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Las injusticias de Rafael Zornoza no preocupan al Papa Francisco ni a los jerarcas


La percepción de una "dictadura" dentro de la Iglesia refleja las tensiones entre la autoridad eclesiástica y las demandas de mayor libertad, participación y justicia. Mientras que la estructura jerárquica de la Iglesia se ha mantenido en gran medida inalterada a lo largo de los siglos, los cambios en la sociedad moderna han hecho que muchos católicos y observadores externos cuestionen si esta estructura es compatible con los valores de igualdad y libertad que predica el Evangelio.

La idea de una "dictadura en la Iglesia" no es una acusación sin fundamento, sino una reflexión crítica sobre cómo se ha ejercido el poder en esta institución a lo largo de los siglos. Si bien la Iglesia ha sido un faro de fe y esperanza para millones de personas, también ha caído en prácticas autoritarias que han limitado la libertad y la participación de sus fieles.

La Iglesia Católica, al igual que otras instituciones religiosas, ha sido tanto una fuente de consuelo, esperanza y justicia para millones de personas, como una institución que ha cometido errores y abusos a lo largo de su historia. Para abordar esta idea de manera equilibrada, es importante analizar los diversos aspectos en los que la Iglesia ha sido acusada de injusticia, así como los esfuerzos que ha realizado para rectificar estos errores.

"Rafael Zornoza capaz de hacer despedir sin despeinarse a casi la mitad de la plantilla de su diócesis (veinte trabajadores) en actos netamente contraconciliares nunca respaldados por tribunales de ninguna clase",  afirma  José Luis Aznar "A sus curas conciliares, les suspende cautelarmente, como a Vez o a Casado, y les encausa, sin que tampoco ningún tribunal canónico ni civil emita sentencia firme a su favor"

"Y todo esto ¿al nuncio Bernardito Auza le causa alguna inquietud, por ejemplo a la hora de buscar candidato para la vacante diócesis gaditana tras el paso de Atila?" añade José Luis Aznar.

El padre Rafael Vez Palomino, expárroco de Conil de la Frontera, privado de todos sus cargos y hasta de su condición de sacerdote por el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza Boy, es una de las voces más sobresalientes entre las muchas que en la diócesis critican la deriva “empresarial” del obispado. Sin mediar juicio ni eclesiástico ni civil, el cura ha sufrido ya el peor de los castigos que puede padecer un sacerdote en ejercicio, cruelmente infligido por Zornoza, que actúa sin ningún escrúpulo como juez y parte. Sin embargo, el obispo nunca ha respondido a las preguntas que el cura ha formulado públicamente a través de su perfil de Facebook, ni ha aclarado cuestiones más o menos oscuras que Rafael Vez ha sacado a relucir. En esta información reproducimos algunas de las preguntas y denuncias públicas formuladas por el expárroco castigado.

El párroco de Conil instó públicamente la dimisión del Ecónomo, tras el despido de una trabajadora del obispado, con el siguiente texto publicado en su página de Facebook:

“Sr. ECÓNOMO DIOCESANO: ¡QUÉ LOCURA! ¿NO SERÁ MEJOR QUE VAYAS PENSANDO EN TU DIMISIÓN?

Poco a poco nos vamos enterando de lo ocurrido esta mañana en el juicio de M. Carmen Amigueti. Es una verdadera locura lo que allí se ha podido oír. El Obispado estaba dispuesto a indemnizarla con 50.000 euros para no entrar a juicio. Y el representante del obispado ha reconocido el despido improcedente. Incluso a preguntas del Magistrado ha dicho que el despido ha sido decisión del Señor Ecónomo, P. Antonio Diufain. Si esto es así, ¡Qué locura! Más vale que renuncies al cargo de ecónomo diocesano y te marches por donde has venido. ¿Cuánto han costado ya a la Diócesis tus decisiones? ¿Cuánto van a seguir costando tus imposiciones, tus compras de productos financieros, tus meteduras de pata? ¿No crees que va siendo hora de que, delante de Dios, mires tu conciencia y dejes de hacer daño? ¿A quién obedeces en este camino demencial por el que estás llevando las riendas de la diócesis? ¿Cuánto lleva pagado la diócesis en indemnizaciones? ¿Cuánto en abogados y pleitos? Porque desde que todo esto empezó, no has ganado ni uno de ellos. Y aún quedan algunos, que, a buen seguro, perderás también.

