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El Grupo Popular de Ferrol denuncia el cierre del Centro Municipal de Personas Mayores


Foto PP Ferrol

La concejala del Grupo Popular de Ferrol, Rosa Martínez, lamenta que el gobierno de Mato haya cerrado el Centro Municipal de Personas Mayores situado en la calle Río Xuvia. “Es una instalación fundamental dirigida a nuestros mayores, que contaba con servicio de cafetería, comedor sénior y tenía, además, actividades de ocio y de envejecimiento activo”.

Justo ahora que comienza a normalizarse la situación, tras la pandemia, este gobierno «cierra cada vez más recursos dirigidos a nuestros mayores.» “Primero cerró los comedores sénior y ahora el único centro municipal de mayores, no podemos aceptar ninguna disculpa por parte del gobierno ya que un gobierno serio y comprometido no está para cerrar recursos, sino para solucionar problemas”.

Desde el Grupo Popular piden al gobierno de Mato que reabra el centro municipal y que «su mala gestión no perjudique a nuestros mayores, antes de llegar a esta situación debería de haber buscado alternativas e incluso haber abordado este asunto en una comisión informativa con los grupos municipales para buscar, entre todos, una solución«, manifestó la concejala Rosa Martínez.

Martínez Beceiro no entiende este cambio de parecer tan radical de la concejala ya que hace apenas cinco meses se comprometía con los usuarios a recuperar la normalidad y ahora esta instalación permanece cerrada «privando a los mayores de poder disfrutar de actividades para socializarse, evitar la soledad y divertirse«

¿Cuántas veces hemos utilizado la expresión “nuestros mayores” o “abuelos”? Es curioso que únicamente utilicemos una expresión tan infantilizadora, paternalista y edadista como “nuestros” para los niños y para los mayores.

Muchas personas han tenido que apretarse el cinturón para intentar llegar a fin de mes, porque hoy en día se puede ser pobre incluso teniendo un trabajo.

A veces la única opción para poder subsistir es volver a casa de sus mayores y vivir de la pensión que estos reciben. En situaciones de crisis permanente, como la actual, donde la recuperación económica parece no llegar a las personas más necesitadas, los abuelos son la gran red que está manteniendo a flote a muchas familias.

Sentir como siente el otro es preocuparse, es sentir el dolor o la alegría del otro, es ser capaz de “ponerse en los zapatos del otro.”

La falta de empatía hace que unas personas hagan daño a otras, pasen por encima de ellas sin remordimientos, sin entender lo que pasa o le puede pasar al otro, sin aceptar al otro y sin reconocerlo.

En el artículo 25, párrafo 1, de la Declaración Universal de Derechos Humanos se establece que: “Todas las personas tienen derecho a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar propio y de su familia, incluyendo comida, ropa, hogar y atención médica y servicios sociales necesarios, y el derecho a la seguridad en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez, edad avanzada o cualquier otra carencia en circunstancias ajenas a su voluntad”.

Los ancianos también sufren el impacto de la cultura del descarte reinante en la sociedad actual. Se excluye a esta población porque a veces ya no son valorados; ellos requieren también de nuestro tiempo y de nuestros cuidados, pues no son invisibles, sino que precisan de nuestro respeto y protección. Las Administraciones públicas y aquellos que las gobiernan deberían impulsar y fortalecer políticas sociales de atención a estas personas más mayores.

Afirmaba el Papa Francisco, el 25 de julio de 2021, en la homilía con motivo de la Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, donde pidió cuidar a los mayores porque “no son sobras de la vida o desechos que se deben tirar, sino personas que se han ocupado de criar a las generaciones más jóvenes, de darles amor y comprensión”

Lo que realmente debería guiarnos es una mayor conciencia social sobre el valor de todos los individuos y reconocer a todas las generaciones como indispensables para el mantenimiento de estado del bienestar que hemos construido colectivamente. Las personas mayores, con sus pensiones, han sustentado y sustentan a las familias en los peores momentos de crisis económica, con su tiempo permiten que los adultos más jóvenes concilien su vida laboral con la profesional, con sus reivindicaciones luchan por que los más jóvenes disfruten de los mismos derechos que ellos ya tienen adquiridos…

Las experiencias de vida y de fe de nuestros mayores pueden ayudar a construir sociedades conscientes de sus raíces y capaces de soñar con un futuro más solidario.

 Más que nunca nuestros políticos deberían comenzar una reflexión cuidadosa, clarividente y honesta sobre cómo la sociedad contemporánea debería «acercarse» a la población de edad avanzada, especialmente allí donde sea más débil. Aprender a honrar y valorar a nuestros abuelos es crucial para el futuro de nuestras sociedades y, en última instancia, para nuestro propio futuro.

Es necesario y urgente activar un «hacerse cargo» de la personas mayores en el lugar donde se desarrolla su vida. Todo esto requiere un proceso de conversión social, civil y cultural.

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