Seguidores

El pleno de Ferrol aprueba las cuentas de Emafesa de los últimos ocho años y José Manuel hace una llamada al respeto…

El pleno de la corporación, ferrolana con los votos a favor del Gobierno y de los grupos municipales del PSOE y FeC y en contra el BNG, aprobó en la mañana de este jueves las cuentas de los años 2016, 2017,2018, 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023 de Emafesa. Las cuentas suman en total unas pérdidas de más de 6,6 millones de euros, siendo los tres últimos ejercicios los que acumulan mayor déficit. Así en el ejercicio del 2021 las pérdidas fueron de 1.382.323,28 euros, en el 2022 de 2.874.005,21 euros y en el 2023 de 1.351.030,07 euros. “Por responsabilidad aprobamos las cuentas, pero no significa que se esté refrendando las actuaciones de sus administradores en esos ejercicios” afirmó la concejala de Hacienda, Susana Sanjurjo.

Sanjurjo afirmó que “el 70% de las familias de Ferrol consumen menos de 20 metros cúbicos de agua, y se les baja la cuota de consumo, la cuota variable, y lo mismo a comercios y pequeños negocios”. “Una mala acción es grave, pero no hacer nada es igual de grave, un gobierno es responsable tanto por acción como por omisión”. Y recalcó que “votar en contra de la actualización de las tarifas, que es obligada tanto por los informes técnicos cómo por la propia normativa del servicio, es votar en contra de cubrir los costes de los servicios”.

La aprobación definitiva de las ordenanzas fue adelante con los votos a favor del Gobierno y los votos en contra del PSOE, del BNG y FeC.

Durante el pleno José Manuel Rey ha tenido que intervenir por alusiones personales de la edil del PSOE Monserrat Dopico  Malde a Javier Díaz Mosquera al afirmar que “a usted le preocupa poco la enseñanza pública cuando  tiene sus hijos en la privada”. José Manuel pidió un poco de respeto..., y puntualizó que en Ferrol no hay enseñanza privada, pero sí concertada…

Esta señora será muy “catedrática”, pero saber estar en cada momento parece sencillo, sin embargo, algunas veces los “políticos” en más de una ocasión nos demuestran todo lo contrario. La educación y respeto es básico para cualquier persona sea qué sea su estatus social o profesional. En cada ocasión, contexto o cultura requiere unos conocimientos mínimos para saber estar coherentemente. Pero por desgracia el dedo es la forma habitual para designar cargos en todos los partidos. Lástima, pero es así. ¡La historia de los partidos es una concatenación de «dedazos»!

La meritocracia en política y en la sociedad es algo complejo y muere en gran medida debido a la supercompetitividad mal entendida y a las llamadas “zancadillas”.  En la antigua Roma, la dinastía Antonina se basaba en el principio de la meritocracia para elegir a los emperadores, como señala el filósofo político Michael Sandel, quien destaca que “en la medida en que los ciudadanos son iguales ante la ley, el principio de la meritocracia exige que las oportunidades de vida sean también iguales”.

En la política, desafortunadamente, ocurre lo mismo. Personas con gran talento, creatividad y capacidad para generar nuevas ideas son apartadas por aquellos que tienen más títulos, pero no necesariamente más capacidad.

Las actuaciones de los políticos algunas veces dejan mucho que desear, porque son fichajes de sujetos mediocres, con poco o nulo bagaje, la mayoría de las veces política y profesionalmente hablando. Pero, sobre todo con demasiado afán de protagonismo que, aunque lo persiguen incansablemente, no consiguen obtener para sí.  La falta de educación política adecuada y la escasez de líderes capacitados son desafíos en la política actual.

Mediocre significa “de calidad media y de poco mérito” (RAE). El filósofo Emilio Lledó afirma que “es terrible que un ignorante con poder político y repleto de ignorancia determine nuestras vidas”. La ignorancia individual es inocente, pero un ignorante con poder es catastrófico para una sociedad. Desgraciadamente, está a la orden del día de nuestra política.

Algunos grandes pensadores del mundo antiguo, siendo conscientes del peligro de ser dirigidos por incapaces, proponían la república aristocrática como el mejor sistema de gobierno, que sería liderado por una élite intelectual, diferenciándose así del vulgo y de la masa inculta. A este sistema, defendido por Platón en La República, se le llamó sofocracia o gobierno de los sabios, en oposición al gobierno de los necios.

Una de las acepciones de la RAE de la palabra arrogante es “altanero, soberbio”. En los medios de comunicación, especialmente en televisión y en redes sociales, vemos mucha gente con exceso de orgullo y de arrogancia; hombres y mujeres convencidos de que son mejores que los demás por tener una situación privilegiada, quizás sin merecerlo. La humildad y la modestia son valores que se están perdiendo en nuestra sociedad, cada vez más individualista. Una sociedad que inculca que tenemos que ser o por lo menos parecernos superiores, y además demostrarlo públicamente en todas las plataformas. La prepotencia, la vanidad, la soberbia, la burla, en muchos casos, son atributos presentes en personas que nos representan y que influyen en nuestra sociedad, y por esto no debe de ser una forma de expresarse públicamente porque lo que intentan es menospreciar la opinión o creencia del otro, imponiendo su criterio y haciendo daño a los demás, creyéndose por encima de los demás sin pensar en el bien común o el interés público.

Esta situación se está viviendo entre nuestros políticos, cada vez más lejos de lo que es la esencia de la política. El exceso de arrogancia es un valor en alza; lo hemos visto  en las campañas electorales y en el arco parlamentario y hemiciclos con algunos de nuestros representantes políticos. Representantes de la ciudadanía imponiendo sus posturas, sin importar la opinión de los demás y pensando que son superiores, demostrándolo no sólo con sus agresivas palabras sino con actitudes gestuales o corporales. Es bueno que haya discusión y debate en la política, sobre todo en temas que nos afectan enormemente, porque permite entender otros puntos de vista y llegar a conclusiones; pero siempre con educación y respeto, cumpliendo las normas básicas de la conversación.

Ser político no es baladí. Ser político requiere responsabilidad, respeto, humildad, honestidad, bondad. ¿Están a la altura nuestros políticos? ¿En todas las esferas?

 

Comentarios

Entradas populares