José Manuel Rey Varela de profesión: servir al pueblo…
Rey Varela destacó la apertura de las puertas del Palacio
Municipal a los ciudadanos, valorando que la gente puede ahora acudir a hablar
con los concejales o con él mismo. “Hay que hacer más calle y estar en los
despachos tempranito”, animó, reconociendo que no siempre se encuentran
soluciones inmediatas; pero recordando también que en este primer año de
mandato ha recorrido ya todos los barrios y las parroquias para atender
demandas.
Así, pues, Ferrol tiene ahora un gobierno estable,
preparado y que lleva trabajando desde el minuto uno. Un gobierno que escucha a
los vecinos, que los atiende y trata siempre de solucionar sus problemas, los
problemas del día a día. José Manuel destacó la apertura de las puertas del
Palacio Municipal a los ciudadanos, valorando que la gente puede ahora acudir a
hablar con los concejales o con él mismo
Rey Varela insistió que “el honor va unido a la
responsabilidad” y recordó que se comprometió a informar a los 100
días y al año de la gestión del gobierno de Ferrol. “Me debo a los
ferrolanos, me comprometí a hacer un balance de los 100 primeros
días y una auditoría, la auditoría del cambio al pasar 12 meses y aquí estoy
junto a mi gobierno”.
La escucha activa es una herramienta
poderosa y esencial en el ámbito político que no debe ser subestimada. Su
aplicación adecuada puede fomentar una democracia más inclusiva y
participativa, generando una conexión más sólida entre los líderes políticos y
la ciudadanía. Los políticos de hoy deben abrir sus oídos y corazones, mantener
una actitud receptiva y abierta, y utilizar la escucha activa como una poderosa
aliada para crear un cambio positivo en la sociedad.
Dicen que escuchar es un arte. Y si se hace de forma
activa se convierte en virtud. Esta habilidad de la escucha activa es una
técnica de comunicación humana que implica mostrar disposición e interés por el
que habla y proporcionar respuestas. Pero, lamentablemente, no todas
las personas la ponen en práctica, y mucho menos en el ámbito
político, donde esta capacidad parece haberse eclipsado.
Tanto la política como la comunicación –y como lógica
consecuencia la comunicación política- requieren de actitudes de responsabilidad
ciudadana y ética de quienes la protagonizan para habilitar espacios dialógicos
en los que pueda emerger la denuncia, se visibilicen los problemas y, quizás,
surjan nuevas propuestas mirando a la transformación de la sociedad en que
vivimos. Muchas palabras, muchas imágenes y comunicados son huecos, vacíos
cuando no surgen de la disponibilidad de habilitar los oídos, la mente y los
sentidos para cargar de significación –desde la situación compleja del otro y
de la otra -a lo que dice y pronuncia.
Comunicación y política necesitan, se validan y se
legitiman desde la escucha. Todo lo que se haga y diga al margen de la
escucha como actitud fundante es apenas una pantomima, otra farsa y una
reiterada falta de respeto a las personas y, desde el punto de vista ciudadano,
otro atentado a la democracia.
Hoy para ser político lo determinante no es solo hablar
bien sino escuchar con atención a los votantes.
Afirma Carlos Moedas, alcalde de Lisboa, “soy el símbolo
de una nueva forma de hacer política, la gente conecta con mi estilo de hablar
menos y escuchar más”. Y es que no le falta razón: si los políticos son los
representantes de los ciudadanos, que son los representados, no parece que se
enfoquen bien las cosas sí para elegir a los candidatos solo se escuchan las
ofertas de los representantes: hay que oír a los votantes-representados y saber
lo que quieren. No digo que el político deba gobernar a la vista de las
encuestas, sino que hay que ir transformando poco a poco el monólogo del
político en un diálogo con la ciudadanía que vota.
Todo esto que termino de exponer es todo lo contrario de
quien transitó por Ferrol a «pasito de buey» perdiendo su silla y que
además se enorgullecía de aplicar su política… siempre he pensado que hay
muchos alcaldes y alcaldesas que realmente no saben para que están ahí
sentados, cuál es el mandato que tienen. Creo que no lo saben porque no le han dedicado lo suficiente, perdidos en la vorágine de conseguir llegar a
la alcaldía sin saber muy bien para qué.
Al señor Mato, le faltó modestia, capacidad de asimilación,
determinación para observar la realidad. Más que persuadir, da pena. Es maestro
en decir lo que conviene con independencia de lo que ha dicho antes o va a
decir al día siguiente. Más que sorprender, aburre. Es diestro en colocar
una palabra tras otra sin más objetivo que rellenar un discurso con mensajes
aparentes que solo oyen quienes están obligados a hacerlo para cumplir con las
exigencias del partido. Hombre con ideas confusas, y si un grado de
cortesía exige contestar a las preguntas, él se escapa con desprecio. Fluidez,
contundencia, elegancia y persuasión no son, ciertamente, sus cualidades.
¡Debería saber que la claridad y la sinceridad es la
cortesía de la inteligencia!
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