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El comunismo totalitario se adueña del PSOE de Pedro Sánchez

En la última década, hemos sido testigos de un resurgimiento de argumentos que pretenden vincular al comunismo como la ideología de los pobres. Esta narrativa, difundida por ciertos sectores políticos, intenta pintar al comunismo como la solución para las desigualdades económicas y sociales. Sin embargo, es fundamental desmitificar esta idea y reconocerla por lo que realmente es: una falacia propagandística que ignora por completo la realidad histórica y contemporánea.

Es cierto que el comunismo ha sido presentado como una lucha por la justicia social, la igualdad y la emancipación de los más desfavorecidos. Sin embargo, la historia nos ofrece una mirada cruda y despiadada de los resultados reales de implementar sistemas comunistas. Desde la Revolución Rusa hasta la caída del Muro de Berlín, el comunismo ha dejado un rastro de miseria, represión y sufrimiento humano.

Los regímenes comunistas, lejos de empoderar a los pobres, han consolidado regímenes autoritarios que han suprimido brutalmente cualquier forma de disidencia y libertad individual. Bajo el pretexto de la igualdad, han institucionalizado la opresión estatal, con líderes que acumulan poder y riqueza, mientras el pueblo sufre en la pobreza y la desesperación. 

Que haya dos millones de personas que se estén beneficiando de uno de estos dos subsidios, en comparación con las menos de 400.000 que lo hacían en el año 2003no es la gran noticia que nos venden desde el Gobierno y medios afines, sino que es una muy mala noticia. Esta crítica no es porque el Estado de respuesta a sus ciudadanos más necesitados, sino porque es el propio Estado el que no está consiguiendo crear las condiciones suficientes para que esos mismos ciudadanos que reciben un subsidio consigan un empleo digno y con el salario necesario para no depender de una ayuda gubernamental. Lo ideal no es que haya cada vez más gente cobrando una ayuda, sino que no haya nadie cobrándola.

No obstante, ante este incremento del número de personas cobrando subsidios cabe preguntarse una cosa. ¿Qué prefiere un Gobierno para mantenerse en el poder, que los ciudadanos sean libres económicamente y que puedan decidir en mayor libertad o que sean dependientes económicamente del propio Estado que les transfiere un subsidio? Si algo nos ha enseñado la política actual es que lo más importante no es el "bien común" (si es que le importa a algún político), sino el mantenerse en el poder a toda costa, sin importar lo que se tenga que hacer para conseguirlo. 

Actualmente, existen países que siguen el modelo comunista, como Corea del NorteCubaVenezuela son ejemplos vivos de cómo el comunismo no es la ideología de los pobres. La población de estos países sufre de pobreza extremarepresión política y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Lejos de alcanzar una utopía igualitaria, se han convertido en sociedades donde la élite gobernante disfruta de privilegios, mientras que el resto lucha por sobrevivir en condiciones inhumanas.

Es momento de dejar de romantizar el comunismo como la ideología de los pobres y reconocerlo por lo que realmente es: una ideología totalitaria que solo ha traído sufrimiento y opresión. En lugar de caer en la retórica vacía y peligrosa de sus defensores, debemos aprender de la historia y trabajar juntos para construir un futuro donde la dignidad y el bienestar de todos sean verdaderamente respetados.

La ley de Nicolás Maduro no es la única que, con el mismo pretexto que Pedro Sánchez, busca censurar a los medios en Venezuela. En 2009, el régimen de Hugo Chávez ya presentó una Ley Especial de Delitos Mediáticos, con penas de cárcel para los medios por ir contra la «estabilidad» de las instituciones o la «paz social». Qué es «estabilidad» y «paz social» es algo que decide el régimen. La norma recogía un artículo específico para castigar la divulgación de noticias «falsas», que ocasionasen «una gran alteración a la tranquilidad pública» o «hubieren producido un perjuicio a los intereses del Estado».

Lo que identifica a todas las dictaduras de la Historia es la existencia de la censura. El control de los medios de comunicación y la consiguiente prohibición de cualquier crítica política es la primera medida que aplica un régimen comunista o fascista. Porque la democracia se basa en la libertad de expresión, en el “contrapoder” de la prensa. Pues sólo así la opinión pública puede conocer la verdad.

 El acoso a los medios críticos se basará, al principio, en prohibir la publicidad institucional; en un intento de ahogar económicamente a los periódicos que hurguen en las heridas del Gobierno.

Pedro Sánchez, como buen autócrata, necesita la censura para intentar convencer a la opinión pública que sólo él puede impedir, cual muro de contención, la llegada de “la ultraderecha” a España. Pero para propagar tal falacia necesita que unos medios de comunicación estén amordazados y otros, los que ensalzan las conquistas sociales” del Gobierno progresista, puedan propagar libremente sus “bulos”. Se trata, en fin, de la censura pura y dura que desde siempre han aplicado las dictaduras.

Disfrazado de lucha contra el bulo, lo único que pretende el presdiente es presionar a los anunciantes para que asfixien económicamente a la prensa independiente de Internet. Ya trabajan submarinos de La Moncloa en las grandes empresas redactando listados de los medios que son periódicos y de los que son pseudoperiódicos, de los que son periodistas y de los que son pseudoperiodistas y, por supuesto será Moncloa quien lo decida.

Como dijo Feijóo, en una de sus escasas frases acertadas, "el bulo de España es usted", señor Sánchez. En efecto, si me critican es un bulo, no hay "nada de nada"; si me alaban entonces se trata de medios democráticos y pluralistas.

¡Además, todos recordamos la maniobra comunista de Sánchez amagando con dimitir…!

 La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable, o responsable de algo? La víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece

Así pues, el comunismo español no apoya un progreso económico. El comunismo español no apoya al empresario, ni al obrero, que se desengañe. Apoya una sociedad que sea dependiente del padre estado. Apoya todas las causas que pueden contribuir al mantenimiento del sistema para, una vez conseguido el objetivo, dar el zarpazo y limitar todas las libertades.

 

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