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El Padre Alejandro Soler Desvela la Fuerza Espiritual de los Mártires de Nembra


 Los mártires de Nembra fueron fieles cristianos de la parroquia asturiana de Nembra, en el concejo de Aller, que fueron asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa de 1936 en España. El sacerdote Genaro Fueyo Castañón y los laicos Isidro Fernández Cordero, Segundo Alonso González y Antonio González Alonso fueron beatificados el 8 de octubre de 2016 en la Catedral de Oviedo.

La beatificación de estos mártires fue un acto de reconocimiento a su valentía y fidelidad en tiempos de persecución. Durante la ceremonia, presidida por el cardenal Angelo Amato, se destacó su amor, perdón, fortaleza y perseverancia en la fe.

Al escuchar la homilía del Padre Alejandro Soler sobre los mártires de Nembra, se puede sentir una mezcla de profunda emoción y admiración por la manera en que transmite la historia de estos valientes hombres que dieron su vida por su fe. El video de su homilía no solo muestra su dominio de la narrativa, sino que revela una pasión ardiente y una emoción palpable en cada palabra, como si estuviera reviviendo junto con sus oyentes el martirio de estos cristianos.

El Padre Soler, al hablar de los mártires, no los presenta simplemente como figuras históricas, sino como modelos vivos de fe y valentía. A lo largo de su predicación, su tono se vuelve fuerte y decidido cuando relata el sufrimiento de estos hombres. La intensidad con la que describe el momento en que fueron arrestados y la forma en que fueron ejecutados toca el alma de quien lo escucha. Cada detalle de la vida de estos mártires es tratado con un respeto y una reverencia que hacen sentir su cercanía, como si pudieran estar entre nosotros en ese mismo instante.

No se limita a contar una historia de persecución, sino que invita a la congregación a experimentar con él la pasión de estos hombres que, aun en el momento de su muerte, no renunciaron a su fe.

La pasión del Padre Soler se hace aún más evidente cuando recuerda el contexto histórico de la persecución religiosa en España, especialmente en aquellos días de 1936, cuando la violencia contra la Iglesia era brutal. Habla de la tragedia de una fe que fue puesta a prueba de manera tan extrema y, al mismo tiempo, de la gloria que emanó de esos sacrificios. La emotividad con la que se expresa es imposible de ignorar: cada palabra parece estar cargada de un poder espiritual que arrastra a quien lo escucha. No se trata solo de un relato; es una invitación a vivir esa fe, a ponerse en los zapatos de los mártires y a entender, no solo intelectualmente, sino desde lo más profundo del ser, el alcance de su sacrificio.

Al ver el video de su homilía, es evidente que el Padre Alejandro se ha dejado envolver por la emoción de lo que está narrando. Su mirada se ilumina al hablar de la fortaleza de los mártires, y su tono se vuelve más suave cuando habla de su amor por Cristo. Cada gesto, cada cambio de tono en su voz refleja el amor profundo que siente por estos mártires y, al mismo tiempo, la admiración por su fe inquebrantable. No es solo un predicador hablando de un tema religioso; es un hombre que, con su corazón ardiendo, desea transmitir a otros la grandeza de la fe de aquellos que fueron capaces de dar todo por Cristo.

El Padre Alejandro también destaca la dimensión humana de estos mártires. Habla de sus vidas, de sus familias, de sus luchas diarias, y de cómo, a pesar de ser hombres comunes, fueron capaces de llegar a una santidad excepcional. Con cada historia de estos mártires, el sacerdote no solo enfatiza su valentía, sino que también resalta la lucha interior de cada uno, su compromiso con la fe en un momento de gran hostilidad. Esta humanización de los mártires convierte su testimonio en algo cercano y accesible, no solo un recuerdo de un pasado distante, sino una llamada a la vida de cada cristiano en el presente.

