El Padre Alejandro Soler Desvela la Fuerza Espiritual de los Mártires de Nembra
La beatificación de estos mártires fue un acto de
reconocimiento a su valentía y fidelidad en tiempos de persecución.
Durante la ceremonia, presidida por el cardenal Angelo Amato, se destacó su
amor, perdón, fortaleza y perseverancia en la fe.
Al escuchar la homilía del Padre Alejandro Soler
sobre los mártires de Nembra, se puede sentir una mezcla de profunda emoción
y admiración por la manera en que transmite la historia de estos valientes
hombres que dieron su vida por su fe. El video de su homilía no solo muestra su
dominio de la narrativa, sino que revela una pasión ardiente y una emoción
palpable en cada palabra, como si estuviera reviviendo junto con sus oyentes el
martirio de estos cristianos.
El Padre Soler, al hablar de los mártires, no los
presenta simplemente como figuras históricas, sino como modelos vivos de fe y
valentía. A lo largo de su predicación, su tono se vuelve fuerte y decidido
cuando relata el sufrimiento de estos hombres. La intensidad con la que
describe el momento en que fueron arrestados y la forma en que fueron
ejecutados toca el alma de quien lo escucha. Cada detalle de la vida de estos
mártires es tratado con un respeto y una reverencia que hacen sentir su
cercanía, como si pudieran estar entre nosotros en ese mismo instante.
No se limita a contar una historia de persecución, sino que
invita a la congregación a experimentar con él la pasión de estos hombres que,
aun en el momento de su muerte, no renunciaron a su fe.
La pasión del Padre Soler se hace aún más evidente cuando
recuerda el contexto histórico de la persecución religiosa en España,
especialmente en aquellos días de 1936, cuando la violencia contra la Iglesia
era brutal. Habla de la tragedia de una fe que fue puesta a prueba de manera
tan extrema y, al mismo tiempo, de la gloria que emanó de esos sacrificios. La
emotividad con la que se expresa es imposible de ignorar: cada palabra parece
estar cargada de un poder espiritual que arrastra a quien lo escucha. No se trata
solo de un relato; es una invitación a vivir esa fe, a ponerse en los zapatos
de los mártires y a entender, no solo intelectualmente, sino desde lo más
profundo del ser, el alcance de su sacrificio.
Al ver el video de su homilía, es evidente que el Padre Alejandro
se ha dejado envolver por la emoción de lo que está narrando. Su mirada se
ilumina al hablar de la fortaleza de los mártires, y su tono se vuelve más
suave cuando habla de su amor por Cristo. Cada gesto, cada cambio de tono en su
voz refleja el amor profundo que siente por estos mártires y, al mismo tiempo,
la admiración por su fe inquebrantable. No es solo un predicador hablando de un
tema religioso; es un hombre que, con su corazón ardiendo, desea transmitir a
otros la grandeza de la fe de aquellos que fueron capaces de dar todo por
Cristo.
El Padre Alejandro también destaca la dimensión humana de
estos mártires. Habla de sus vidas, de sus familias, de sus luchas diarias,
y de cómo, a pesar de ser hombres comunes, fueron capaces de llegar a una santidad
excepcional. Con cada historia de estos mártires, el sacerdote no solo enfatiza
su valentía, sino que también resalta la lucha interior de cada uno, su
compromiso con la fe en un momento de gran hostilidad. Esta humanización de los
mártires convierte su testimonio en algo cercano y accesible, no solo un
recuerdo de un pasado distante, sino una llamada a la vida de cada cristiano en
el presente.
Al final de la homilía deja claro el mensaje central de su
predicación: que la fe no debe ser solo una cuestión de palabras o de
rituales, sino un testimonio vivo y vibrante que nos impulse a vivir con el
mismo amor y valentía con los que los mártires de Nembra vivieron. Al
finalizar el video, la sensación que queda es la de haber sido testigo de algo
mucho más grande que una simple narración histórica. El Padre Soler no solo ha
contado una historia; nos ha invitado a vivirla con él, a sentir el dolor, la
gloria y la esperanza de esos hombres, y a tomar su ejemplo como un faro que
ilumina nuestro propio camino de fe.
Es difícil no emocionarse al escuchar su predicación, pues
transmite una fe que no solo es racional, sino profundamente visceral. Con
su pasión y entrega, transmite lo que es vivir la fe con el corazón y la vida.
Y, al final, uno no puede evitar sentir que esos mártires de Nembra no solo son
héroes del pasado, sino compañeros de camino en la fe.
El Padre Alejandro Soler destaca de manera poderosa y
emotiva el papel fundamental que juegan los sacramentos en la vida del
cristiano, particularmente en momentos de dificultad y prueba. Su pasión por
transmitir esta enseñanza es evidente, ya que, con una claridad conmovedora,
explica cómo los sacramentos no solo son actos litúrgicos aislados, sino que
son fuentes de fuerza que alimentan la vida cristiana día a día.
El sacerdote subraya que la gracia de los sacramentos es
lo que permite a los fieles vivir con fortaleza, incluso cuando las
circunstancias son adversas. Al hablar de los mártires de Nembra, el Padre
Soler relaciona la perseverancia de estos hombres en su fe con la fuerza que
los sacramentos les otorgaron. Según él, cada sacramento es un medio por el
cual Dios comunica su poder y su consuelo. En particular, la Eucaristía y
la reconciliación son dos sacramentos que transforman radicalmente la vida del
creyente. La Eucaristía, como alimento espiritual, les dio la fortaleza
necesaria para enfrentar el martirio, y la confesión, como renovación constante
de la gracia, les permitió mantenerse firmes en su fe incluso cuando la muerte
estaba cerca.
Con gran convicción,
dice que los mártires de Nembra vivieron lo que muchos cristianos hoy no
comprenden completamente: el martirio no es solo el acto heroico de enfrentar
la muerte, sino también el martirio de cada día, el sacrificio diario en los
pequeños actos de la vida cotidiana. Habla del "martirio de la vida
diaria", un concepto que conecta la experiencia de estos mártires con la
vida de todos los creyentes. La vida cristiana, según él, está llena de
sacrificios, de momentos en los que se debe elegir el amor, la paciencia, el
perdón y la fidelidad, a veces en circunstancias que parecen muy lejanas al
martirio físico, pero igualmente exigentes.
Con su estilo emotivo, el sacerdote recuerda a los fieles
que cada vez que se acercan a los sacramentos, especialmente a la Eucaristía,
reciben una fuerza divina que les permite no solo resistir, sino también vivir
con una alegría profunda, una paz que el mundo no puede dar. El martirio no
se limita a una muerte física, sino que se vive también en los pequeños
sacrificios de todos los días: en la lucha por mantener la fe en un mundo
secularizado, en el esfuerzo por vivir el amor cristiano en nuestras relaciones
diarias, en la paciencia para soportar las pruebas y sufrimientos de la vida.
La pasión y el ardor con los que habla de estos temas
dejan claro que, para él, los sacramentos son mucho más que rituales: son la
fuerza que nos da Dios para vivir una vida cristiana auténtica, a veces
heroica, a veces silenciosa, pero siempre fiel.
La emoción que transmite es tal que no solo nos invita a
reflexionar, sino a vivir con una nueva conciencia de que, al igual que los
mártires de Nembra, cada uno de nosotros está llamado a ser testigo de la fe, a
vivir con una valentía serena, sosteniéndonos siempre en la gracia de los
sacramentos, como fuente de fuerza y vida eterna.
José Carlos Enríquez Díaz
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