Fernando García Cadiñanos, ha asegurado que «la brecha entre ricos y pobres ha aumentado»
El obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, ha asegurado que «la pobreza es un fenómeno estructural que persiste en España» y que «la brecha entre ricos y pobres ha aumentado» en los últimos tiempos. «Los ricos son más ricos y los pobres tienen mucha mayor dificultad para salir de una pobreza», ha dicho, añadiendo que «se vive en un clima de desesperanza social en el que la supervivencia de cada persona y su pequeño entorno es casi lo más importante».
En la actualidad, según García Cadiñanos, Caritas es testigo de «situaciones de exclusión mucho más severas, personas con mayor deterioro especialmente psicoemocional«, a lo que se une «la problemática de la vivienda, que se va agudizando y aumenta las situaciones de sinhogarismo en hombres, mujeres y familias».
Otro factor, ha añadido, es «una precariedad laboral que
obstaculiza a muchas personas el vivir con estabilidad e iniciar proyectos vitales
nuevos», y que motiva «un aumento del nivel de estrés financiero entre la
población que vive en alquiler ante la escasa oferta de alquiler social y los
bajos ingresos económicos». También ha
detallado que «hay más personas en
situación de irregularidad administrativa, fruto de las olas migratorias» y que
además existe «una población infantil y juvenil en situación de desventaja
social muy profunda, que con toda probabilidad arrastrarán toda la vida».
Marta Pazo ha
detallado que la tasa de pobreza en Galicia según el informe AROPE,
correspondiente al año 2023, «ha sido de un 23,6%, dos puntos porcentuales por
encima del año anterior», y que a Caritas diocesana de Mondoñedo-Ferrol han
acudido durante el año 2023, «4.701
personas en situación de pobreza, a las que la inflación ha puesto contra las
cuerdas». En junio de 2019 en un diario local pedía que «la sociedad entera aprenda a trabajar unida» para luchar contra la
pobreza. Su verdadera vocación, y ella misma lo confesaba así, “ha sido estar en el ámbito de la labor social, en el territorio de la lucha por los que
sufren. "Veo cada día situaciones terribles, pero jamás me dejo vencer por el
desánimo”
La compasión lleva a preocuparse por la justicia, siempre desde la capacidad de compadecer la alegría de quienes se reconocen vulnerables. Ser solidario hoy significa vivir sobriamente para poder compartir lo que somos y tenemos con los más necesitados. Hemos de ejercitar la “compasión” (que significa “padecer con los que padecen”). No es justo que tengamos tanto y otros tan poco. Responder a la crisis actual nos hará más dignos, más libres y más felices.
Los creyentes en
Jesús de Nazaret hemos de repensar nuestros planteamientos en coherencia con el
mensaje del Evangelio: “Porque tuve hambre y me disteis de comer… Cada vez que
lo hicisteis con un hermano mío de esos más humildes lo hicisteis conmigo.
“(Mateo 25, 35ss) “Quien se ha dado cuenta de las injusticias causadas por la
mala distribución de las riquezas, captará la protesta, silenciosa o violenta de
los pobres. Y la protesta de los pobres es hoy la voz de Dios” (Helder Cámara).
Así pues, las personas tienen derecho a no ser pobres porque hay medios más que suficientes para que nadie lo sea. Si no cumplimos con esa obligación, estamos bajo mínimos de humanidad. En cuanto a la aporofobia, es la tendencia que tenemos los seres humanos a rechazar a quienes no parecen tener nada interesante que ofrecernos, sino solo problemas. Vivimos en la sociedad del intercambio, que puede ser de mercancías, de votos, de dinero, de favores. Y cuando damos con alguien que, al parecer, no puede devolvernos nada a cambio, lo rechazamos. Por eso siempre hay excluidos: los que nos parece que no tienen nada que ofrecer. La aporofobia es un atentado contra la dignidad humana y pone en peligro la democracia. Para combatirla es preciso educar desde la familia, la escuela, los medios de comunicación y la vida pública, para cultivar la capacidad de apreciar el valor de dignidad de todas las personas.
Siempre conviene recordar que no solo educan la escuela y la familia, sino también los medios de comunicación y la ejemplaridad de los personajes públicos y de los políticos. Si la vida pública está colonizada por los tribalismos y las polarizaciones, mal lo tiene la escuela para educar a una ciudadanía madura, con capacidad de discernir y dialogar.
Lo más importante de una sociedad es la ciudadanía. Si tenemos una ciudadanía madura haremos una buena democracia. Si es conformista o pasiva no avanzaremos. Necesitamos una ciudadanía crítica, en el sentido de lucidez, con capacidad de discernimiento.
Frente a la desigualdad y la pobreza existentes, incluso en nuestro primer mundo, es imprescindible un criterio de solidaridad radical que influya en las políticas y en las relaciones sociales y humanas, no con un concepto asistencial solamente, sino como impulso de propuestas materiales que transformen los proyectos sociales hasta promover un cambio de modelo basado en los derechos humanos y en la justicia social.
El nuevo contexto político que se ha abierto a nivel estatal y autonómico, junto a las próximas elecciones europeas de 2024, brinda la oportunidad de hacer una apuesta firme y eficaz contra la pobreza. Toca a las Instituciones y a los diferentes Gobiernos tener altura de miras ante los retos pendientes, colaborando con la sociedad civil para que los derechos y la dignidad de todas las personas marquen las agendas políticas. Dios nunca se pondrá del lado de los sistemas económicos injustos ni de los dirigentes políticos prepotentes. También en la acción política se necesita el espíritu de Jesús y en aquellas áreas que más tienen que ver con lo político. Se necesita la limpieza de corazón para ver la verdad de las cosas, analizar con sinceridad éxitos y fracasos en las luchas y proyectos de liberación, mantener como criterio de acción lo que más convenga a las mayorías pobres, superar la tentación del dogmatismo, tan cercana al quehacer político.
Hay muchos antagonismos entre la forma en que se comportan
líderes y sistemas políticos frente a las características de un Dios que se
pone al lado de los débiles, de los vencidos, de los maltratados del sistema,
los marginados por los sistemas económicos que, para muchos, son los que
muestran la bendición de Dios. ¡Tantos
años de la venida de Jesús que nos muestra al Padre y aún el mundo no conoce al
Dios de la Biblia, al Todopoderoso, un Dios que clama contra opresores,
acumuladores e injustos! ¡Cuántos antagonismos, cuántos contrastes, cuántas
paradojas! A Dios no se le puede encerrar en ningún sistema político. Nunca
Dios se va a identificar con la forma e ideología de ningún sistema político.
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