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Fernando Cadiñanos: “el trabajo no es más que la continuación del trabajo de Dios…”


 Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo Ferrol, participó en el foro Encrucillada haciendo presente la doctrina del papa Francisco sobre el trabajo. Desde la mirada al dolor y el sufrimiento de cada persona, la empatía nos lleva a la indignación y la lucha por un mundo diferente. “…el trabajo no es más que la continuación del trabajo de Dios: el trabajo humano es la vocación del hombre recibida de Dios al final de la creación. (...) El trabajo dignifica hasta tal punto que cualquier injusticia que se cometa contra un trabajador es una herida para la dignidad humana, incluso atenta contra la dignidad del agresor”

Así es, millones de personas trabajadoras quieren llevar el pan a casa: no solo comer, sino llevar de comer, esto es la dignidad. El pan para su familia, por lo que se debe ofrecer una respuesta desde el ámbito institucional (Estado, sector privado…), pero también desde la proximidad y solidaridad de cada uno de nosotros: acompañar estas periferias existenciales como primer anuncio... de comunión de vida, de bienes y de acción.

El trabajo forma parte del misterio salvífico de la creación, de suerte que resulta deber indiscutible de los cristianos el empeño por una vida digna a través de un trabajo decente (cf LS 128). Las tres 't', “tierra, techo y trabajo”, son la base que han llevado al papa Francisco a interesarse por las condiciones laborales.

El Evangelio nos enseña que el Señor es también justo con los trabajadores de la última hora, sin perjuicio de lo que es  “justo” para los trabajadores de la primera hora (cf. Mt 20, 1 -16).

El Papa Francisco aborda tres prioridades que las comunidades de trabajadores cristianos deben atender: ser una referencia para los trabajadores inmigrantes; luchar contra la pobreza, reclamando redes de protección social y un pacto por el trabajo decente; y estudiar y aplicar la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) ante los desafíos actuales.

La precariedad y la incertidumbre son herramientas de control social muy poderosas. Vivimos para pagar la siguiente factura, creemos que merecemos la buena o mala suerte que tenemos y nos despreocupamos de quienes están peor. El hueso más difícil de roer es este tinglado que legitima la explotación de las personas, la extracción infinita de los recursos naturales y el mercadeo hasta con las cosas más sagradas de la vida.

Nos hemos acostumbrado a escuchar que si no nos gusta el empleo que nos ofrecen, hay miles de personas esperando para aceptarlo. Eso es el ejército de reserva de empleo del que se hablaba el movimiento obrero. La pérdida de derechos y la rebaja de condiciones será imparable mientras haya personas empujadas a aceptar lo que le ofrezcan.

La desigualdad es un peligro real con consecuencias muy graves. La respuesta a la incertidumbre parece inclinarse por el autoritarismo identitario que representan partidos de ultra derecha como Vox.

¿Pero cómo puede ser cristiano un partido que demoniza a los menores no acompañados, que defiende un bloqueo naval y militar frente a las pateras de personas migrantes o que propugna la expulsión de estas por el mero hecho de no tener recursos y ser extranjeros? Empezando por los menores: las enseñanzas de Jesucristo son rupturistas con la tradición judía y romana de tratarlos como meros objetos, de deshumanizarlos como simples pasos previos a la madurez. “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños” (Mt. 18: 10-14), “dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como estos es el reino de los cielos” (Mt., 19:13-14). En cuanto a las personas migrantes y su rechazo por Vox (de las pobres, claro, de las ricas nunca dice nada), recordemos las palabras del Evangelio (Mt. 25: 35-40): “Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui extranjero, y me acogisteis”.  ¡Pero si la propia Sagrada Familia fue emigrante y refugiada en Egipto!

El neoliberalismo extremo de Vox los sitúa en las antípodas no solo del mensaje de fraternidad cristiana, sino también del mensaje oficial de la Iglesia Católica desde la Rerum Novarum de León XIII, de su doctrina social y de la postura del Papa Francisco. Su encíclica Fratelli Tutti es uno de los manifiestos mejor fundamentados contra el capitalismo neoliberal y contra el nacionalismo xenófobo y excluyente de los que hoy hace bandera la ultraderecha mundial y, en particular, la nuestra nacional. “Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes”, afirma el Papa Francisco.

¿Cómo puede ser cristiano un partido que abomina del cuidado de la “casa común” y que está vendido a la más pueril retórica antiecologista? El negacionismo climático y la ausencia de medidas de transición ecológica, cuando no directamente su rechazo, van contra la consideración cristiana de la creación y de la necesidad de su preservación ante la amenaza que nos cierne. La degradación del medio ambiente y el cambio climático acabarán arrasando con los “lirios del campo” (Mt. 6: 28-34) y con la Laudato Si de San Francisco de Asís. Como afirma el Papa: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá.”

Para Juan, las tres primeras imágenes representan todo el poder imperial, por lo cual son antagonistas del personaje principal: el Cordero. Estas imágenes “se combinan literalmente cuando la prostituta cabalga sobre la bestia” (Ap 17,3). Representan aspectos del Imperio que Juan quiere que los cristianos reconozcan para que puedan discernir lo que el Espíritu dice a las iglesias (Ap 2,7.11.17.29; 3,6.13.22). Se trata del señorío del Imperio que utiliza la violencia para expandir sus fronteras e imponer su sistema político-religioso y económico, dejando a su paso desolación y muerte (Ap 6,1-8). Este sistema de dominación imperial es perverso, inhumano, monstruoso, diabólico. Es un poder totalitario, absoluto (Ap 13,7b) y global que decide quién participa de su sistema de mercado (Ap13,17), reprime a quienes no se someten, y a quienes no se postran a adorarlo les hace la guerra (Ap 13,7a.15). Con su sistema de propaganda, representado en la segunda fiera, seduce y engaña para que todos queden maravillados (Ap 13,3b.14) y lleguen a adorarlo; el imperio se pone en el lugar de Dios, a pesar de ser una construcción humana (Ap 13,3-4.8.12).

En España hoy tiene lugar una alianza entre Vox y organizaciones ultracatólicas como HazteOír, Infocatólica, Asociación de Abogados Cristianos, El Yunque, Germinans germinabit, etc., que cuentan con el apoyo de un sector importante e influyente de la jerarquía católica, de algunos pastores evangélicos y con el silencio ¿cómplice? de los órganos representativos del episcopado español. Dichas organizaciones dicen defender los valores cristianos en su pureza.

Sus discursos y prácticas están muy lejos de los valores del cristianismo originario como la opción por las personas y los sectores más vulnerables de la sociedad, el perdón y el amor, incluso a los enemigos.

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