cualquier otro profesor secular. Él ve algo más que el “dos más dos son cuatro”. Él sabe de su responsabilidad como agente de cambio en un mundo alejado de Dios. Sabe que no está ahí por casualidad, que es un instrumento en las manos del Padre para transformar las vidas de esos pequeños de modo que siga la cadena y ellos sean impulsores de un cambio en sus hogares, en su entorno.  

“Desde el Corazón” asumo que la mayor responsabilidad recae en los maestros y padres cristianos, cuyo mensaje debe responder a lo que la mujer citada deseaba de los educadores. Urge el clarín que anuncie la hora de restringir las malas influencias y poner en pie de lucha la disciplina, la responsabilidad de los propios actos, el amor a los hombres y en especial a Dios. Los niños son el futuro de...”. Es verdad que lo pensamos así, y estamos convencidos de ello, pero sin quererlo nos estamos olvidando que para que sean futuro antes deben ser presente, y su integración en la comunidad, su amor por esa comunidad, debe empezar ahora. 

La familia es el lugar privilegiado, pero no el único. La comunidad cristiana, la parroquia y el colegio tienen que ser la gran ayuda de la familia, ya que la educación en la fe no se encamina en una dirección individualista, sino abierta a la relación con los demás y a una proyección social y comunitaria.

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