El Socialismo desincentiva el Trabajo y crea Pobreza
Así se desprende del informe de consumo alimentario que ha
presentado el ministro de
Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y que deja la
siguiente radiografía.
El gasto total en España en comida y bebida ascendió
en 2023 a 115.917 millones de euros, lo que supone un 7,5% más; con
este presupuesto, se adquirieron 30.728 millones de kilos y litros de
alimentos y bebidas, un 0,7% más.
La cantidad total de alimentos y bebidas que se
consumen en España por persona sigue contrayéndose; en 2023, fue
de 685 kilos/litros, una cifra que representa un 2% menos que un
año antes y casi cien kilos menos que en 2020, aunque fue un año con un
comportamiento dispar a consecuencia de la pandemia.
El informe refleja que los residentes en España gastaron
en alimentación en el hogar (distribución) 80.975 millones de euros, un
9,6% más, en un contexto de subida de precios del 10,1%.
Cuando los seres humanos luchan, crean e innovan, pero sus
esfuerzos no mejoran sus propias circunstancias, se agotan o abandonan. Marx,
Russell, Sanders y otros defensores del socialismo y el comunismo afirman que
sus sistemas preferidos son “para el pueblo”, pero la verdad es que van en
contra de la naturaleza y las necesidades de los seres humanos.
En Venezuela, el socialismo ha hundido un país antaño
próspero. Los profesores universitarios hacen malabares con varios trabajos
para mantener la comida en la mesa. Otros tratan de escapar de una situación
desesperada; más de seis millones han huido en los últimos años y en 2017 la
tasa de suicidio fue casi el doble de la media mundial. Los venezolanos están
dispuestos a trabajar para mejorar sus circunstancias, pero la opresión y la
destrucción económica del régimen socialista frustran constantemente sus
esfuerzos.
Las políticas socialistas, cuando se promulgan, tienen
efectos catastróficos en la vida de las personas que viven bajo ellas. Para
aplicar esas políticas, los gobiernos deben tomar el control de la propiedad de
las personas -ya sea nacionalizando totalmente las empresas, ordenando qué y
cuánto debe producir una empresa, o confiscando y distribuyendo sus productos-,
violando así el derecho de las personas al producto de su propio esfuerzo.
Entre las víctimas se encuentran los empresarios que han construido o comprado
empresas, los propietarios que mantienen y gestionan propiedades, y todos los
que ganan un salario, desde los trabajadores de la construcción hasta los
artistas.
Al violar estos derechos, el socialismo disminuye el
incentivo de las personas a trabajar para mejorar sus circunstancias,
controlando o quitando los resultados de su esfuerzo. Por mucho que trabajes,
por mucho que consigas, por mucho valor que crees, no se reflejará en tus
ingresos.
La novelista Ayn Rand dramatizó los efectos de esta
doctrina en su obra magna, Atlas Shrugged. En la novela, una fábrica de una
pequeña ciudad promulgaba el lema de Marx «De cada uno según su capacidad, a
cada uno según su necesidad» como política, de modo que el salario de cada
persona dependía de lo que los directivos consideraban como su nivel de
necesidad en comparación con el de sus colegas. Lo hacían en función de
factores como el número de hijos que mantenían los empleados, las enfermedades
de los familiares, etc. La gente empezó a pasar más tiempo compartiendo sus
penas con la dirección que trabajando, y muchos de los mejores empleados
abandonaron la empresa por completo. En cuatro años, la fábrica cerró. Un
personaje explicaba la desesperanza que creaba la política: «¿Por qué se
suponía que queríamos trabajar? ¿Por el amor a nuestros hermanos? ¿Qué
hermanos? ¿Por los vagos, los holgazanes, los gorrones que veíamos a nuestro
alrededor? Y si eran tramposos o simplemente incompetentes, si no querían o no
podían, ¿qué diferencia había para nosotros? Si estábamos atados de por vida al
nivel de su incapacidad, fingida o real, ¿hasta cuándo nos importaría seguir
adelante?».
Explicó que la empresa había sido en su época una empresa
próspera en la que la gente estaba orgullosa de trabajar, pero que ahora los
tiempos difíciles eran el statu quo: «Éramos bestias de carga
luchando ciegamente en una especie de lugar que era mitad hospital, mitad
corral, un lugar orientado a nada más que la discapacidad, el desastre, la
enfermedad, bestias puestas allí para el alivio de lo que quienquiera que
decidiera decir que era la necesidad de cualquiera».
Esta historia, aunque
ficticia, señala un hecho importante sobre la naturaleza humana: Si la gente no
puede cambiar su situación, no lo intentará. Conociendo el resultado de antemano,
no sentirán ninguna motivación para hacer esfuerzos hercúleos a cambio de
recompensas minúsculas o inexistentes. Como dijo el economista Ludwig Von Mises
Hayek dijo en una sentencia extraordinaria que «la libertad
de elección debe ser más practicada en el mercado en vez de en las urnas, la
libre elección puede al menos existir bajo un régimen de dictadura pero no bajo
una democracia sin límites que no pueden limitarse». La «democracia sin
límites» bajo la que no existe la libertad de elección, al contrario que en una
dictadura. “Para poder producir el mismo resultado en personas
diferentes, sería necesario tratarlas de forma diferente. Y ¿cómo podría haber
entonces leyes generales? afirma Hayek
Decía Margaret Thatcher que el socialismo
siempre prefiere que los pobres sean más pobres -en dinero y en espíritu- con
tal de que los ricos sean menos ricos. No hay amor por el ciudadano ni por el
pueblo detrás de esta estrategia criminal. Solo la mera pasión por el siervo
que puede asegurarte el poder.
Hemos de juzgar a los sistemas sociales y a las ideologías
que los sostienen por sus resultados y no por los fines que aparentemente
persiguen. Hemos de juzgarlos por lo que han hecho de sus sociedades y con sus
individuos. Y a la luz de lo que realmente pasó y pasa, es claro que el
proyecto emancipatorio de socialistas y comunistas trajo consigo una enorme
regresión histórica pues supuso la restitución de la servidumbre y la abolición
de la libertad humana. Eso es lo que nos muestra la historia, eso es lo que
devela el caso de los médicos cubanos.
Habrá entonces que liberarse de la enorme mentira que
subyace en el proyecto emancipatorio de socialistas y comunistas. Y habrá, por
ello mismo, que condenar a todos esos Estados que siguen esclavizando seres
humanos en nombre de la justicia social y la utopía.
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