La visión ecuménica del arzobispo Francisco José Prieto y el compromiso de Carlos López Lozano
La archidiócesis de Santiago de Compostela, bajo la sabia dirección de su arzobispo, Francisco José Prieto, ha dado un paso valiente y ejemplar en la senda del diálogo y la comunión entre cristianos. El reciente acuerdo con la Iglesia Española Reformada Episcopal, representada por su obispo Carlos López Lozano, refleja una profunda comprensión del verdadero ecumenismo y un compromiso firme con la unidad cristiana. Se trata de un pacto que pone en práctica las enseñanzas del Concilio Vaticano II y el espíritu de fraternidad que la Iglesia Católica ha promovido en las últimas décadas.
El acuerdo firmado entre ambas confesiones establece que la
archidiócesis de Santiago cederá el uso de la iglesia de San Félix de Solovio a
la Iglesia Española Reformada Episcopal durante ciertas horas del día para la
celebración de sus cultos. Esta decisión, lejos de ser una concesión sin
fundamento, responde a una larga tradición de cooperación ecuménica presente en
otras partes del mundo, especialmente en Alemania, donde es habitual que
diferentes comunidades cristianas compartan espacios sagrados en armonía. La
medida tomada en Santiago no implica una fusión ni una pérdida de identidad
para ninguna de las dos Iglesias, sino un gesto de hospitalidad cristiana y un
testimonio de unidad dentro de la diversidad.
El reconocimiento mutuo como "Iglesias
hermanas" por parte de ambas instituciones no es un capricho ni un gesto
vacío, sino una expresión de la realidad teológica que une a los cristianos. La
Conferencia Episcopal Española y la Iglesia Española Reformada Episcopal ya han
declarado su reconocimiento recíproco del bautismo, entendiendo que este
sacramento es el vínculo primordial que une a todos los seguidores de Cristo. Este
acuerdo en Santiago no es más que una consecuencia lógica de esa declaración,
permitiendo que la comunión espiritual entre ambas confesiones se traduzca en
una cooperación concreta y tangible.
Francisco José Prieto demuestra, con esta decisión, una visión
de futuro acorde con la vocación de la Iglesia universal. Su liderazgo no se
deja llevar por prejuicios ni por posiciones inmovilistas, sino que encarna un
cristianismo abierto y comprometido con el mensaje de unidad que predicó Jesús.
No se trata de renunciar a la identidad católica, sino de mostrar que la fe se
fortalece en el encuentro con el otro y en la construcción de puentes en lugar
de muros. Su apertura al diálogo y su valentía para tomar decisiones de gran
calado reflejan un episcopado comprometido con los valores más esenciales del
Evangelio.
Carlos López Lozano, por su parte, ha demostrado a lo
largo de su trayectoria ser un hombre de profunda fe y nobleza. Su liderazgo en
la Iglesia Española Reformada Episcopal ha sido clave para fomentar el
entendimiento y la colaboración con otras confesiones cristianas. Su espíritu
conciliador y su firmeza en la defensa de la fe lo han convertido en una figura
de referencia dentro del ecumenismo español. Su papel en este acuerdo no es
menor, ya que ha sabido representar a su comunidad con dignidad y fidelidad a
los principios que la sustentan. Su visión del cristianismo como una familia
diversa, pero unida en lo esencial, es un testimonio vivo del mensaje de
Cristo.
El buen testimonio de Juan Bautista Cabrera,
reformador clave en la historia del protestantismo español, es un recordatorio
de que la historia de la Iglesia está llena de figuras que han trabajado por la
unidad de los cristianos. Cabrera, con su compromiso con la fe y su búsqueda de
una Iglesia reformada en España, sentó las bases para el diálogo que hoy se
materializa en acuerdos como el de Santiago de Compostela. Su legado inspira a
quienes, en la actualidad, siguen construyendo espacios de entendimiento y
colaboración entre confesiones.
En un mundo donde las diferencias religiosas han sido
históricamente motivo de división y conflicto, iniciativas como esta muestran
que otro camino es posible. La generosidad de la archidiócesis de Santiago no
es una simple cesión de un espacio físico, sino una apertura de puertas al
entendimiento y a la convivencia fraterna. Se trata de una decisión que honra
la esencia del cristianismo, basada en el amor al prójimo y en la búsqueda de
la verdad en común.
Este acuerdo es un ejemplo para otras diócesis y comunidades
cristianas que aún dudan sobre los frutos del ecumenismo. Francisco José Prieto
y Carlos López Lozano han demostrado que el diálogo interconfesional no es solo
un ideal teórico, sino una realidad que puede traducirse en acciones concretas.
Ambos líderes han dado una lección de responsabilidad y visión pastoral,
conscientes de que la unidad de los cristianos es una meta que exige valentía y
generosidad.
Lejos de representar una cesión doctrinal o una traición a
la identidad católica, este acuerdo refuerza el papel de la Iglesia como madre
y maestra, capaz de guiar a sus fieles hacia una comprensión más profunda de la
comunión eclesial. No se trata de diluir las diferencias, sino de reconocer lo
que nos une y trabajar juntos en aquello que es esencial para la fe cristiana.
La decisión de la archidiócesis de Santiago es, en
definitiva, un signo de los tiempos y una prueba de que el ecumenismo no es
solo una aspiración teórica, sino una necesidad para la Iglesia de hoy.
Francisco José Prieto y Carlos López Lozano han sentado un precedente que, sin
duda, será recordado como un paso significativo en la construcción de una
comunidad cristiana más unida y fiel al Evangelio.
José Carlos Enríquez Díaz
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