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¿Se está produciendo un genocidio en Oriente Próximo?

Raphael Lemkin, un abogado que era polaco y judío, ideó por primera vez el término “genocidio” en su libro de 1944, “Axis Rule in Occupied Europe”.

Lemkin definió el genocidio como “la destrucción de una nación o de un grupo étnico”. Dicha destrucción, escribió, implica un “plan coordinado de diferentes acciones dirigidas a la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de los grupos nacionales”.

Para Lemkin, cometer un genocidio no sólo implica asesinatos físicos, sino un ataque al espíritu de un grupo de personas, incluidas sus formas de vida social, económica y política. Su definición abarca también el genocidio cultural.

En 1948, tras las atrocidades cometidas por los nazis durante el Holocausto, Lemkin presionó a las recién creadas Naciones Unidas para que aprobaran un acuerdo legal, conocido como convención, sobre la prevención y el castigo del genocidio.

La Convención de la ONU sobre el Genocidio de 1948 especifica que este puede producirse matando y destruyendo a un grupo, impidiendo nacimientos y transfiriendo niños a otro grupo, entre otros medios.

Así pues, la catástrofe humanitaria que está causando Israel entre los 2,3 millones de personas, mayormente jóvenes y niños, no puede ser nunca la respuesta que un Estado de derecho debe dar en ningún supuesto. Se trata de un genocidio que nos devuelve a la edad de piedra. Ni siquiera se alcanza la equidad de la Ley de Talión que perseguía la proporcionalidad entre el crimen y el castigo. Se trata, más bien, de la venganza de un Gobierno prepotente, amoral y sin escrúpulos que pretende ocultar bajo la brutalidad de esta violencia su propia debilidad interna.

Este castigo colectivo que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza y Cisjordania cuenta ya con 8.000 muertos, de los que más de 3.000 son niños y niñas. “Toda la armonía del mundo, confiesa Iván Karamazov, protagonista de la inmortal novela de Fiódor Dostoyevski, no vale las lágrimas de un solo niño”.

Entre tanto, los intentos para frenar esta locura están fracasando. La ONU, sometida a la humillación de los vetos, se ha mostrado incapaz de imponer el “cese el fuego”; y la UE, aherrojada entre tantos intereses domésticos, tampoco ha podido ir más allá de aconsejar “pausas humanitarias” para poder introducir “flujos de ayuda”. Unos flujos de alimentos, agua potable y fuentes de energía que la misma ONU ha calificado de “simples migajas”.

¡Qué frágil resulta la memoria cuando dominan otros intereses bastardos! Israel se sabe, y se reconoce a sí mismo, actor real en la política de EEUU y gendarme implacable de los intereses del Imperio en todo el Oriente Medio. Conoce perfectamente que la UE, bajo el complejo de un oscuro comportamiento con este pueblo en el pasado, nada importante va a hacer contra el que es hoy protegido del imperio. Por todo esto, Israel considera campo libre para que un gobierno sionista, ultraconservador y corrupto, campe a sus anchas hasta reducir a escombros y borrar del mapa la Franja de Gaza y el mismo pueblo palestino.

Así, pues, España ha autorizado la venta de material de defensa a Israel por 139 millones de euros desde 2000.  Entre ese material, había sistemas de dirección de tiro, municiones y aeronaves.

«El armamento que nosotros vendemos a Israel no se ha utilizado para matar a palestinos». La afirmación es de 2009, del entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el programa de RTVE Tengo una pregunta para usted. Hasta el PP lo criticó y lo acusó de “no decir la verdad”. Catorce años después, las armas de Israel siguen matando a la población palestina.

Más allá de aquella afirmación de Zapatero, ¿cómo ha sido la relación comercial entre España e Israel en los últimos años en materia de defensa?

Entre 2000 y 2021, con la recopilación realizada en el informe Negocios probados en combate, del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, España autorizó exportaciones de material de defensa a Israel por valor de 130,18 millones de euros. A esta cantidad hay sumar los 9,3 millones del primer semestre de 2022 (última actualización publicada por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo). Es decir, 139,5 millones de euros. En cuanto a las exportaciones ya realizadas, suman 21 millones de euros (según las mismas fuentes) desde 2000.

El mismo día que Pedro Sánchez provocaba un incendio diplomático con Israel, trascendía que el Ministerio de Defensa ultima el contrato de 1.680 misiles Spike LR2 por casi 290 millones de euros a la empresa Pap Tecnos. Esta compañía es filial de la israelí Rafael Advanced Defense Systems, la fabricante original de los misiles Spike. Los misiles LR2, adquiridos bajo la rúbrica del programa de modernización armamentística, se suman a otros 3.200 Spike de otros modelos adquiridos desde 2006.

Estos misiles, utilizados por las unidades de élite en la campaña de exterminio iniciada por las Fuerzas de Defensa de Israel desde el pasado 7 de octubre, son puestos en el escaparate para los principales ejércitos del mundo con el reclamo de que han sido “testados en combate”. Y es que las armas israelíes tienen un reclamo que las diferencian de su competencia y es ese sello el que les aporta valor añadido en un mercado internacional multimillonario que se presenta a sí mismo con el negocio de la “seguridad”.

Alberto Estevez, portavoz de Amnistía Internacional España en temas de comercio de armas, enfatiza el riesgo de que el material español se utilice para cometer crímenes de guerra por parte de Israel, abogando por una suspensión inmediata de estas operaciones y un embargo regional de armas a Israel.

Los inicios del complejo militar-industrial israelí son el resultado de la violencia innata en la naturaleza colonial del proyecto sionista. Para que una pequeña minoría se apodere del país y expulse a la mayoría, el uso de la violencia y la fuerza de las armas no es negociable.

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