Francia demuestra al mundo entero la apostasía, mientras España va a legalizar la blasfemia…
Francia ofreció al mundo depravación, aborto, pedofilia
(niños semidesnudos bailando) y desprecio absoluto y blasfemo hacia el
cristianismo.
La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de
París será recordada como el ejemplo más visible de la degeneración de
Occidente, muy especialmente en la Unión Europea. El zenit de la iniquidad
llegó con una representación blasfema de la Última Cena con draq queens.
En España PSOE y Sumar «legalizan la blasfemia» y pactan
eliminar el delito contra los sentimientos religiosos.
Yolanda Díaz, vicepresidente segunda y ministra de
Trabajo, anunció este martes que su partido, Sumar, ha llegado a un acuerdo con
el PSOE para derogar la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como 'Ley
Mordaza'.
"Acabamos de alcanzar un acuerdo en el que la petición
de Sumar para derogar la Ley Mordaza se consuma", aseguraba Yolanda Díaz.
Por su parte, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la
vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aclaraba
que no se trata de una derogación sino de pactar una reforma del Código Penal
para 'proteger la libertad de expresión', modificación pero "única
y exclusivamente la parte referida a los delitos por injurias"
y ofensas a los sentimientos religiosos.
María García, presidenta del Observatorio para la Libertad
Religiosa, destaca: “Con este Gobierno, los creyentes son ciudadanos de
segunda con menos derechos. A partir de ahora va a salir completamente
gratis mofarse de las personas que practican una religión. La libertad
religiosa es el único derecho fundamental en el que se pone en duda la
persecución de delitos contra ella”.
Tanto Alemania como Bulgaria sancionan los
delitos contra los sentimientos religiosos de los ciudadanos con penas tres
veces más severas que España. Por su parte, un total de nueve países
(Croacia, Chipre, Eslovaquia, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Polonia y
Rumanía) lo hacen con penas dos veces más severas que España. Finalmente,
otros nueve países (Austria, Bélgica, Bulgaria, Eslovenia, Finlandia,
Luxemburgo, Malta, Países Bajos y Portugal) sancionan este tipo de los delitos
igual que España lo ha hecho hasta ahora. Además, la protección legal de
los sentimientos religiosos de los ciudadanos no es exclusiva de la Unión
Europea, pues otros códigos penales lo prevén en todo el mundo. Este es el caso
de Suiza, Nueva Zelanda, Brasil, Panamá, Paraguay, República Dominicana y El
Salvador.
Todo lo que sea ofender, vejar o insinuar algo de
determinados colectivos es perseguido como delito de odio, sin embargo, contra
los católicos parece que todo está permitido.
El comunismo siempre fracasará como sistema económico
mientras estos sigan con la idea de acabar con la propiedad privada, y de las
ideas igualitarias, ya que esto va en contra de lo establecido por Dios;
ejemplos muy claros podemos encontrar en los países que han querido
establecerlo o se han establecido.
La verdadera transformación de la sociedad ocurrirá
definitivamente cuando busquemos a Dios de corazón, eso significa que
transformemos nuestro ser, que alimentemos más la semilla del bien para que
crezca en nosotros la justicia, la honestidad, la transparencia, el respeto
hacia los demás, ya que cuando esto falta en el hombre este siempre tiende a
ser corrupto, y por la corrupción se acaban naciones y las integraciones nunca
serán justas; el solo hombre le es difícil transformarse completamente. Por
esta misma razón, en el comunismo también se verán contradicciones donde el
hombre siempre tendrá la tendencia de hacer lo indebido, al segarse por el
poder, la ambición, el egoísmo.
Los primeros cristianos no eran comunistas, el que
buscaran desde los inicios el bienestar de los demás, la ayuda a los más
necesitados, el acabar con las injusticias y la explotación no los hace
comunistas, en realidad buscaban establecer las leyes dadas por Dios para que
hubiese un verdadero cambio en el ser.
Más bien considero que los marxistas se contradicen al decir
que no creen en Dios ya que de alguna manera buscan practicar el Evangelio de
manera indirecta, puesto que se comportan con un pensamiento cristiano ya que
su sentir de acabar con la opresión y explotación humana no es inventado por
Marx, siglos atrás Dios ya había dado leyes para acabarlas y evitarlas; el
problema radica en que el método que propone el comunismo va en contra de lo
dispuesto por Dios.
Presenciamos un liberalismo que no libera sino que
esclaviza, un conservadurismo que no conserva nada, un progresismo que
progresa a marchas forzadas hacia el suicidio, un relativismo que apenas
encubre la idolatría del dinero y del vientre, la idea de que el fin justifica
los medios, la desesperanza de amores que no duran y familias que se rompen, la
libertad de acabar con viejos e inocentes, el cinismo de creer que no existe la
verdad o, si existe, nadie la conoce, la confusión sobre las realidades más
básicas y, en suma, la inconsolable tristeza de haber conocido al Dios
verdadero y haberlo perdido.
¡Nicaragua es un caso más de la guerra declarada por el
comunismo a la Iglesia Católica!
Uno de los tópicos más nocivos del siglo pasado es la
pretensión de que entre el comunismo y el cristianismo existe una profunda
proximidad y que la moral cristiana debería conducir al comunismo. Y se invoca
la comunidad de bienes existente en las primeras comunidades cristianas, pero
se calla cuidadosamente que se trataba de una práctica voluntaria y no
impuesta. Por el contrario, desde sus orígenes y en sus textos fundacionales el
comunismo ha expresado su oposición, incluso su odio, radical al cristianismo.
Por supuesto, ese odio se ha manifestado en la agresión a los católicos. No
existe ningún régimen comunista que no se haya distinguido por su implacable
persecución a los cristianos.
Pocos como el Papa Juan Pablo II han expresado con más
fuerza esta terrible verdad. Y no hablaba de oídas, sino que vivió en su Polonia
natal los horrores de los dos totalitarismos: el comunismo y el nazismo.
En suma, ni siquiera es necesario invocar la legítima y
obligatoria defensa de sus miembros perseguidos. Es cuestión de defender el
bien, la verdad y la justicia.
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