Seguidores

El BNG convierte la democracia en demagogia.

El BNG fue un partido interesante cuando se presentaban alcaldes carismáticos como el de Fene, alguno con ideas algo trasnochadas pero que luchaba por ellas como Xaime Bello, si bien es cierto que para sacar a Franco de la Plaza de España nos dejó una deuda que fue engordando hasta casi los diez millones de euros. Pero…  ¿Quién es ahora el BNG? ¿Dónde está? ¿Cuál es su idea? Aún recuerdo cuando peleaban porque la autopista del Atlántico no se hiciese porque estropeaba parajes naturales…

El Bloque Nacionalista Galego nació en 1982 de la unión de varios partidos separatistas. El principal socio del BNG es la Unión do Povo Galego (UPG), un partido marxista-leninista que lleva el emblema comunista de la hoz y el martillo en su logotipo.

El BNG -como hacen los demás partidos izquierdistas españoles- olvida los crímenes de guerra cometidos por el bando rojo en la Guerra Civil española, que incluyeron decenas de miles de torturados y asesinados, entre ellos muchos católicos que fueron masacrados por razón de su fe.

Debemos recordar que Stalin no sólo es responsable del asesinato de millones de ciudadanos soviéticos (con sus famosas purgas) y de la muerte por inanición de millones de ucranianos en el Holodomor y de cientos de miles kazajos en el Genocidio Goloshchekin (1932-1933).

El comunismo, y sobre todo, el neo comunismo, empieza por amañar la palabra y empobrecer el pensamiento, de modo que cuando la persona entra en el cepo físico de un sistema socialista es porque previamente ha entrado en uno semántico, psíquico y mental, como marioneta camino al matadero de la mano de una perversa propaganda mediática.

Como dice Molyneux, “Para los marxistas la emancipación de la clase obrera es la meta, y la propiedad estatal es el medio”. Para muchos socialistas es todo lo contrario: la propiedad estatal es la meta, y la clase obrera el medio, o mejor dicho uno de los medios. La clase obrera deja de ser esencial: en varios países el medio fue el Ejército Rojo de Stalin; en otros, el campesinado o la guerrilla.

En el universo totalitario concebido por Orwell existen cuatro instancias gubernamentales: Ministerio de la Verdad (noticias, propaganda, espectáculos, educación y cultura), Ministerio de la Paz (asuntos militares), Ministerio del Amor (policía política), Ministerio de la Abundancia (control de la economía y planificación de la miseria). En 1984 nadie puede evitar ser vigilado por el Gran Hermano y es imposible desconectar las pantallas que adoctrinan en un pensamiento correcto.

Uno de los aportes más importantes del escritor y ex presidente checo, Václav Havel, en la esfera del pensamiento, estaría en evidenciar que lo verdaderamente peligroso del comunismo no sería tanto la fuerza bruta como el lenguaje con que se le disfraza.

“Vivimos en un entorno moral contaminado. Nuestra moral enfermó porque nos habíamos acostumbrado a expresar algo diferente de lo que pensábamos. Aprendimos a no creer en nada, a hacer caso omiso de los demás, a preocuparnos solo por nosotros mismos” afirma, Vaclav Havel, defensor de la dignidad humana, perseguido y preso por sus ideales, presidente de la Checoslovaquia recién liberada, dramaturgo, intelectual, hombre justo.

Vaclav Havel no solo describe con crudeza la situación de aquel momento. Se arriesga a parecer desfasado cuando reclama el protagonismo de la ética en la actuación pública: “Enseñémonos, y enseñemos a los demás, que la política debería ser la expresión del deseo de contribuir a la felicidad de la comunidad en lugar de la necesidad de engañarla o expoliarla. Enseñémonos, y enseñemos a los demás, que la política no solo puede ser el arte de lo posible, en especial si esto implica el arte de la especulación, el cálculo, la intriga, los tratos secretos y las maniobras pragmáticas; sino incluso también el arte de lo imposible, el arte de mejorarnos a nosotros y mejorar el mundo”.

Para Havel, como describe en El poder de los sin poder, un primer paso en la búsqueda de esta desintelectualización y unificación de los esfuerzos en derrocar la tiranía podría darse cuando, un día, usando el ejemplo de un verdulero —representando a un ciudadano común—, este decide dejar de poner eslóganes del Gobierno, votar en elecciones falsas o reprimir sus verdaderos sentimientos en las reuniones políticas. Estos primeros intentos del verdulero de vivir en la verdad se limitarían inicialmente “a no hacer ciertas cosas”, “a una mera negación de vivir con una mentira”.

El Poder de los sin poder concluía con una reflexión sobre el futuro de una sociedad liberada del poder totalitario, donde la labor de la búsqueda de la verdad no concluiría, sino se modificaría. Para él, a ambos lados del telón de acero, el cambio solo podía partir de una vuelta al hombre, “de la reconstrucción sustancial de su posición en el mundo, de su relación consigo mismo, con los otros hombres y con el universo”. Havel creía que el nacimiento de un modelo económico y político mejor únicamente podría partir de un cambio existencial y moral más profundo, pues “solo con una vida mejor se puede construir un sistema mejor”.

Así, pues, conceptos como amor, amistad, compasión, humildad o perdón perdieron su profundidad y sus dimensiones, y para muchos de nosotros pasaron a representar tan solo singularidades psicológicas. Nos parecían recuerdos extraviados de una época ancestral, algo ridículos en la era de las computadoras y las naves espaciales.

La buena política nunca es búsqueda del poder por el poder. Claro que lo necesita para ser operativa, desde la efectiva separación de los poderes públicos; así como la no politización partidista o corporativista de los órganos de la judicatura, el respeto de los procedimientos que garantizan la profesionalidad y la pluralidad, y la dotación de los recursos necesarios para la independencia del poder judicial.

El deber del político es luchar para que sus ciudadanos sean más virtuosos. En Platón, el ejemplo de virtud era la persona moderada y justa, que controla sus pasiones y guarda un orden interior. En definitiva, un político debía dirigir sus discursos a fin de que “la justicia nazca en las almas de sus conciudadanos y desaparezca la injusticia, en que se produzca la moderación y se aleje la intemperancia y en que se arraigue en ellas toda virtud y salga el vicio”.

Comentarios

Entradas populares