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Manipulación y enganche emocional, son un tipo de mal trato…


Existen muchas personas que establecen relaciones tóxicas con los otros, son muy conocidas las personas que se imponen, amenazan o son agresivas. Pero también las hay más sutiles o menos evidentes, entre ellos, podemos mencionar al chantajista emocional, que camufla su necesidad de dominar y anular a otro a través de manejarle emocionalmente, para que la otra persona haga lo que desea. El chantajista emocional puede ser hombre o mujer, y se produce en relaciones de pareja heterosexuales u homosexuales.

Estamos ante una relación tóxica cuanto el otro nos domina, se coloca por encima, destruye nuestra autoestima, nos aísla de las personas que queremos, no nos deja crecer, etc. Por ello el chantaje emocional es un modo de mal trato que es importante distinguir.

Sucede que hay personas que no son lo suficiente maduras para mantener una relación saludable. Y en lugar de hacerte felices y de ayudarte a crecer en pareja, van mermando tu identidad.

Manipular es someter a la otra persona a los intereses propios, haciéndole sentir y creer que son suyos, o de los dos. El psiquiatra especialista en género Enrique Stola explica que no es fácil darse cuenta: “Cuando hay implicación afectiva también hay mucha confianza depositada en la pareja​. Generalmente pasa tiempo hasta que la persona manipulada sienta que hay algo que “no cierra”, que confunde mientras el displacer crece”

Lo primero es tener muy en claro nuestros propios deseos e intereses, analizar la historia del vínculo y evaluar si los cambios que experimentamos a lo largo del tiempo fueron lo que nosotros esperábamos, y no el cumplimiento del deseo del otro.

El especialista cuenta que estar junto a una persona manipuladora suele ser resultado de un proceso de creciente malestar y el análisis de una sensación repetida: “¿por qué me siento tan mal si parece que todo está bien?”

Lo que debemos hacer es básicamente ser consecuentes y valientes. Preguntarnos si estamos dispuestos a pasar toda una vida con una persona que nos está quitando el aliento, que nos manipula en su propio interés y beneficio. Que no nos respeta.

La manipulación se puede definir, según Diana Lozano, psicóloga especialista en sexualidad y pareja de Centro TAP. Tratamiento Avanzado Psicológico, “como la puesta en marcha de una serie de estrategias, actitudes y mensajes que tienen como propósito conseguir nuestros objetivos incluso a costa de los de otra persona, para lo que se utiliza el poder, la persuasión, el chantaje emocional, la mentira o las amenazas (generalmente veladas) como vehículo para alcanzar dichos objetivos”.

Así mismo, también en algunas relaciones se puede producir el enganche emocional, el misterio del enganche amoroso es sencillo: mientras esa persona me dé lo que quiero de vez en cuando, se compensa lo malo que me da o lo que no me da. Una de cal y una de arena. En Psicología esto se conoce como refuerzo intermitente: solo a veces consigo lo que quiero. Esto nos acaba generando ansiedad, lo que no ayuda a ver las cosas con claridad ni a tomar decisiones acertadas.

Por otro lado, se ha demostrado que el refuerzo intermitente está en la base de muchas adicciones. También de la adicción amorosa.

Todos hemos experimentado una dependencia afectiva sana, pero ¿cuándo la dependencia del otro se convierte en un problema? Eso sucede cuando la otra persona representa nuestro único objetivo de vida o cuando pensamos que puede ser él o aquella que resolverá nuestros problemas personales.

Los enganches emocionales también se manifiestan cuando vemos en el otro nuestro ideal absoluto de amor, sin tener una visión más realista de sus cualidades y defectos, o cuando nuestra propia existencia está en segundo plano respecto a la de nuestra pareja.

Este comportamiento, que puede darse en cualquier área de la vida -laboral, familiar, social-  “es mucho más frecuente de lo que pensamos en las relaciones de pareja, de ahí la importancia de conocerlo e informarnos para poder detectarlo”, subraya Cristina Pérez, directora del equipo de psicólogos de Siquia. “Podemos estar en una relación con una persona manipuladora sin darnos cuenta”, apostilla. Pero siempre hay señales de alerta y lo que predomina en este tipo de uniones “son los sentimientos de tristeza y culpa”.

Las siguientes frases, que se pronuncian con mucha frecuencia, son maneras de manipular el comportamiento y las emociones de la otra persona: “tú sabrás lo que haces”, “allá tú”, “si me quisieras…”. Son expresiones que generan “emociones negativas en la otra persona para que haga lo que el manipulador o la manipuladora quiere”.

Una de las practicas toxicas más habituales es el Love bombing: Bombardeo de amor. Es al inicio de la relación y da un subidón enorme. Todo es un cuento de hadas, perfecto e intenso. Todo es amor y atención. Y luego, quien lo aplica, gradualmente, empieza a volverse fría y distante, seca. Es más gradual, hay más enganche que en el anterior. Lo que ha ocurrido es que a veces te refuerza manteniendo tus expectativas y otras veces no. Aquí está la clave de la fórmula, nunca sabes con certeza cuando te corresponderá, por lo que nunca dejas de intentarlo. Te preguntas, ¿esta vez me contestará al mensaje? o ¿esta vez querrá que nos veamos? De esta forma, dejas pasar otras oportunidades por estar siempre al pie del cañón esperando por una persona que, desafortunadamente, no te valora ni te valorará lo suficiente.

La persona que lo sufre suele preguntarte qué hizo mal. Puede que lo comunique y quien aplica el love bombing lo niegue (aquí ya se entraría en otra fase más, que implica manipulación). La dominación como objetivo y la manipulación como instrumento siempre lesionan derechos, atentan contra la salud psicofísica, contra el buen vivir y nuestra libertad.

La dependencia tiene sus raíces en la infancia, en la relación con los que han cuidado de nosotros. Aquello padres y madres que se vuelven afectuosamente dependientes de sus hijos/as, probablemente, han recibido el mensaje de que no son dignos de amor o que sus necesidades no son importantes. En estos casos, se tiende a sobrestimar irrealistamente al otro, perdiendo contacto con la realidad. Los síntomas de la adicción afectiva no se manifiestan necesariamente en una relación de pareja, sino que también pueden manifestarse en relación con un padre, un miembro de la familia, una figura familiar o una persona de autoridad.

Cuando el amor encadena, hace sufrir y es víctima de enganches emocionales, entonces estamos frente a ese fenómeno que la psicología contemporánea define precisamente dependencia afectiva o, en inglés, love addiction. En pleno desarrollo de una relación de pareja, la dependencia afectiva no es más que pasión amorosa cuyo resultado es a menudo sufrimiento y enfermedades. 

¡Huye de la dependencia emocional y sé tu mism@!

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