Puigdemont vuelve a España: para después “esfumarse…”
Para organizar este recibimiento «a lo grande», Junts solicitó
al Ayuntamiento de Barcelona, actualmente encabezado por el socialista Jaume
Collboni, montar un escenario ante el Arco del Triunfo de la Ciudad Condal ante
el que se colocó este miércoles a lo largo de la tarde dos pantallas gigantes
desde las que se espera la retransmisión a bombo y platillo el regreso y las
posibles palabras de Puigdemont.
Durante, el trayecto, se ha perdido de vista al expresidente
catalán pese a las numerosas cámaras que seguían a la comitiva en dirección al Parlament.
Los medios internacionales ya se están haciendo eco del
comienzo de investidura de Salvador Illa en el Parlament de Cataluña y, sobre
todo, del regreso de Carles Puigdemont a España. Por su parte, el The
New York Times cuenta que "Carles Puigdemont regresa a
Cataluña desafiando la orden de arresto española". Hacen hincapié
sobre todo en los años viviendo en el exilio y que, a pesar de la ley de
amnistía, podría ser arrestado.
The Times, abre la sección de España con que
"el separatista catalán Carles Puigdemont enfrenta el arresto en
España".
Le Figero, el periódico más longevo del país galo nombra
a Puigdemont como el "separatista catalán" que no ha regresado a España
desde 2017 para "escapar de la justicia española".
Además, desde el periódico francés publicaron que la ley de Amnistía había sido
"negociada ferozmente para permitir a Pedro Sánchez permanecer en el
poder". Por su parte, Le Monde explica que "Carles Puigdemont
reaparece en Cataluña tras siete años de exilio, pese a una orden de detención
en su contra".
Además, el medio habla sobre que "su detención
podría descarrilar, o al menos retrasar, el proceso de toma de posesión de
Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat, el gobierno
regional.
El medio digital más leído en Alemania, Frankfurter
Allgemeine, publica que "El separatista Puigdemont regresa a España".
Su huida sobrepasa cualquier experiencia Erasmus. Una decena
de países en siete años, el continente de punta a punta: de las Islas
Feroe y Finlandia a Escocia, con Suiza como destino por excelencia y
Francia entre sus preferidos. El primer viaje, a Copenhague, parecía
arriesgado, pues nada garantizaba que fuera de Waterloo los tribunales le
seguirían amparando.
El expresidente catalán fugado en Bruselas, (Bélgica),
Carles Puigdemont, se burlaba en una entrevista en La Vanguardia de que en 2022
entró en España sin ser detenido. El también candidato por Junts, pasó
más de una hora volando en «territorio español» en el año 2022. El forajido voló de Milán a Bruselas cuando volvía de
unas vacaciones en Cerdeña.
Atrás quedará una mansión en Waterloo -la Casa de la
República-, cuyo alquiler mensual superaba los 4.000 euros y que, según la
versión más extendida, sufragaba su amigo Josep Maria Matamala, ex
senador y uno de los pocos conocedores de su plan de huida. También dejará
atrás su actual residencia en Francia -una casa rural que se
alquilaba por 1.850 euros entre semana y 1.350 para sábados y domingos- y,
además de infinidad de polémicas políticas y judiciales, quedará sin resolver
la pregunta de quién sostuvo su economía.
Así pues, todo esto supone una humillación para todos los
españoles que supone la destrucción del Estado de derecho y que el
presidente del Gobierno.
A lo largo de este camino, Puigdemont habría cometido
supuestamente una serie de delitos, desglosados en el de sedición, rebelión,
malversación o terrorismo, entre otros. A día de hoy, la mayoría de los delitos
han desaparecido ya que quedan amparados por la aplicación de la ley de
amnistía, pero el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena mantiene la orden de
detención por el delito de malversación de fondos públicos, recogido en las
excepciones de la ley.
¡Puigdemont se burla de la Justicia española y Sánchez calla! Trata de hacerse perdonar por los separatistas a quienes ha elegido como socios
y le tienen cogidas las vueltas.
Ante una situación política tan bochornosa e indignante como
esta, cualquier político equilibrado, serio y responsable dimitiría
inmediatamente, es más, ni siquiera habría dado pie a ella, Pero Pedro Sánchez
ni se inmuta, se comporta como si nada pasara. Esta actitud política suya,
indeseable, ruin y fraudulenta no puede ni debe convertirse en normal por mucho
que se reincida en ella.
Ante tal estupor y perplejidad, los hechos expuestos incitan
a interpretarse como algo más que hacer lo contrario de lo que se dice y
promete, o de mentir o cambiar de opinión, etc. No, dicha conducta parece
reflejar algo más, esto no tiene visos de normalidad, parece indicar algo
enfermizo.
El poder emborracha. Quien se coloca en el
lado de los fuertes, quien posee talentos naturales, quien consigue amigos (o
cómplices) astutos, quien sabe disparar por la espalda, quien exige fidelidad a
otros mientras se salta tranquilamente las normas básicas de la convivencia
humana, siente en su corazón la embriaguez de la victoria fácil.
Es uno de los males más profundos del poder: corrompe los
corazones. Por eso hay quien llega a formas de bajeza vergonzosas casi sin
darse cuenta de lo que hace. Incluso puede pisotear a familiares y amigos de
modo miserable, con la frialdad que crece al ver que conquista un puesto, que
gana más dinero, que elimina a un enemigo, que despoja a un amigo ingenuo, y
además nadie le denuncia por miedo o por ignorancia.
El poder corrompe, entonces, cuando uno
alimenta la avaricia, la ira, la soberbia, o el afán de placeres sin medida. El
que desea algo bueno de modo desordenado, o algo claramente malo, buscará
maneras para alcanzar sus objetivos, y sentirá un especial impulso hacia lo
injusto cuando descubra, entre sus manos, fuerzas y energías para emprender el
camino del mal.
El mejor antídoto radica, entonces, en la lucha contra
ambiciones deshonestas, contra placeres que encadenan, contra espejismos de
fama que ofuscan los corazones.
Esa lucha necesita, además, estar acompañada por el amor
sincero hacia lo noble, lo bello, lo justo, lo bueno. El corazón necesita aire
puro e ideales grandes.
Será posible, entonces, resistir la prepotencia de los
malos y el susurro engañador de la serpiente que busca, de mil maneras, engañar
a los incautos.
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