José Manuel Rey renueva el convenio de colaboración con la Asociación Provivienda
“El objetivo de este acuerdo es contribuir a mejorar la calidad
de vida de las personas que más lo precisan”, aseguró el regidor,
ofreciéndoles también a través de esas viviendas apoyos profesionalizados y
personalizados.
Asimismo, se busca mejorar su autonomía personal y social a
través de la adquisición de habilidades para el manejo y mantenimiento de un
alojamiento autónomo, otorgarles habilidades de convivencia y fomentar su
contacto social.
Dice la Constitución Española que disponer de una
vivienda digna es un derecho de toda persona y que los poderes públicos deben
poner las condiciones necesarias para hacer efectivo este derecho e impedir la
especulación (art. 47).
Es evidente que se incumple la Constitución. Para muchas
personas y familias ese derecho no existe o ejercerlo supone un enorme
sacrificio que condiciona su vida por el alto precio de la compra o el
alquiler, se siguen desahuciando a familias empobrecidas, destrozando aún más
sus vidas…. De hecho, junto al desempleo o el empleo muy precario, el difícil
acceso a la vivienda es uno de los factores que más influyen en el
empobrecimiento y la desigualdad.
Son muchas las causas inmediatas del atropello del
derecho a la vivienda digna y asequible. Pero hay una causa fundamental: haber
permitido, y no pocas veces alentado y promovido, que la vivienda sea un
negocio. Sabemos que negocio y derechos son incompatibles. En el bien que
es la vivienda manda el negocio que niega el derecho. Dicen que es «el mercado»
–un eufemismo para ocultar intereses ilegítimos que atropellan los derechos de
las personas–. El mercado, tal como está regulado, nunca cubrirá las
necesidades de las personas, porque se rige por el negocio. Lo que ocurre con
la vivienda muestra esto con claridad para quien quiera verlo.
El Papa Francisco, siguiendo la tradición de la Iglesia,
plantea respecto al derecho de propiedad (Cf. Fratelli tutti, 120): lo
originario y prioritario es que todas las personas dispongan de los bienes
necesarios para vivir con dignidad –el destino universal de los bienes–, el
derecho a la propiedad privada es solo secundario. La concepción excluyente
que tenemos de la propiedad privada niega de hecho el destino universal de los
bienes, porque lo secundario deja sin efecto práctico lo que es prioritario.
Hace falta la valentía y la decisión de volver a lo que es originario y
prioritario.
Por eso nunca acaba de salir adelante una Ley de Vivienda
que afronte integralmente lo necesario para que la vivienda sea un derecho y
deje de ser un negocio.
Así pues, un alcalde humanitario es aquel líder que
prioriza el bienestar de los ciudadanos y se enfoca en mejorar la calidad de
vida de todos los sectores de la comunidad, especialmente de los más
vulnerables. Este tipo de alcalde promueve políticas basadas en la
solidaridad, la justicia social y la inclusión, esforzándose por garantizar que
los servicios básicos como la salud, la educación y la vivienda sean accesibles
para todos.
Su gestión se caracteriza por la cercanía con las
personas, el respeto por los derechos humanos y un enfoque ético en la toma de
decisiones. Un alcalde humanitario escucha las necesidades de la comunidad,
fomenta el diálogo, la participación ciudadana, y trabaja en colaboración con
organizaciones sociales para implementar proyectos que beneficien al bien común.
¡Un alcalde humanitario no solo es un administrador
eficiente, sino un líder comprometido con la justicia social y el bienestar
integral de su comunidad!
José Manuel es reconocido por ser una persona comprometida y
trabajadora, siempre dispuesto a escuchar las necesidades de la comunidad y a
buscar soluciones efectivas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Desde
el inicio de su mandato, ha demostrado una ética de trabajo incansable,
dedicando largas horas a la planificación y ejecución de proyectos que
benefician a todos los sectores de la población.
Nuestro alcalde es un líder cercano a la gente, accesible y
con una visión clara de progreso, trabajando de la mano con las diferentes
áreas de gobierno y con los ciudadanos para asegurar que cada proyecto se lleve
a cabo de manera eficiente y transparente.
Gracias a su dedicación y esfuerzo constante, Rey Varela está
logrado posicionar a la ciudad como un modelo de gestión pública, donde el
trabajo arduo y el compromiso genuino se traducen en resultados visibles para
todos los ciudadanos. No solo cumple con sus funciones, sino que va más
allá, siempre buscando formas de mejorar la calidad de vida de los habitantes.
Su esfuerzo constante y compromiso con el bienestar común lo definen como un
servidor público ejemplar, que trabaja día a día por el progreso y el bienestar
de todos.
Ha quedado demostrado en múltiples ocasiones que su
administración tiene como objetivo que nadie quede atrás. Su cercanía con
las comunidades más necesitadas, su disposición para escuchar sus problemas y
la búsqueda constante de soluciones concretas han consolidado su imagen como un
líder comprometido con la justicia social y el bienestar de los más
desfavorecidos.
"Estaré más fuera de mi despacho que dentro y estaré
con los vecinos, siempre a su lado, ya que aquí no sobra nadie, ya que nos
debemos a todos, tanto los que nos votaron como los que no" afirmaba el
regidor. Invitando a todos los miembros de la corporación “trabajar
unidos" y comprometiéndose a "escuchar a todos para tomar decisiones,
que será nuestra regla de oro", afirmaba cuando llegó al Concello
El mejor alcalde no solo es aquel que cumple con sus deberes
administrativos, sino el que logra un impacto real y positivo en la vida de los
ciudadanos.
Contamos con un alcalde que tiene una visión clara del
desarrollo de su ciudad, y que está comprometido con mejorar la calidad de
vida de todos sus habitantes. La cercanía con la gente, la transparencia en la
gestión pública y la capacidad de escuchar y resolver los problemas de manera
eficiente son cualidades fundamentales.
En resumen, José Manuel combina capacidad de gestión con
empatía, compromiso social y una visión a largo plazo.
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