Actitudes patriarcales: Mujeres maltratadas
Es evidente
que el Feminismo se ha caracterizado desde siempre por su incesante trabajo y
sus aportaciones en la consecución de la libertad y la autonomía de las
mujeres, así como por su contribución hacia la igualdad de derechos y
responsabilidades entre hombres y mujeres, lo que ha supuesto un enorme
beneficio para toda la sociedad, no solamente para las mujeres.
Las mujeres se han hallado en segundo
lugar desde tiempos inmemoriales, maltratadas y silenciadas a lo largo de la
Historia. La mujer
estaba sometida al marido y cohibida por las prescripciones morales impuestas.
Así pues, se convirtió la mujer en la principal receptora de obligaciones y
consejos. En este ámbito, lo que los
moralistas recomendaban a los maridos era conseguir en sus mujeres la plena
sumisión, lo que se llamó “corrección marital”.
Históricamente,
una mujer no podía superar intelectualmente a un hombre. Otra dificultad
añadida a la hora de que muchos editores se decidieran a publicar sus libros e
incluso a que lectores quisieran comprarlos. De ahí el uso de tantos seudónimos
masculinos para ocultar su identidad.
Entre ellas,
las hermanas Brönte cambiaron sus nombres –Charlotte, Emily y Anne- por otros
masculinos. Precisamente Emily Brönte es la autora de la famosísima novela
Cumbres Borrascosas, su única novela.
También la
autora de la célebre novela Mujercitas,
adaptada al cine bajo el mismo nombre, cambió su nombre como Luisa May Alcott por A.M. Barnard para muchos de sus escritos.
Emilia Pardo Bazán mantuvo desde el primer momento una
actitud que la hizo ir de escándalo en escándalo. El escándalo subió hasta tal punto que José Quiroga, su marido, le
pidió por favor que dejara de escribir para no abochornarle más. Ella se negó,
por lo que desde ese momento ya nunca más vivieron juntos.
La mayoría
de las leyes de costumbres y de las leyes de las ciudades en los períodos
medievales y del Renacimiento daban a los maridos el derecho a golpear a sus
mujeres, aunque generalmente aconsejaban que lo hicieran “razonablemente” o
“moderadamente”. Por ejemplo, la ley de la ciudad de Villefranche dice: “Todos los habitantes tienen derecho a
golpear a sus esposas siempre que ello no resulte en la muerte”.
La
literatura y los libros de consejos de esa época intensifican la impresión de
que el varón está justificado en emplear violencia física contra su esposa, a
la que se ve siempre como “provocando” o “pidiendo” dicha violencia.
En la compilación del derecho
canónico hecha por Graciano en el siglo XII se dice que el esposo puede
castigar a sus esposa pero no golpearla.
Sin embargo, Jesús de Nazaret con su
vida y sus prácticas, anunció la comunidad de iguales (Gál l 3,28). Por eso, en memoria suya no se puede
discriminar a las mujeres. Jesús de Nazaret no es machista, Él no suple a
ninguna de las mujeres con las que se encuentra en el Evangelio ni en su trato
muestra ningún tipo de superioridad o prepotencia.
Las mujeres se han hallado en segundo lugar
desde tiempos inmemoriales, maltratadas y silenciadas a lo largo de la
Historia. Pero poco a poco, se abren paso en el mercado laboral y las
actividades domésticas ya empiezan a no ser solo obligaciones de ellas; la
sociedad empieza a acoger al género femenino de otra manera.
Si el feminismo es, según indica su
definición léxica, el movimiento que exige para las mujeres iguales derechos
que para los hombres, cualquier ciudadano de bien apoyará ese feminismo. Sin
embargo, tan noble concepto se ha ido paulatinamente radicalizando, de modo que
en los últimos años su sentido original se ha perdido. Hoy el feminismo radical
se ha convertido en otra lacra más de las izquierdas políticas dañando más a
las mujeres que beneficiándolas. De la doctrina social favorable a la mujer en
su necesaria e innata capacidad de gozar de idénticos derechos al hombre se ha
pasado a un feminismo virulento, secuestrado por una militancia pseudo-intelectual
de nefastas consecuencias.
Gabriele Kuby
influyente socióloga alemana, escritora y conferencista Afirma: “Después
de 150 años de feminismo -que fue un movimiento social importante y necesario
porque las mujeres no tenían los mismos derechos- el movimiento se ha
radicalizado y hoy en la sociedad occidental estamos en una lucha de poder de
las mujeres sobre los hombres. Los hombres son discriminados y son los hombres quienes
están siendo desfavorecidos. Por ejemplo, en el sistema educativo alemán, las
mujeres y las niñas son las ganadoras, mientras que los niños cada vez son más
desestimados. Las mujeres son privilegiadas en la adquisición de trabajo por
cuotas y las mujeres son privilegiadas en pleitos de divorcio. Detrás de todo
esto está la queja constante por parte de las organizaciones feministas
diciendo que los hombres son básicamente los violadores agresivos y las mujeres
son las víctimas.”
El feminismo radical no busca la
igualdad o equidad entre los sexos, sino una confrontación lo más exacerbada
posible. El método es atacar la familia de todas las formas posibles. La base
intelectual de esta ideología es el marxismo más antiguo.
Para Marx
toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido; es una
batalla que sólo podrá resolverse cuando los oprimidos se percaten de su
situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. En
su visión de futuro creía que la sociedad debía ser totalmente reconstruida
para emerger una sociedad sin clases, libre de conflictos, que aseguraría para
todos una paz y una prosperidad plenas, utópicas…
Engels
relata la historia de la mujer y dice que la primera opresión se dio contra
ella por el matrimonio, el hombre se hace propietario de la mujer. La liberación de la mujer pasa por la
destrucción de la familia.
“Abolir a la familia” es una frase
tomada del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Frederick Engels. Hoy esta
consigna se ha convertido en la principal agenda de la izquierda internacional
en contubernio con el feminismo radical de género
Cabe
decir, que si fueron suficientes setenta años para desvelar la mentira
económica y política del marxismo, es muy posible que dure menos este engaño
renovado, pues la familia es mucho más fuerte que los problemas económicos, y
el amor interpersonal entre hombre y mujer más poderoso que la separación entre
amor y sexo.
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