Los inquisidores de hoy…
No. No ha desaparecido del todo la antaño temida y terrible
- Sagrada Inquisición Universal Romana.
Los Inquisidores de hoy no soportan la pluralidad. Ser católico es ser monolíticos como ellos.
¿A qué viene rasgarse las vestiduras como hacían los
fariseos cuando algo no les encajaba en su concepción de la fe? Y de Jesús no
les encajaba casi nada
Estos teólogos de pacotilla que quieren dárselas de Teólogos
no resistirían ni un solo argumento, mirando a los ojos de Pikaza, Castillo,
Tamayo, Pagola…
X.Pikaza es uno de los referentes más brillantes de
la Teología española del presente y, además, una gran persona en el trato
humano y familiar que muchos quisieran.
Sí, señores inquisidores, Sí, espiritualmente los
curas secularizados siguen siendo parte de la Iglesia Católica. Aunque un
sacerdote secularizado deja de ejercer su ministerio sacerdotal de manera
pública, y ya no tiene funciones oficiales como celebrar misa o administrar
sacramentos, sigue perteneciendo a la Iglesia en su dimensión espiritual.
El sacramento del orden sacerdotal tiene un carácter
indeleble, lo que significa que una vez que alguien es ordenado sacerdote, lo
es para siempre, aunque deje de ejercer. Esto se debe a que la ordenación
imprime un "carácter" espiritual en la persona que no puede ser
borrado. Por tanto, un sacerdote secularizado sigue siendo sacerdote en esencia,
pero está dispensado de las obligaciones y deberes pastorales que conlleva el
ministerio sacerdotal.
En la práctica, esto significa que, aunque un sacerdote
secularizado no ejerza públicamente, sigue estando vinculado a la Iglesia en su
vida espiritual y comunitaria. Puede participar en la vida de la Iglesia como
cualquier laico, asistir a misa, recibir los sacramentos, y seguir viviendo su
fe. Además, en casos excepcionales, como el peligro de muerte de alguien, un
sacerdote secularizado puede ejercer sus facultades sacramentales, como ofrecer
la confesión.
¡Espiritualmente los curas secularizados siguen siendo
parte de la Iglesia, aunque no ejerzan su ministerio de forma activa!
A nivel práctico, un cura secularizado ya no forma parte
activa de la estructura clerical de la Iglesia, pero sigue perteneciendo a la
comunidad eclesial como laico. En situaciones excepcionales, como en caso de
emergencia (por ejemplo, el peligro de muerte de una persona), puede ejercer
sus facultades sacerdotales, como administrar la confesión. Esto se debe a la
naturaleza permanente del sacerdocio que nunca se pierde del todo, aunque la
persona haya dejado de ejercerlo públicamente.
A pesar de que vivimos en una época de mayor apertura y
acceso a la información, los inquisidores de hoy continúan ejerciendo un control
significativo sobre las ideas y las voces que pueden ser escuchadas. Aunque los
métodos han cambiado, la esencia de la inquisición moderna sigue siendo la
misma: suprimir la diversidad de pensamiento y imponer una visión única de la
verdad.
Los inquisidores modernos pueden tomar la forma de
campañas de cancelación o linchamientos virtuales. Personas o grupos que no
siguen las normas sociales predominantes pueden ser sometidos a un escrutinio
público feroz, donde son juzgados, condenados y castigados sin el debido
proceso, recordando las prácticas inquisitoriales de acusar y castigar sin
derecho a defensa justa.
Además, en algunos sectores de la sociedad, como el
académico o el empresarial, existen presiones para adherirse a ciertas formas
de pensamiento "correcto", donde las opiniones divergentes son
reprimidas o ridiculizadas. Estos inquisidores no usan torturas físicas como en
el pasado, pero la exclusión social o profesional, la censura y la
estigmatización cumplen un papel similar en la vida contemporánea.
A pesar de que vivimos en una época de mayor apertura y
acceso a la información, los inquisidores de hoy continúan ejerciendo un
control significativo sobre las ideas y las voces que pueden ser escuchadas.
Aunque los métodos han cambiado, la esencia de la inquisición moderna sigue
siendo la misma: suprimir la diversidad de pensamiento y imponer una visión
única de la verdad.
La metáfora que describe a la Iglesia como "un gran
museo con fósiles dentro" para referirse a aquellos que tienen ideas
preconciliares, especialmente anteriores al Concilio Vaticano II (1962-1965),
puede interpretarse como una crítica a ciertos sectores o personas que, en
lugar de adaptarse a los cambios y reformas que la Iglesia ha promovido a lo
largo de su historia, permanecen aferrados a una visión tradicionalista o
conservadora del catolicismo.
Al calificarlos como "fósiles", se está
sugiriendo que sus ideas están ancladas en el pasado y que no han evolucionado
con los tiempos, como si pertenecieran a una época que ya ha quedado atrás,
pero aún permanecen dentro de la estructura de la Iglesia.
Es importante señalar que dentro de la Iglesia hay
diversidad de pensamientos, y aunque las reformas del Vaticano II son
ampliamente aceptadas, sigue habiendo personajes tradicionalistas que buscan
mantener las prácticas y enseñanzas anteriores. Estas tensiones reflejan un
debate interno sobre cómo la Iglesia debe relacionarse con el mundo
contemporáneo, entre los que abogan por la renovación constante y los que temen
que se pierda la esencia de lo que consideran la verdadera fe.
La Iglesia, en este sentido, no es un "museo"
estático, ya que sigue evolucionando y respondiendo a los desafíos
actuales. Sin embargo, la existencia de personas con ideas preconciliares
muestra que, como toda institución con una historia tan vasta, conviven en ella
diferentes visiones sobre cómo debe ser su futuro.
Así, pues, hoy en día, los "inquisidores"
modernos dentro de la Iglesia no utilizan los métodos brutales del pasado, como
la persecución física o el juicio público de la Inquisición. Sin embargo, en
ciertos contextos, puede haber figuras o sectores dentro de la Iglesia que
actúan como vigilantes de la ortodoxia y ejercen presión sobre aquellos que se
desvían de lo que consideran las enseñanzas tradicionales o correctas de la fe.
En estos casos, las amenazas o las advertencias de no dejar participar
activamente en la vida de la Iglesia pueden tomar formas más sutiles o
sociales, pero no menos poderosas.
El Papa Francisco, ha abogado por una Iglesia más
inclusiva, menos condenatoria y más misericordiosa, llamando a que se fomente
el diálogo y la apertura. Sin embargo, en la realidad cotidiana de algunos funcionarios eclesiales, aún quedan inquisidores que ejercen una especie de "control"
sobre quién puede o no participar en ciertos espacios dentro de la Iglesia,
recordando en alguna medida las prácticas inquisitoriales de tiempos pasados,
aunque con métodos mucho menos violentos.
Estas tensiones son parte de los desafíos que enfrenta la
Iglesia en su intento de equilibrar la tradición con las nuevas realidades del
mundo contemporáneo.
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