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Monseñor Munilla no debería olvidar que así hablaba Jesús a todas las personas heridas: Venid a mí, todas las que estáis fatigadas y agobiadas, y yo os aliviaré (Mt 11,18).

En una jugada que muy pocos obispos españoles conocían, el Papa ha nombrado a Munilla obispo de Orihuela-Alicante, alejándole de la posibilidad de convertirse en arzobispo de Pamplona (cabeza de la provincia eclesiástica vasca) o de entrar en otras ternas para liderar los arzobispados de Valencia.

Munilla ha representado, seguramente como nadie, las propuestas más rancias del episcopado español en los últimos años. En el muy conservador seminario de Toledo –todavía en vida del mítico cardenal Marcelo González Martín, el opositor a Tarancón–, a Munilla se lo conoció pronto como el líder de los 'corazonistas', una rama de religiosos muy espirituales y excesivamente volcados en la moral sexual y en la lucha contra "los poderes de nuestro tiempo"

El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha asegurado que el Sínodo de los Obispos sobre la Familia no abre la puerta a que los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil puedan comulgar porque esto es "imposible".

Afirma Munilla: "Algunos pensaban que iba a venir el Sínodo e iba a decir que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar. Eso no ha sido y es imposible porque es contradecir la fe de la Iglesia. Si para comulgar hay que estar en gracia de Dios y el divorcio y las nuevas nupcias es adulterio, ¿nosotros quienes somos para rectificar la palabra de Jesucristo? .Es imposible que el Sínodo puediera decirlo y que el Papa pueda decirlo porque no tenemos autoridad sobre la palabra de Dios",

Tres cuartas partes del clero de la diócesis de Euskadi firmaron un escrito lamentando su designación, e invitando a Munilla a encontrarse con el sentir del pueblo vasco. No hizo caso: el obispo había sido nombrado para acabar con el clero progresista vasco, y a punto estuvo de lograrlo. Hoy, los seminarios de Euskadi antaño repletos están prácticamente vacíos, a excepción de vocaciones extranjeras o vinculadas a los movimientos neoconservadores.

La misiva, entregada al obispo de Donostia, estaba firmada por un total de 96 sacerdotes, entre ellos 5 arciprestes y 42 párrocos, junto a un grupo de sacerdotes coadjutores y jubilados”.

Todos denunciaron la situación “cada vez más penosa” de la Iglesia por culpa de las “actitudes y comportamientos de Munilla”. “Está haciendo mucho daño a nuestra Diócesis. Considera que es un feudo suyo y puede hacer lo que quiere y como quiere en ella”

A Munilla también la reprocharon no haber tenido en cuenta las líneas pastorales y la actuación de la Diócesis desde 1980  subrayaban que el Obispo ha “marginado, ha eliminado” un gran número de “responsables, trabajadores y profesores que no eran de su gusto”

“A lo largo de este tiempo la división y desconfianza han ido creciendo en nuestra Diócesis. ¿Hasta cuándo va a durar esta situación?, se preguntaban. Y ahora los diocesanos de Alicante se preguntan qué daño han hecho ellos para tener que padecerlo..

En la actualidad, ya no es posible seguir manteniendo una comunidad de fe basada en el miedo, ni siquiera amenazando con un castigo eterno en un hipotético infierno. Se debe rescatar la Buena Noticia, que es de alegría, de banquete, de fiesta compartida, en esta vida antes que en la próxima, donde los caídos se levantan, los atemorizados hablan, los cegados ven la luz de Dios, los zancadilleados tienen una segunda oportunidad, los diáconos rescatan su vocación de servicio y los obispos reviven sus orígenes como protectores y guías activos en el crecimiento espiritual de la comunidad.

Debe reconocerse que la iglesia sugiere a los demás que admitan sus propios errores o pecados, mientras ella misma se abstiene de hacerlo.

El título de “madre y maestra” que a veces se dio a sí misma la comprometerían a un sensato magisterio aprendido en la escuela de su único Maestro Jesús y con los logros que las ciencias de hoy ofrecen, como también a una entrañable maternidad con las personas que cuanto más sufren más hijas suyas son.

La iglesia procuró el bien  de la institución matrimonial, dejando de lado el bien de las personas y las parejas. Creo que es un desafío básico y permanente para los cristianos tener clara cuál es su opción: ponerse al servicio de la institución, de la ley, de la norma, del contrato, o bien apostar por la persona, la libertad y el amor.

Así hablaba Jesús a todas las personas heridas: Venid a mí, todas las que estáis fatigadas y agobiadas, y yo os aliviaré (Mt 11,18).

¿Es posible una Iglesia sin clérigos (curas obispos papas)? Jesús no fue sacerdote, ni consta que instituyera el sacramento del Orden. Más bien criticó a la “casta sacerdotal”, que fueron los que le condenaron. Jesús crea la Comunidad de iguales, en la que se encuentran personas con distintas cualidades (karismas).

En la iglesia Católica se establecen poderes de gobierno: unos van a mandar y otros a obedecer, unos a enseñar y otros a aprender. Los elegidos para el Gobierno tienen que justificar su autoridad recibiendo un “Plus”, que los legitime y diferencie de los demás. Se crea la sacra mentalidad: el poder viene de Dios, a través de un Ritual y se traspasa de generación en generación, y se instituye un orden de menos a más (diáconos, sacerdotes, obispos, papas). Con ello, se obliga a la Comunidad a obedecer y bajo la amenaza de la excomunión al disidente: no hay salvación fuera de la Iglesia (de los curas).

Si analizamos de dónde proceden los poderes sobrenaturales de los clérigos, descubriremos que el Bautismo no es privativo suyo. Cualquier persona – si realiza diversas formalidades – tendrá capacidad de bautizar. El perdón de los pecados, mediante la confesión individual, tampoco consta en ningún texto de la Escritura. Las recientes investigaciones determinan que el texto de S. Mateo (16,21) no fue pronunciado por Jesús, sino creado posteriormente, para poder justificar el “atar y desatar” de los clérigos.

Es la Comunidad la que se reúne, oye y perdona a quien lo pide. La confesión individual se establecerá muchos siglos después.

La Unción de los enfermos, si bien aparece en la Carta de Santiago, no consta que lo fuera por mandato de Jesús.

El Sacramento del matrimonio ni fue instituido por Jesús ni es privilegio de los clérigos. Según la propia doctrina eclesiástica, son los mismos esposos, cuando se aceptan mutuamente, como marido y mujer, los que se constituyen como tales.

La tarea del cura se reduce a ser mero testigo, de un contrato creado, en siglos posteriores, para asegurar la propiedad y su transmisión de padres a hijos.

La gobernabilidad de las Comunidades ha de recaer en personas, democráticamente elegidas por la propia comunidad, sin Plus alguno de sobrenaturalidad. Basta que sean buenos gestores, honrados, transparentes y sometidos a las decisiones de las Asambleas.

En conclusión: es el Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II) el que recoge el testigo que Jesús nos pasó. Ya no hay clérigos-laicos, hombres-mujeres, libres-esclavos, que decía s. Pablo (Gal. 3,28). Es el Pueblo de Dios el que es sacerdotal, sin diferencias entre ellos.

 

 

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