Sánchez nos mete en la guerra de Ucrania
Para entenderlo, debemos mirar hacia la gran estrategia imperial de los Estados Unidos. Es necesario remontarnos a 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética (URSS), o incluso más lejos, a la década de los ochenta. Hay dos vertientes en esta gran estrategia imperial: una se conforma por la expansión y el posicionamiento geopolítico, lo cual incluye la ampliación de la OTAN; la otra es la campaña de los Estados Unidos por la supremacía nuclear.
La idea era evitar que Rusia resurgiera como una gran potencia. Este proceso de expansión geopolítica de los Estados Unidos y la OTAN comenzó de inmediato, y ha sido visible en todas las guerras que han tenido lugar en las últimas tres décadas de los Estados Unidos y la OTAN en Asia, África y Europa. La guerra de la OTAN en Yugoslavia en la década de los noventa fue particularmente importante en este sentido. Incluso mientras se producía el desmembramiento de Yugoslavia, los Estados Unidos comenzaron el proceso de ampliación de la OTAN, al moverla cada vez más hacia el este a fin de abarcar todos los países del antiguo Pacto de Varsovia, así como partes de la antigua URSS. En su campaña electoral de 1996, Bill Clinton hizo de la ampliación de la OTAN parte de su plataforma. Washington comenzó a implementar tal estrategia en 1997; al final había agregado 15 países a la OTAN, con lo que duplicó su tamaño y creó una Alianza Atlántica de 30 naciones que tenían a Rusia como blanco principal, al mismo tiempo que se le dio a la OTAN un papel global más intervencionista, como en Yugoslavia, Siria y Libia.
Sin embargo, el objetivo era Ucrania. Zbigniew Brzezinski, quien fue el estratega más importante de todo esto y había sido asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter, dijo en su Gran Tablero Mundial de 1997 que Ucrania era el “pivote geopolítico”, particularmente en Occidente; que si se incorporara a la OTAN y estuviera bajo el control occidental debilitaría tanto a Rusia que podría mantenerla atada, si no es que llevaría a su desmembramiento. Éste ha sido el objetivo desde el principio, y los planificadores estratégicos de los Estados Unidos, los funcionarios de Washington, junto con los aliados de la OTAN habían declarado una y otra vez que querían que Ucrania formara parte de la OTAN.
Así pues, mientras esta violencia económica se desplegaba contra la mayoría social, las empresas energéticas, los grandes supermercados y la banca, sin embargo, veían aumentar sus beneficios a niveles de récord gracias a la guerra. Por ello, no es de extrañar que la práctica totalidad del poder mediático al servicio de las oligarquías que se enriquecen con el conflicto y con la muerte decidieran colocarse desde el principio en modo propaganda de guerra y criminalizar a cualquiera que levantase la voz en favor de la paz.
Es importante también destacar que, en esta trayectoria política, el PSOE no ha estado solo. Ya desde la legislatura anterior, los sectores del gobierno de coalición que hoy se hallan integrados en Sumar, con Yolanda Díaz a la cabeza, apostaron por apoyar a Sánchez en este viaje con silencios tácticos o incluso con afirmaciones explícitas, como la reciente intervención televisiva de Mónica García diciendo que España «tiene unos costes de defensa que son bajos«
Así las cosas,
Sánchez ha seguido reiterando en todo momento la necesidad de seguir ayudando a
Ucrania, y en el ámbito militar la ministra de Defensa, Margarita Robles,
confirmó este mes el envío a ese país de misiles Patriot de forma coordinada
con otros países aliados para la defensa antiaérea.
Según lo filtrado por la Moncloa al periódico El País, el acuerdo comprometerá a España «a prestar a largo plazo asistencia militar, suministrar armamento, colaborar en el adiestramiento de sus Fuerzas Armadas, colaborar al desarrollo de la industria de defensa ucraniana o intercambiar información en las áreas de inteligencia y ciberseguridad«. En otras palabras, el documento que va a rubricar Pedro Sánchez sitúa a España como un apoyo integral a Ucrania en los esfuerzos de guerra en un conflicto que no es otra cosa que una guerra entre Rusia y Estados Unidos en la cual el hegemón norteamericano utiliza a Ucrania como el estado proxy que pone los muertos que ellos no están dispuestos a poner y al conjunto de la Unión Europea como obedientes súbditos al servicio de los intereses de Washington, incluso aunque estos sean contrarios a los propios. Margarita Robles nos repite al oído que no quiere guerra pero luego nos reclama por “no ser conscientes” de que es casi inevitable.
El índice del precio
del trigo y de los alimentos alcanzó un récord histórico en el mes de marzo,
por encima del que en 2011 desencadenó la Primavera Árabe. La guerra está
acelerando el hundimiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y
las masas oprimidas en todo el mundo, y prepara, de la mano de esta crisis,
grandes convulsiones sociales, levantamientos populares, insurrecciones y
revoluciones.
Zelenski y su Gobierno son meros títeres del imperialismo norteamericano. La idea de que lideran una lucha progresista por la liberación nacional de Ucrania es un completo fraude. A este Gobierno, como al imperialismo occidental, el pueblo ucraniano le importa muy poco, igual que la democracia. Todo es pura propaganda de guerra para ocultar los auténticos intereses en pugna.
La guerra en Ucrania se ha convertido en el nuevo campo de batalla entre las grandes potencias y bloques imperialistas por la hegemonía mundial. Como en 1914, tanto el régimen capitalista de Putin, apoyado por China, como EEUU y las declinantes potencias europeas agrupadas en la OTAN, apelan a nobles motivos para justificar su intervención militarista.
Pero detrás de toda
la montaña de propaganda y desinformación, en uno u otro sentido, se esconde
una guerra por el dominio del mercado mundial, de los flujos de capital, de las
áreas de influencia, las materias primas y las rutas comerciales.
Buen escrito con excelente párrafo final.
ResponderEliminarPara iniciar una guerra no existe "razón" justa que haga honor a su nombre, las guerras se provocan por intereses de unos pocos que se conocen y se odian pero las llevan a cabo millones de personas que no se conocen y menos se odian