Carles Puigdemont anuncia que vuelve a España tras varios años fugado.
Espera salir impune de esta, pero no se lo debemos permitir:
tiene que ser detenido para que se haga justicia.
Puigdemont ha desafiado abiertamente nuestras leyes y ha
tratado de fracturar la unidad de España, promoviendo un referéndum ilegal y
declarando una independencia unilateral que fue un ataque directo a nuestra
Constitución y a nuestro modo de vida. Desde entonces, ha huido de la justicia
cual cobarde.
Ahora vuelve para montar un espectáculo y con la
esperanza de que su socio Sánchez mueva hilos para asegurar que se le aplique
la amnistía y así librarse de prisión.
No se trata solo de una cuestión legal; es un deber
patriótico. España es una nación de leyes, y estas deben ser respetadas
y defendidas con vigor.
Permitir que alguien que ha cometido acciones tan graves
eluda la justicia sería una traición a los principios que todos compartimos y a
los sacrificios que hemos hecho como país.
No podemos permitir que un solo individuo socave lo que
hemos construido juntos a lo largo de los siglos.
Además, el Tribunal Supremo ya decidió que es sospechoso
de posibles delitos a los que no resulta aplicable la Ley de Amnistía, por lo
que no podrá librarse.
La detención de Puigdemont daría lugar a un nuevo escenario
político que Sánchez teme: todo su plan saltaría por los aires. De nada
habría servido la Amnistía y el acuerdo del PSOE y ERC no valdría para nada.
¡Sánchez no teme que venga Puigdemont, teme que lo
detengan!
Más de siete años después de su marcha a Bruselas, Carles
Puigdemont ha confirmado que regresará a España en un movimiento que
podría condicionar la investidura de Salvador Illa como presidente de la
Generalitat.
Salvo sorpresas, lo habitual es que el magistrado le
interrogue y decida si hay motivos para enviarle a prisión, y el riesgo de fuga
por haber estado huido todo este tiempo no juega a su favor, teniendo en cuenta
además que el delito por el que sigue procesado, malversación, podría
traducirse en hasta 12 años de cárcel.
Pero convendría recordar e insistir en lo evidente: lo que los españoles están contemplando desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa es un imparable proceso cuya última finalidad es la destrucción de España, tal como todavía la conocemos, en su independencia política y en su integridad territorial. Si bien se mira, las concesiones que Sánchez y todos y cada uno de los miembros de su gobierno vienen impávidamente haciendo es dar cauce a las reclamaciones separatistas para convertirse en estados independientes. Naturalmente a cambio de los votos para que siga como presidente del Gobierno.
Pedro Sánchez y su Gobierno están haciendo todo lo posible
por rematar sus peores tropelías sin apenas resistencia, en ese viaje siniestro
emprendido ya en 2018 para dotarse a sí mismos de inmunidad e impunidad.
Lejos de dar una explicación razonable y precisa sobre el comportamiento
de su esposa o de su hermano, el líder socialista ha aumentado la ofensiva
represiva contra quienes, simplemente, cumplen con su misión de enjuiciar los
hechos o informar e investigar sobre ellos, dos funciones esenciales en un
sistema democrático.
David Sánchez Pérez-Castejón estudió música en
San Petersburgo y tuvo una trayectoria de escaso recorrido hasta que en 2017 se
le adjudica una plaza de alto cargo de libre designación en un puesto de
nueva creación en la Diputación de Badajoz, que gobierna el PSOE.
La Agencia Tributaria ha comunicado a la magistrada
Beatriz Biedma, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, que el
músico David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez, es "incapaz" de justificar un patrimonio de 1,7
millones de euros. En sus últimas cinco declaraciones de la renta, solo ha
podido demostrar ingresos por un total de 220.000 euros, según ha
informado El
Debate.
En el documento figura que el año pasado, en 2023, David
Sánchez ingresó 75.957,62 euros. También se incluye una tabla
con las cifras de los últimos cuatro años: en 2022 ingresó 38.588,61
euros; en 2021 declaró 17.616,11 euros; en 2020 ingresó 38.362,19
euros; y en 2019 figuran cobros por valor de 51.081,14 euros.
En total, 221.605,67 euros, una cifra muy alejada de los 1,7 millones de euros que
ha declarado como alto cargo de la Diputación de Badajoz. Dentro de la
corporación provincial, el músico ostenta el cargo de jefe de la oficina de
Artes Escénicas. Una responsabilidad por la que percibe 55.760 euros
anualmente.
Así, pues, es imposible abordar en un único artículo todos
los casos de corrupción delictiva del partido de la "honradez
centenaria" y tampoco cabe realizar aquí una trituración completa de la
colección de corrupciones no delictivas del PSOE. Nos conformaremos con
desvelar la falsa conciencia de los millones de cómplices culpables que cada
día justifican las tropelías del partido del puño y de la rosa, acémilas sectarias
reconfortadas con lemas como "Somos la izquierda", que para sus
entendederas maniqueas significa "Somos los buenos" y el infierno son
los otros.
Las corrupciones delictivas del PSOE —sólo durante el
Régimen del 78— pueden recitarse a modo de sinfonía inacabada: Caso
Filesa, Caso Flick, Caso Hacienda, Caso Rumasa, Caso Aller, Caso Seat, Caso
AVE, Caso Arcos, Caso Guerra, Caso Roldán, Caso Gal, EREs de Andalucía, Caso
Asesores, Caso Ciempozuelos, Cursos de Formación, Caso Campeón, Caso Mallén,
Caso Comercio, Caso Matsa, Caso ACM, Caso Alhambra, Caso Feval, Operación
Madeja, Caso Delcy, Tito Berni, Caso Koldo, etc.
Corrupción política también es enardecerse con la
idea de los "Pueblos", olvidándose de la Nación y del Estado. Corrupción
política es hablar de "nación de naciones" y recortar la soberanía en
función de privilegios y no de leyes comunes. Corrupción política es el llamado
"derecho a decidir", es que te importe más que los discursos de los
secesionistas se digan en nombre de la democracia que el hecho de que atenten
contra España.
Vacunados contra la realidad objetiva, los cómplices
culpables olvidan que el mayor recorte de gasto público que se recuerda
en la democracia española lo llevó a cabo Zapatero; que antes de Zapatero, la
"reconversión industrial", acompañada de la privatización de
las antiguas empresas estatales del INI, la efectuó Felipe González.
Tampoco tienen en cuenta la distribución de la sanidad y de la educación en
taifas descentralizadas. Estos amantes de la "igualdad, la equidad y la
justicia social"
¿Darán igual todas las condenas que se le imputen al
partido de los "140 años de honradez"? ¿Seguirá brillando el PSOE en
su máxima pureza, a pesar de los múltiples casos de corrupción delictiva y no
delictiva que tengan lugar en su seno?
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