Al final de la homilía deja claro el mensaje central de su predicación: que la fe no debe ser solo una cuestión de palabras o de rituales, sino un testimonio vivo y vibrante que nos impulse a vivir con el mismo amor y valentía con los que los mártires de Nembra vivieron. Al finalizar el video, la sensación que queda es la de haber sido testigo de algo mucho más grande que una simple narración histórica. El Padre Soler no solo ha contado una historia; nos ha invitado a vivirla con él, a sentir el dolor, la gloria y la esperanza de esos hombres, y a tomar su ejemplo como un faro que ilumina nuestro propio camino de fe.

Es difícil no emocionarse al escuchar su predicación, pues transmite una fe que no solo es racional, sino profundamente visceral. Con su pasión y entrega, transmite lo que es vivir la fe con el corazón y la vida. Y, al final, uno no puede evitar sentir que esos mártires de Nembra no solo son héroes del pasado, sino compañeros de camino en la fe.

El Padre Alejandro Soler destaca de manera poderosa y emotiva el papel fundamental que juegan los sacramentos en la vida del cristiano, particularmente en momentos de dificultad y prueba. Su pasión por transmitir esta enseñanza es evidente, ya que, con una claridad conmovedora, explica cómo los sacramentos no solo son actos litúrgicos aislados, sino que son fuentes de fuerza que alimentan la vida cristiana día a día.

El sacerdote subraya que la gracia de los sacramentos es lo que permite a los fieles vivir con fortaleza, incluso cuando las circunstancias son adversas. Al hablar de los mártires de Nembra, el Padre Soler relaciona la perseverancia de estos hombres en su fe con la fuerza que los sacramentos les otorgaron. Según él, cada sacramento es un medio por el cual Dios comunica su poder y su consuelo. En particular, la Eucaristía y la reconciliación son dos sacramentos que transforman radicalmente la vida del creyente. La Eucaristía, como alimento espiritual, les dio la fortaleza necesaria para enfrentar el martirio, y la confesión, como renovación constante de la gracia, les permitió mantenerse firmes en su fe incluso cuando la muerte estaba cerca.

 Con gran convicción, dice que los mártires de Nembra vivieron lo que muchos cristianos hoy no comprenden completamente: el martirio no es solo el acto heroico de enfrentar la muerte, sino también el martirio de cada día, el sacrificio diario en los pequeños actos de la vida cotidiana. Habla del "martirio de la vida diaria", un concepto que conecta la experiencia de estos mártires con la vida de todos los creyentes. La vida cristiana, según él, está llena de sacrificios, de momentos en los que se debe elegir el amor, la paciencia, el perdón y la fidelidad, a veces en circunstancias que parecen muy lejanas al martirio físico, pero igualmente exigentes.

Con su estilo emotivo, el sacerdote recuerda a los fieles que cada vez que se acercan a los sacramentos, especialmente a la Eucaristía, reciben una fuerza divina que les permite no solo resistir, sino también vivir con una alegría profunda, una paz que el mundo no puede dar. El martirio no se limita a una muerte física, sino que se vive también en los pequeños sacrificios de todos los días: en la lucha por mantener la fe en un mundo secularizado, en el esfuerzo por vivir el amor cristiano en nuestras relaciones diarias, en la paciencia para soportar las pruebas y sufrimientos de la vida.

La pasión y el ardor con los que habla de estos temas dejan claro que, para él, los sacramentos son mucho más que rituales: son la fuerza que nos da Dios para vivir una vida cristiana auténtica, a veces heroica, a veces silenciosa, pero siempre fiel.

La emoción que transmite es tal que no solo nos invita a reflexionar, sino a vivir con una nueva conciencia de que, al igual que los mártires de Nembra, cada uno de nosotros está llamado a ser testigo de la fe, a vivir con una valentía serena, sosteniéndonos siempre en la gracia de los sacramentos, como fuente de fuerza y vida eterna.

José Carlos Enríquez Díaz

 

 

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