BNG, «Empiezan diciéndote en qué lengua debes hablar y acaban con cómo debes pensar»
La estrella roja de cinco puntas representa el socialismo o
el comunismo y, por extensión, no sólo simboliza los cinco dedos de la mano de
un trabajador y la unión de los obreros de los cinco continentes, sino también
los regímenes que han utilizado esta estrella como emblema. Se trata de regímenes represores de
derechos fundamentales de la persona, que han se han sostenido mediante la
delación pública, la utilización del fenómeno denominado la "espiral de
silencio", la "muerte civil", y si ello no bastaba, la tortura y
el asesinato.
La inclusión de la estrella roja de cinco puntas de la bandera nacionalista, o independentista gallega, data de los años sesenta, fue propuesta por militantes comunistas de la UPG, precisamente para recordar, y no precisamente de manera crítica, los regímenes comunistas del este de Europa. Comprendo que a fuerza de verla, han logrado blanquearla a los ojos de mucha gente.
Los nacionalistas
saben que siempre hay un sector de la población, que no se contamina con su
adoctrinamiento y la repetición de su mensaje, de manera que lo primero que
intentan es controlar el sistema educativo para adoctrinar a los niños en el dogma, independientemente de
lo que piensen sus padres, "si las familias no transmiten a sus hijos el
gallego como lengua habitual y propia, es el sistema educativo el que ha de
corregir esa desviación".
Los nacionalismos, todos los nacionalismos, tienen un fondo de protesta, es como el hijo mayor que se va de casa dando un portazo. Se van porque se ven maltratados, no se sienten queridos. Pero a veces no se ven queridos porque antes han sido egoístas, porque han creído que tienen más derechos que los demás, porque no están conformes con lo que reciben en casa, aunque estén recibiendo lo mismo, y a veces más que los demás. El nacionalismo es siempre victimista, pero es victimista porque antes, y más profundamente, es egoísta, se cree más que los demás y quiere más que los demás. Es egoísta e insolidario. Pretende estar solo para vivir mejor.
El nacionalismo es ruptura. Se quiera o no, desgarra el tejido social, enfrenta a las personas, divide las familias.
El BNG -como hacen los demás partidos izquierdistas españoles- olvida los crímenes de guerra cometidos por el bando rojo en la Guerra Civil española, que incluyeron decenas de miles de torturados y asesinados, entre ellos muchos católicos que fueron masacrados por razón de su fe.
Ser comunista está pasado de moda. El Muro de Berlín arrastró aquella dictadura del proletariado por la alcantarilla de la historia del pensamiento humano. Aún quedan países con base marxista en sus cimientos ideológicos, el hambre y la negación de las todas las libertades, en el caso de Corea del Norte y Cuba pasarán factura a sus dirigentes. En el caso de China el asunto es más complejo: una religión patriótica, un sistema económico mixto entre capitalismo y marxismo, y la anulación absoluta de todas las libertades ciudadanas.
Aún quedan los residuales nostálgicos de tiempos idos en las democracias occidentales; aún resuenan, amparándose en el régimen de libertades públicas, con sus viejas cantinelas contra la Iglesia Católica; aún creen que su clientela sube como la espuma de los tiempos pasados; aún están clavados, y, ahí seguirán, contra viento y marea.
Han pasado a ser unos
personajes exóticos, la mayoría metidos dentro de las estructuras del poder
municipal, regional o nacional, viviendo del pasto del presupuesto.
Los buenos comunistas eran gente intelectualmente muy bien amueblada; con una pequeña pero exquisita biblioteca, donde bebían de los filósofos más fieles al marxismo puro; sabían hablar con serenidad y sosiego a los jóvenes que acudían a sus casas; daban ideología marxista a cambio de que te encandilaras con aquellas teorías tan bellas salidas de sus bocas.
Aquellos comunistas tenían una “mística” especial con su ortodoxia y su ortopraxis. Esa mística la pegaban como una segunda piel a los novicios que acudían a sus cenáculos de estudio y debate de análisis de la realidad.
De entrada, no
odiaban a la Iglesia de aquellos años; al contrario, decían que todo el que
estaba dentro de la institución eclesial era un potencial comunista, ya que el
primer comunista fue Jesús de Nazaret y la creación de las comunas se deben a
su mensaje de igualdad y comunitarismo.
Los comunistas de hoy son señoritos de izquierda millonarios hasta las cejas. Dogmáticos y nostálgicos hasta el cuelgue mental total. Ignorantes de la evolución de la sociedad. Aprovechados de los beneficios del capitalismo. Personajes de guardarropía cuya principal enemiga es la Iglesia Católica, a quien toman como el muñeco de los palos. Alejados de las fuentes filosóficas originales, vagan por las democracias occidentales como el borracho que ha perdido las llaves de su casa en la noche de los tiempos idos que nunca volverán.
El independentismo
nacionalista injusto se ve obligado también a fomentar el odio y el desprecio
hacia «los otros» para justificar su causa. El diablo le ayuda, «él es el
acusador de nuestros hermanos» (Apoc12,10).
¿Por qué elegimos tan mal? Porque lamentablemente, la democracia tiende a ser el gobierno de aquellos que no se gobiernan así mismos, sino que padecen la tiranía de su egoísmo y sus emociones. Los políticos nos suelen tratar como niños o jovencitos que no han alcanzado la mayoría de edad, no en términos cronológicos, sino de desarrollo moral, como también lo llegó a entender Kant antes que Kohlberg; una cosa es que la voluntad humana sea esclava de condiciones irracionales que le son externas a su propio juicio, y otra es dirigir la propia vida a través del razonamiento y la convicción, lo cual estaría indicando un nivel posconvencional de desarrollo moral.
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