No olvides el Libro de los Evangelios, que un día tocaste con tus manos, y que has dejado olvidado tantas veces, cuando tenías que haber hecho uso de él para no cometer tantas injusticias e infligir tanto dolor en las personas que trabajaban con nosotros y sus familias.

Por último, quiero decir que hemos sido compañeros de estudio dos años en Sevilla. Te sustituí en Ceuta en la Parroquia de San José de Hadú. He seguido tu trabajo Misionero en Latinoamérica. Y me alegré de tu vuelta a la Diócesis. Pero estos últimos años, desde que asumiste el cargo de ecónomo, y luego de canónigo, no te reconozco. No he comprendido tu forma de actuar si no es por despecho a una Diócesis, y a unos compañeros, que no te aplaudieron y siguieron oficialmente tus proyectos, pero que sin embargo colaboraron contigo. Piensa si realmente estás haciendo un bien, porque es mucho el daño que tu forma de actuar y proceder ha provocado, y sobre todo, tu constante desprecio al trabajo de tus compañeros sacerdotes y de muchos seglares.”

Así pues, El obispo Rafael Zornoza Boy, ha sido objeto de controversia debido a su implicación en varios casos de desahucios que involucraron a la diócesis. Durante su mandato, hubo críticas por la gestión de algunos bienes inmuebles de la Iglesia, que derivaron en conflictos con familias que vivían en propiedades pertenecientes a la diócesis y que se enfrentaron a desahucios.

Uno de los casos más conocidos ocurrió en 2019, cuando varias familias en situación de vulnerabilidad fueron desalojadas de viviendas propiedad de la diócesis en Cádiz. La Iglesia había solicitado la devolución de las viviendas para su venta o reestructuración, lo que provocó indignación y protestas tanto por parte de los afectados como de colectivos sociales que defendían el derecho a una vivienda digna. Las críticas se centraron en el hecho de que, mientras la Iglesia predica la ayuda a los más necesitados, las decisiones administrativas en estos casos parecían ir en contra de esos principios.

El caso llegó a ser especialmente polémico porque se denunciaba que la gestión del patrimonio de la Iglesia en Cádiz bajo el mandato de Zornoza Boy se estaba orientando hacia intereses económicos, en lugar de cumplir con la misión social de la institución. Esto generó tensiones entre la diócesis y algunos sectores de la sociedad civil, que esperaban una mayor sensibilidad hacia los problemas de vivienda.

La respuesta de Zornoza Boy y la diócesis fue que se trataba de un proceso legal y que, aunque se entendía la situación de las familias, había que proceder conforme a las leyes de propiedad, argumentando que las viviendas estaban ocupadas de manera irregular. Sin embargo, esto no frenó las críticas, y el tema afectó la imagen del obispo y de la diócesis en ciertos sectores.

Este tipo de situaciones refleja una tensión entre la gestión patrimonial de la Iglesia y su labor pastoral, especialmente en contextos de crisis económica y social.

Si bien la Iglesia Católica ha sido una institución clave en la historia de la humanidad, su comportamiento en ciertos períodos ha sido claramente autoritario y opresivo. En su esfuerzo por mantener la unidad doctrinal y su influencia sobre las sociedades, la Iglesia ha adoptado posturas dictatoriales que han afectado negativamente a la libertad individual, el progreso científico y la justicia social. Hoy en día, si bien la Iglesia ha perdido gran parte de ese poder autoritario, sigue siendo objeto de crítica cuando se percibe que intenta imponer su moral o doctrinas en contextos políticos o sociales que valoran la pluralidad y la libertad de conciencia.

Así, pues, el poder, tal como ha sido ejercido – y lo sigue siendo- por la Iglesia, ha distorsionado el mensaje de Jesús, imponiendo estructuras de control en lugar de promover la libertad y la justicia. Su visión propone una Iglesia más abierta, democrática y comprometida con los valores evangélicos de servicio a los pobres y marginados, lo que representa una invitación a repensar el papel del poder en la fe cristiana.

Jesús, según los evangelios, no buscó fundar una estructura autoritaria ni una institución centrada en el poder. Sin embargo, a lo largo de los siglos, la Iglesia se transformó en una institución que priorizó el control y la autoridad, tomando formas de poder similares a las estructuras políticas y monárquicas de su tiempo. Esta institucionalización es una traición al mensaje original de Jesús, que se basaba en el servicio, la humildad y la solidaridad con los pobres y marginados. ¡la verdadera liberación cristiana no está en someterse a una jerarquía, sino en vivir en libertad, siguiendo los valores de compasión y justicia predicados por Jesús!

 

 

 

 

 

 

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