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Ramón Antonio López, un sacerdote bueno rebosante del Espíritu Santo.

Un diario gallego ha publicado los datos lamentables en las que se encuentra la diócesis de Mondoñedo- Ferrol

La Diócesis de Mondoñedo-Ferrol acaba de nombrar a cinco nuevos párrocos, pero los curas se lamentan: “a día de hoy, la diócesis tiene 422 parroquias atendidas por solo 117 sacerdotes. Y los seminaristas que se preparan para ordenarse no parece que garanticen tiempos mejores en el corto plazo, ya que solo son cuatro”

Los dirigentes religiosos están muy preocupados ante la indiferencia y la frialdad religiosa que se manifiesta incluso entre sus propios feligreses. Las grandes iglesias enseñaron a sus fieles lo ficticio y no la realidad de Cristo, debido a esto muchas personas sienten un vacío enorme, pues aprendieron a cumplir con ritos, con normas rutinarias, y a vivir con lo que satisface la carne. Nunca fueron convertidos a una vida nueva. El que es nacido de carne, carne es (Jn 3,6).

Me han fascinado las palabras de Ramón Antonio López en la entrevista del diario gallego.

Ramón Antonio López,  incide en la importancia de «dar campo a los laicos y seglares» en unos tiempos en los que «escasea la vocación». López lleva cuatro parroquias en Neda, una localidad que tiene sus propias dificultades: una población envejecida y dispersa y dos parroquias rurales.

Un profeta de nuestros tiempos, un hombre apasionado por Dios y por su Palabra y un referente de integridad.

Si la copa está desbordando, quieres más de él, y la cosa maravillosa es que nunca se seca. Todo lo que tienes que hacer es venir y beber.

No hay forma más eficaz de servir a Cristo, que cuando la copa está rebosando. Cuando le sirves  en el desbordamiento, nuestro ministerio impactará la eternidad.

"Mi copa rebosa," significa que no sólo está lleno, es "rebosando", lleno hasta el borde y desbordante.

No me cabe ninguna duda de que D. Ramón tiene un carácter moldeado por el Espíritu Santo, que a su vez influye en sus predicaciones edificándonos a los que le escuchamos, un carácter que debería estar presente en todos los sacerdotes para enseñar y capacitar a los hijos de Dios, es lo que requiere y necesita la iglesia para que pueda crecer, ser edificada y llevar a cabo su llamado. Todo lo que no sea eso, es buscar fuera de lo que la Palabra de Dios tiene para su iglesia, y eso no es deseable.  Siempre desbordante en generosidad, no escatima ni un solo instante en invertir su vida y ministerio hacia los más desprotegidos y necesitados.

D. Ramón Antonio sabe adaptarse a todas las edades y situaciones. Ha dedicado toda su existencia a servir a Dios y a sus feligreses. No lo ha hecho por dinero, por ocupar puestos de honor, sino por amor generoso, por servir al Reino de Dios. Además, sabe que el amor es todo. No busca seguridades terrenas o títulos honoríficos que llevan a confiar en el hombre; no pide nada para sí en el ministerio que vaya más allá de su real necesidad, ni está preocupado de atar a él a las personas que le han sido confiadas. Su estilo de vida simple y esencial, siempre disponible, lo vuelve creíble a los ojos de la gente y lo acerca a los humildes, en una caridad pastoral.

Su verdadera vocación siempre fue el contacto directo con la gente a través de las parroquias, que es donde se siente más realizado. D. Ramón Antonio López Rodríguez es, actualmente, el párroco de las cuatro parroquias del municipio de Neda.

El padre Ramón Antonio no  es un paracaidista que se deja caer el domingo para celebrar las misas y marchar corriendo. Él está con sus feligreses todos los días de la semana sobre todo les acompaña en los momentos más difíciles. Muchas veces hasta  bien finalizado el día retirándose tarde a descansar.

¡El Reino de Dios avanzará si disponemos de sacerdotes buenos como él!

Una de las grandes satisfacciones que tiene el ser humano en su vida cotidiana, es la gran seguridad de contar con grandes amigos como lo es D. Ramón Antonio. Con el paso del tiempo, la amistad se fortalece sin darnos cuenta, la convivencia ha traído consigo aficiones, gustos e intereses en común, compartiendo preocupaciones, alegrías, tristezas, y la seguridad de contar siempre con su apoyo incondicional.

Algunos curas como Ramón Antonio aportan luz al problema diocesano, pero parece que los jerarcas descartan la participación de los laicos para solucionar los problemas de la falta de clero. Para solucionarlo pusieron en marcha las Unidades Pastorales (UPA), Agrupación de parroquias. Agrupaciones que están llamadas al fracaso. Tal orientación pastoral se basa más en una línea de repliegue que en una pastoral de expansión… es una política de repliegue y de renuncia a intentar cambiar el ciclo imparable de descristianización de la sociedad. No piensan en la revitalización de las parroquias tal como tradicionalmente se ha entendido. Tampoco se molestan en buscar nuevos medios para la conversión de las personas a Cristo: misiones parroquiales, ejercicios espirituales, nuevos métodos de evangelización.

¡Tendrá el obispo diocesano agallas para llevar acabo la propuesta de D. Ramón Antonio!

Desde la Diócesis la única solución que aportan es que «debemos cambiar la mentalidad de que es el párroco quien debe desplazarse a cada iglesia para celebrar la Santa Misa».

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La moral cristiana no puede reducirse al cumplimiento legal de unos preceptos morales o de unos cánones, sino  que se orienta a una vida nueva en el Espíritu, capaz de recrear en cada momento el Evangelio.

A los ojos de muchos fieles habituados a una oferta abundante de misas dominicales, el proceso federativo de las unidades pastorales ha sido percibido como un empobrecimiento, o en todo caso una recesión, al menos con respecto al pasado reciente de la segunda mitad del siglo XX. A veces se hace difícil, o incluso imposible, celebrar la eucaristía dominical en cada una de las parroquias de la unidad pastoral. Frente a la disminución del número de misas dominicales la explicación que se les ha dado ha sido con frecuencia la falta de sacerdotes.

Las UPA (unidades pastorales) no son la solución, hay que recrearlo todo, para que se anuncie, celebre y practique el evangelio, en formas cercanas (casa a casa, grupo a grupo), en apertura a la nueva humanidad.  Cada parroquia puede y debe presentarse como espacio donde los creyentes pueden encontrarse en amor, para ayudarnos mutuamente, para crecer y ser personas, en gesto de caridad, de asistencia y de liberación mutua. La iglesia es un espacio de fe y de experiencia compartida de la vida, donde nos sentimos (y somos) responsables unos de los otros. Por eso, cada parroquia puede y debe ser un espacio intenso de experiencia liberadora, pero de un modo servicial: Entregarse por los pobres, decidirse por la justicia, abrir un campo de esperanza de reino entre los hombres.

La iglesia es comunicación de personas: cada hombre (niño o mayor, mujer o varón) nace en ella como Hijo de Dios. El sistema necesita cubrir huecos o ausencias con piezas: no busca ni quiere sujetos. La iglesia, en cambio, quiere personas: quiere que los hombres sean presencia trinitaria: padres, hijos, comunión de amor, en línea de gratuidad y comunicación personal. 

Comentarios

  1. Si, yo también estoy de acuerdo en que las Unidades Pastorales no son la solución. Donde no hay harina no puede haber pan y aún encima por lo que se ve el obispo se rodeó de unos energúmenos incapaces.

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