Eva Martínez: Del abandono de Ferrol a la hipocresía contra Blanca García Olivares
La decisión de Eva Martínez Montero de aceptar un cargo en Madrid mientras mantiene su acta de concejala en Ferrol ha generado un fuerte malestar entre los ciudadanos. Su marcha pone de manifiesto lo que muchos sospechaban: su compromiso con la ciudad terminó en el momento en que el PSOE pasó a la oposición. Apenas perdió el poder, Martínez no tardó en hacer las maletas y trasladarse a la capital, dejando claro que su interés en Ferrol no era otro que el de impulsar su carrera personal.
Sin embargo, esta actitud no es nueva dentro del socialismo
ferrolano. Basta con echar la vista atrás para recordar el desastroso legado
que el PSOE dejó en la ciudad, especialmente en el ámbito cultural. Durante
el mandato del PSOE, la actividad cultural en Ferrol se redujo drásticamente.
Se cancelaron festivales emblemáticos y se abandonó el apoyo a asociaciones
culturales locales. El Teatro Jofre, en lugar de ser un epicentro cultural,
quedó relegado con una programación escasa y poco atractiva. La biblioteca
municipal sufrió una falta de renovación en sus fondos, dejando a los
ciudadanos sin acceso a novedades literarias. Además, iniciativas de fomento a
la cultura juvenil fueron desmanteladas sin ofrecer alternativas. El PSOE no
solo dejó que las infraestructuras se deterioraran, sino que eliminó
oportunidades de acceso a la cultura para los ferrolanos. Ahora, desde la
oposición, fingen una preocupación que no mostraron cuando gobernaban.
Ahora, desde la oposición, los socialistas parecen haber
recuperado una preocupación repentina por el estado de Ferrol. Resulta irónico
que critiquen al gobierno local por presentar proyectos de reforma en edificios
públicos cuando ellos mismos dejaron sin atender problemas estructurales graves
durante su mandato. La falta de autocrítica y la hipocresía del PSOE son
evidentes: cuando gobernaban, ignoraban los desperfectos de los espacios
culturales; ahora, desde la oposición, se rasgan las vestiduras exigiendo
soluciones inmediatas.
El caso de Eva Martínez no es más que el reflejo de esta
política oportunista. Su salida de Ferrol para asumir un cargo en Madrid es una
demostración palpable de que su interés en la ciudad era puramente
circunstancial. Si realmente estuviera comprometida con Ferrol y con los
ciudadanos que la eligieron, no habría abandonado su puesto tan rápidamente
después de perder el poder. En cambio, ha preferido mantenerse como concejala
desde la distancia, sin renunciar a su acta, pero sin ejercer verdaderamente
sus funciones. Esto supone una falta de respeto hacia los ferrolanos que
confiaron en ella y que ahora ven cómo su representación en el Ayuntamiento se
convierte en un mero trámite burocrático.
Pero si algo ha caracterizado al PSOE de Ferrol en los
últimos años es su falta de coherencia y su doble rasero a la hora de juzgar a
los demás. Cuando estaban en el poder, no dudaron en lanzar ataques personales
y campañas de desprestigio contra sus rivales políticos. Uno de los episodios
más lamentables fue la campaña sucia que emprendieron contra la concejala del
Partido Popular, Blanca García Olivares, por su proyecto de fin de carrera. En aquel momento, los socialistas utilizaron
todo tipo de artimañas para intentar socavar su imagen pública, empleando
acusaciones infundadas y difamaciones con el único objetivo de debilitar a una
adversaria política. Hasta tal punto que uno de los que componían la ejecutiva
decidió dimitir.
Hoy, sin embargo, cuando una de sus principales figuras
abandona la ciudad por conveniencia personal, el PSOE pretende que todo pase
desapercibido. No hay comunicados exigiendo explicaciones, no hay indignación
entre sus filas, ni mucho menos una reflexión sobre la falta de compromiso de
Eva Martínez con Ferrol. Esta actitud evidencia, una vez más, la hipocresía con
la que los socialistas manejan el debate político en la ciudad. Cuando se trata
de atacar a sus adversarios, no escatiman en críticas y acusaciones; pero
cuando son ellos los responsables de una mala praxis, prefieren mirar hacia
otro lado y seguir adelante como si nada hubiera ocurrido.
Los ferrolanos no pueden permitirse seguir siendo
víctimas de este tipo de política oportunista. La ciudad necesita
representantes que realmente estén comprometidos con su desarrollo y que no la
utilicen como un trampolín para sus propias ambiciones. Eva Martínez ha
demostrado que su prioridad no era Ferrol, sino su carrera en Madrid. Su
permanencia como concejala a pesar de haber abandonado la ciudad no es más que
una farsa para mantener un vínculo político que ya no tiene ninguna razón de
ser.
Ferrol merece algo mejor. Merece representantes que se
queden, que trabajen por la ciudad y que no la abandonen cuando las
circunstancias políticas ya no les favorecen. Eva Martínez ha tomado su
decisión, y con ella ha dejado claro cuáles son sus verdaderas prioridades.
Ahora les toca a los ciudadanos tomar nota y recordar quiénes realmente están
aquí para trabajar por Ferrol y quiénes simplemente la utilizan como un peldaño
en su escalera política.
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