¡Mondoñedo-Ferrol una diócesis viva, con un gran obispo al frente!
Para Pablo, en la comunidad cristiana, el poder de Dios se
manifiesta en la abundancia de los carismas, que son fuerzas donadas para
todos. Los carismas parecen tener una fuerza intrínseca que hace que los
miembros de la comunidad se dejan llevar por ellos. El mismo Pablo, como apóstol de Jesucristo, ejerce el poder de
denunciar, exhortar, orientar, el poder de recordar las enseñanzas de Jesús.
Juan Pablo II ha
dicho de los laicos: “El Reino de Dios, presente en el mundo sin ser del
mundo, ilumina el orden de la sociedad humana, mientras que las energías de la
gracia lo penetran y vivifican. Así se perciben mejor las exigencias de una
sociedad digna del hombre; se corrigen las desviaciones y se corrobora el ánimo
para obrar el bien. A esta labor de animación evangélica están llamados, junto
con todos los hombres de buena voluntad, todos los cristianos y de manera
especial los laicos”. (Cfr. Centesimus
annus, número 25).
El apostolado que deben llevar a cabo los laicos no se
reduce solamente al testimonio de su vida, lo cual ya es una labor fundamental
para construir el Reino de Dios en la sociedad. Deben ser “sanamente agresivos”
con el fin de buscar todas aquellas oportunidades para hacer real en todos los
ámbitos dela sociedad, el mensaje de Cristo. Esta iniciativa es un elemento
normal de la vida de la Iglesia, como apuntaba el Papa Pío XII en su discurso
del 20 de febrero de 1946 y que fue citado por Juan Pablo II en su documento Christifideles
laici, número 9: “Los fieles laicos se encuentran en la línea más avanzada de
la vida de la Iglesia; por ellos la Iglesia es el principio vital de la
sociedad. Por tanto ellos, especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara,
no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia; es decir, la
comunidad de los fieles sobre la tierra bajo la guía del jefe común, el Papa, y
de los obispos en comunión con él. Ellos son la Iglesia.”
Nadie ignora que la autoridad en la Iglesia es necesaria.
Pero el actual sistema de autoridad hace que millones de católicos se apartan
de la Iglesia, o sencillamente pierden inconscientemente el sentimiento de
pertenencia a ella.
El poder de Dios crea, construye, edifica, aumenta, confiere
más libertad… Todos los poderes eclesiásticos que no actúan en ese sentido, no
son poder de Dios y deben ser contenidos, limitados, corregidos
estructuralmente. Las estructuras deben sacar las oportunidades de abusos de
poder. Pues, en la Iglesia hay abusos de poder como en cualquier sociedad, y
para disminuirlos es necesario que haya normas que equilibran los poderes de
todos.
El futuro ha llegado.
Los diocesanos de Mondoñedo tenemos la certeza de que comienza un "tiempo
nuevo" Una experiencia de vida
común, una forma de oración y comunión social. Sólo hay iglesias donde existe y
se cultiva un tipo de memoria afectiva y celebrativa, personal y
comunitaria de Jesús.
La iglesia no la forma la jerarquía, sino los creyentes
reunidos… Por eso, allí donde hay un grupo de cristianos reunidos se puede y se
debe celebrar la eucaristía. Ciertamente, la función de obispos y presbíteros
es muy importante, pero no para celebrar la eucaristía en exclusiva, sino para
coordinar la alabanza y vida de los diversos grupos cristianos.
No hay una iglesia de
jerarcas que celebran y de público que asiste…
Pues bien, ese tiempo de poder clerical, con unos que
celebran y otros de público, está acabando y la iglesia ha de tornar a lo que
era: autoridad y comunión gratuita (de tipo afectivo, gozoso, liberado, al
servicio de los pobres). Por eso debe renunciar a sus ventajas anteriores, no
para resguardarse en la pura intimidad (una sacristía privada), sino para
actuar y expresarse más abiertamente.
Algunos se lamentan y hablan y de una diócesis en la UCI, pero en
contra de esto es bueno que ese sistema esté fallando, desde una perspectiva de
evangelio: parece normal que gran parte de los antiguos creyentes de este final
del Segundo Milenio estén dejando la estructura eclesial y no quieran ser
cristianos en la forma antigua.
El sistema eclesial ha tendido a convertirse en mercado de
inversiones y seguridades sacrales, poderes e influjos, al servicio de un Dios
al que habíamos identificado con un tipo de administración cristiana.
Esto no lo digo yo, lo está diciendo con mucha más fuerza
que yo el Papa Francisco, siendo muy criticado por ello, en muchos lugares este
fallo de las instituciones sociales de la iglesia nos invita a buscar y
descubrir su verdad en su plano de gracia y comunión personal, pues sólo así
reciben su sentido los signos de la iglesia (oración contemplativa y
comunicación de fe, bautismo y perdón, matrimonio y eucaristía...) "Dios no habita en lugares
asépticos y tranquilos, lejos de la realidad, sino que camina a nuestro lado y
nos alcanza allí donde estemos, en las rutas a veces ásperas de la vida",
recordó Francisco ante el clero reunido en la basílica de San Pedro.
El discurso del papa Francisco se inclina hacia
la apertura cuando habla de los desafíos que afrontamos hoy. Tengo presente algunos pasajes
de los discursos
del papa Francisco durante
la Jornada Mundial de la Juventud
en Río de Janeiro: «Dios es real, si
se manifiesta en
nuestro hoy»; «Dios está en todas
partes». Son frases que
se hacen eco
dela expresión ignaciana «buscar
y encontrar a Dios
en todas las
cosas»
Pues bien, este es un tiempo para que los grupos de
cristianos sin cura externo se animen a celebrar por sí mismos, desde el evangelio.
Los cristianos no son súbditos de un sistema sagrado, no son públicos para un
espectáculo u organización, sino valen y son por ellos mismos: son dignos de
amor, especialmente si están necesitados; son celebrantes de la fiesta de
Jesús, que está presente en cada uno y en la comunidad reunida. Jesús no dice:
"Donde haya dos o tres reunidos en mi nombre que vayan donde el obispo y
le pida cura...sino que celebren ellos mismo, que él. Jesús, está con
ellos".
Se dijo hace un
tiempo que el siglo XXI será místico o
no será. Pues bien, más que místico en sentido abstracto, pienso que este
tiempo para Mondoñedo Ferrol ha de ser un tiempo de gratuidad y comunión, de
celebración compartida de la vida.
La iglesia actual, desde el Vaticano II hasta el Papa
Francisco está hablando de crear comunidades, de una nueva evangelización...
pero no hace nada, casi nada... a pesar de los intentos del Papa Francisco. Quizá muchos "jerarcas" no se
dan cuenta… Ellos son parte del problema. No se trata sólo de que ellos
cambien, tienen que cambiar las comunidades. Pero sin un cambio radical de la
jerarquía, sin una destrucción de la jerarquía como poder sacral, para volver
al evangelio, no hay solución posible.
Lo que ocurre es que si venimos al camino de Dios con la
misma forma de vida, de pensar, de ser… no podremos disfrutar de todo lo que
Dios nos tiene preparado.
¡HE AQUÍ YO HAGO
COSAS NUEVAS¡ Esperemos en el Señor. ¡Recuperemos el ánimo.!
Pidamos al Señor que
nos libere de las mentiras del diablo y de las estructuras de muerte que nos
mantienen en cautividad.
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