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Andalucía lidera las listas de espera en la sanidad pública española.

En Andalucía hay 45.331 pacientes que llevan más de un año en una lista de espera para operarse, a junio de 2023. Es un 174% más que hace un año, y uno de los datos más llamativos de las estadísticas publicadas este miércoles por el Sistema Andaluz de Salud (SAS). El tiempo de demora media para una operación quirúrgica era de 118 días en junio de 2022, y un año después es de 144 días.

Andalucía tiene al 12% de su población -más de un millón de personas- pendientes de una operación o de una consulta con el especialista. Está por encima de la media nacional en la tasa de pacientes que esperan intervención quirúrgica (23,24 pacientes por cada 100.000 habitantes frente a los 17,55 del conjunto del país).

En total hay 203.375 andaluces en lista de espera quirúrgica -53.300 más que hace un año (150.034)-, de los que 134.749 tenían prioridad para operarse porque su intervención está recogida en la ley de garantía de plazos en la sanidad pública. En 2022, el 14% de pacientes pendientes llevaba más de seis meses aguardando, un año después es el 25% de un número de afectados aún mayor. Por especialidades, destaca neurología con uno de los tiempos de espera más altos (213 días); o la espera de 125 días para operarse una hernia, frente a los 70 días de junio de 2022.

La oposición de izquierdas ha insistido en pedir un debate general sobre la sanidad andaluza en el Parlamento, pero el PP andaluz ha esgrimido su mayoría absoluta para cerrarle el paso. “Un debate general lo propicia una situación de importancia extraordinaria, como ocurrió con la pandemia. ¿La situación actual de la sanidad en Andalucía es de importancia extraordinaria? Nosotros consideramos que no”, ha asegurado el portavoz parlamentario popular, Toni Martín, acusando al PSOE de “querer generar alarma”.

En las últimas décadas, los procesos de financiarización, propios de la ideología neoliberal, que transforman en mercancía todo lo que tocan, han desencadenado un tsunami privatizador de sectores públicos, como la sanidad, que puedan convertirse en negocio para los accionistas de los fondos de inversión. En nuestro país, el año 2021 la sanidad privada ha batido récords. Los sectores asegurador y hospitalario han sumado una facturación anual conjunta por encima de los 20.000 millones de euros.

Así es como las necesidades básicas, (salud-vivienda-educación-pensiones, etc.) que las constituciones del estado de bienestar habían definido como derechos sociales fundamentales y universales, pueden convertirse en la mejor fuente de negocio privado. Van mutando en un bien de mercado, en activos financieros, en una inversión segura ya que son necesidades ineludibles para cualquier ciudadano que aspire a vivir con dignidad.

Para justificar un cambio de este calado, desde el mismo poder político se ha ido degradando previamente la Sanidad Pública reduciendo sus presupuestos, concertando con empresas privadas la gestión de lo público, promocionando servicios privados (para los que tengan recursos) en nombre de la “libertad de elección”.

Así pues, tendríamos que estar ciegos, si no nos damos cuenta de que el problema de fondo, que tenemos planteado, en España y en el mundo entero, está en saber con claridad si lo primero, que tenemos que resolver es el problema de la salud o es el problema del dinero. Es decir, lo principal y ante todo ¿es la salud o es el capital? A esto se reduce y en esto se concentra el problema que tenemos que tener muy claro y bien resuelto todos y cada uno de los ciudadanos.

Las necesidades humanas básicas no están siendo satisfechas en virtud de las preferencias que tiene el sistema de acumular bienes y obtener beneficios a costa de las desigualdades sociales, de la pobreza de una inmensa mayoría, y del mismo Planeta Tierra.

Quienes leen la Biblia y, más en concreto, el Evangelio, no tardarán en darse cuenta de que, en los Evangelios, los relatos de la vida y la actividad de Jesús repiten, una y otra vez, los llamados “milagros” de curaciones de enfermos. Al recordar estos relatos, lo primero que es necesario tener en cuenta es que lo que más le interesó y le preocupó a Jesús fue la salud de los que padecían una enfermedad. Es más, hasta podemos encontrar narraciones de difuntos a los que Jesús devolvía a esta vida. Y conste que esto le interesó y le preocupó tanto a Jesús que, por devolverle la vida a Lázaro, las autoridades del Sanedrín condenaron a muerte a Jesús (Jn 11,47-53).

El Evangelio deja patente,  que Jesús afirmó, una y otra vez, que no se puede amar a Dios y al dinero. Es el segundo gran problema que encontramos en los Evangelios: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”.

Hay un “dios del mundo” que ciega los ojos de algunos y les impide contemplar el resplandor del evangelio de Cristo que Pablo lleva en su corazón. Interpretado desde el mensaje/vida de Jesús, ese “dios del mundo” es el capital/mamón (cf. Mt 5, 24). Por eso los que están al servicio de ese capital son incapaces de compartir la luz (evangelio) que brilla en el corazón de Pablo y de aquellos que acogen su experiencia.

La vida implica riesgo. Sólo arriesgándose y “jugando” a fondo puede conquistarse su tesoro.

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