Vox y su conciencia social.
La gran enfermedad de nuestra democracia es que está siendo sustituida por la demagogia. En la investidura de Pedro Sánchez pudimos oír grandes palabras vacías, grandes promesas estériles, grandes truenos muy sonoros, pero de tormenta seca, muchos adjetivos, muchos gritos y pocas razones. En menos de un minuto, Abascal ha tildado al candidato a la presidencia del Gobierno de "fraude", "mentiroso", "estafador", "personaje sin escrúpulos", "villano de cómic, "tirano Banderas", "político indigno" y "mayor fraude de la democracia".
Abascal no
supo qué decir el día que a un periodista despistado se le ocurrió preguntar
varias cuestiones relativas al programa de Vox. «No tengo mucho conocimiento
sobre ello», «no he reflexionado hasta ahora que me lo preguntan», «mejor se lo
preguntan a Rocío Monasterio» y «viva España» fueron las respuestas del macho
alfa de la ultraderecha. Como si no fuese bastante que posiblemente otro escribiera su programa, pretendían que encima se lo leyera.
En nuestro
país, no hemos tomado conciencia de la estrecha relación y la dependencia entre
política y educación, hasta el punto de que una mala política es el fruto de
una ausencia de educación, y una mala educación es la consecuencia de una
política fallida. Platón hablaba de la importancia social de ambas y proponía
una educación nueva, la cual abarcaría
desde los 5 a los 20 años para aquellos que destacasen en la música,
poesía y gimnasia. Los más sobresalientes seguirían sus estudios y los menos
brillantes abandonarían la educación y se organizarían para prepararlos como
futuros profesionales en un oficio y ser libres de vivir en libertad con todos
sus familiares, pero no podrían participar en los asuntos del estado.
Tras el
asesinato de Sócrates y la manera estoica en que éste aceptó su destino, Platón
terminó de convencerse de que, en lugar de buscar el poder, tenía que dedicar
su vida a educar a los políticos en el amor a la virtud y la sabiduría. Ésta
era la única forma -según creía- de mantener la esperanza de que habrían de
prevalecer el bien y la justicia en el Estado.
Hay también
un sector del Episcopado que ve en Vox una oportunidad de ganar influencia, los
duros de Rouco comparten base ideológica con Vox, cimentada en el nacional
catolicismo.
Vox
defiende la postura sobre la violencia machista y llama tristemente la
atención, porque frente a los datos que proceden del poder judicial y de la
propia realidad, culpan a las mujeres de maldad, cuando están sufriendo una
violencia que las asesina.
Me imagino
que los católicos conservadores tendrán la mentalidad de que la mujer es
inferior al hombre y es pecadora por naturaleza. Personalmente, cuando leo en
el Nuevo Testamento que “en Cristo Jesús no hay varón, ni mujer, ni señor, ni
esclavo” (Gal 3, 28), siento que nuestra sociedad necesita ser profundamente
cambiada, porque sigue existiendo en ella mucha diferencia entre varón y mujer
y continúan existiendo muchos señores y muchos esclavos.
Por otra
parte, durante los casi dos mil años de Historia de la Iglesia, sus más
valorados teólogos rivalizaron en justificar (en nombre de Dios) el haber
vuelto a relegar a la mujer a un papel de inferioridad, dependencia y
supeditación respecto del varón. Papel del que, inicialmente, ellas habían entendido
ser liberadas por su Maestro. Durante todo ese tiempo, la mujer ha sido
difamada por los llamados Santos Padres de la Iglesia con teorías que ahora
encontramos ridículas y que nos harían reír si no hubieran hecho sufrir cruel e
innecesariamente a tantas y tantas mujeres.
Sin ir más
lejos, podemos recordar el siguiente análisis “científico” de Santo Tomás de
Aquino (siglo XIII): “la mujer es inferior al hombre en tres aspectos: en el
aspecto evolutivo (inferioridad biogenética), en el ser (inferioridad
cualitativa) y en el hacer (inferioridad funcional)”.Teoría que originó
acaloradas discusiones entre los eruditos, (hasta principios del siglo XIX)
sobre si las mujeres tenían alma o no. Lo cual equivalía a marginar a todo el
género femenino de la Redención.
Otra actitud
que me parece hiriente, desde una perspectiva de fe y del pensamiento social de
la Iglesia, junto con los derechos humanos, es el planteamiento de Vox acerca de los
inmigrantes y refugiados. La Iglesia habla de acogida y de hospitalidad y ellos
hablan de expulsión. La Iglesia habla de personas y ellos hablan de
ilegales. Estoy seguro de que Jesús de Nazaret sería hoy en día un
refugiado o un inmigrante.
Como dice el
Papa Francisco, (que a los de Vox no les gusta absolutamente nada como Papa):
"La política es una de las formas más altas de la caridad, del
amor".
En la
política podemos ser Caín o Abel. ¿Dónde está tu hermano refugiado o
inmigrante? ¿Dónde está tu hermano que sufre la injustica social y la falta de
libertad? ¿Dónde está tu hermana que sufre la violencia machista?
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