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Sr Feijóo, Roma no paga a Traidores

«¡Roma no paga a traidores!» es una conocida expresión que advierte cómo la deslealtad no es recompensada ni por aquellos que la fomentan. Pero, ¿cuál es su origen? Como sucede con otras muchas, hay que remontarse a un conocido episodio de la antigua historia hispana para encontrar, aunque apócrifas, sus posibles fuentes.

A mediados del siglo II a. C., las legiones romanas ven frenado su avance hacia los territorios occidentales del Duero a causa de la férrea resistencia que ofrecen las tribus celtíberas lideradas por el general Viriato. Las continuas derrotas sufridas por Roma durante los catorce años que duraron las hostilidades en la región (155 a. C. - 139 a. C.) obligaron a buscar una solución pactada al conflicto que se concretó en la firma de un acuerdo de paz entre el Senado y el caudillo lusitano, en el año 140 a. C., en el que se reconocían la independencia de Lusitania y su nombramiento como rey. No obstante, la decisión no fue aceptada por gran parte del ejército destinado en Hispania por considerarla humillante y contraria a sus intereses conquistadores. Con la intención de  romper el pacto, los romanos sobornaron a tres oficiales celtíberos, Audax, Ditalco y Minuro, para que asesinaran al héroe hispano, acto que ejecutaron una noche durante el sueño. De vuelta al campamento enemigo para reclamar su recompensa, el cónsul Quinto Servilio Cepio renegó del trato convenido y, pronunciando supuestamente entonces la famosa sentencia, ordenó su ejecución acusándoles de traidores.

Así pues, hace un año la reforma laboral se aprobó por los pelos en el Congreso gracias a que un diputado despistado del PP se equivocó de botoncito, pero a punto estuvo de descarrilar por los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) que con alevosía y casi nocturnidad votaron en contra de la reforma pese a que su partido les había ordenado votar a favor tras llegar a un acuerdo con el Gobierno. Carlos García Adanero y Sergio Sayas, los dos diputados rebeldes, no sólo desobedecieron a su formación, sino que además mintieron, porque hasta el último momento dijeron que iban a votar lo que les había ordenado UPN.

El escándalo fue notable y todos los medios les preguntaron si habían llegado a un acuerdo con el PP (algo que parecía obvio) y sobre todo si iban a dejar las filas de UPN para integrarse en las del PP. "No", clamaron García Adanero y Sayas, que semanas después de su desafección fueron suspendidos de militancia, aunque ellos se negaron a dejar su acta de diputado.

Un año después, se ha descubierto el pastel: los dos diputados de UPN se han pasado al PP y se presentarán a las elecciones forales y municipales bajo sus siglas, pese a decir una y otra vez que no iban a acabar así. García Adanero y Sergio Sayas no pasan directamente a engrosar las filas populares, sino que lo hace por vía interpuesta: los dos diputados han fundado un nuevo espacio político llamado Plataforma Navarra que se ha integrado en el PP. Ya lo ven, todo muy transparente y muy democrático.

Actualmente, Feijoo pierde el tiempo buscando traidores buscando quebrar el PSOE.

Oscar Puente ha marcado un discurso muy duro, entre gritos de "fuera, fuera" y "vergüenza" por parte de la bancada “popular”, en el que ha cargado contra la "corrupción" del PP, la "soberbia" de Feijóo y su "amistad" con el narco Marcial Dorado y ha respondido a Feijóo: "Usted ni es presidente ni es de fiar".

"Ya que estamos en igualdad de condiciones: ¿Por qué tiene mayor derecho a ser presidente del Gobierno que yo a ser alcalde de Valladolid?" o que Guillermo Fernández Vara a ser presidente de Extremadura, ha preguntado Puente. Y ha enumerado a varios dirigentes socialistas que perdieron las alcaldías de sus municipios ante la "coalición de perdedores" del PP con Vox en las pasadas municipales, Afirma Oscar Puente.

Ha recordado igualmente que el Artículo 99 de la Constitución estipula que será presidente el que obtenga la confianza del Congreso, no quien gane las elecciones, y ha dejado claro que "no hay nada ilegítimo ni reprochable en ello". Y tras pedirle a Feijóo que "no venga a reclamar lo que nunca ha dado", ha reprochado que "la única ley que defiende" el PP es la del "embudo": "Ustedes tienen que gobernar cuando son la lista más votada y cuando no también".

Decía Maquiavelo que la traición es el único acto del ser humano que no se justifica, pero eso no ha evitado que esté presente en la historia desde Judas, que traicionó a Jesús por 30 monedas de plata, hasta hoy.

Quizás nadie entienda mejor el valor de la lealtad que aquella persona que ha sido traicionada en algún momento. Dante Alighieri, por ejemplo, ubicaba a los traidores en el último círculo del infierno ya que consideraba a la traición como el peor pecado de todos. La razón es que, a diferencia de otro tipo de crímenes, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima. Tal vez por eso es tan dolorosa, porque viene de personas cercanas.

Así pues, en momentos que exigen grandeza, lo que se ve es la miseria de la política.

Cada vez afirmo con más convicción, que muchos de los que dicen que entran en política para servir a la ciudadanía, en el fondo a lo que realmente aspiran, según sus hechos, es a alcanzar el poder y mantenerse en él por encima de todo. Cuando se analizan sus conductas es frecuente observar cómo, en lugar de preocuparse por atender los intereses de los ciudadanos (la “gente” que algunos pregonan) y solucionar sus problemas y necesidades, se ocupan de los suyos, trajinan denodadamente para los suyos, criticando siempre a “los otros”, pero nunca a “los propios”, incumpliendo, con cinismo, sin pudor y a conveniencia, los programas y cuantas promesas hicieron a la hora de conseguir los votos.

Son aquellos políticos que acceden a la política y hacen de ella en exclusiva su profesión. Para éstos, la estrategia “de presentarse como servidores del ciudadano y de la gente” es un conocido mecanismo de defensa verbal y psicológico con el fin de disfrazar deseos ocultos; intentan con la expresión “servir a la gente” dar una explicación altruista a su gestión; racionalizan así una ambición que, de hacerla manifiesta, les haría aparecer a los ojos de los ciudadanos con comportamientos poco dignos y con una excesiva ansia de mandar que poco disimulan, descrita en sociología como “la erótica del poder”. Son aquellos políticos camaleones que mutan de color y de principios en función de sus propios intereses: son con los jefes, cuando quieren y buscan medrar, zalameros, pegajosos, serviles, aduladores y pelotas; por el contrario, son fríos, despectivos, altivos, distantes, despreciativos, hasta ofensivos y tiranos, cuando aquellos no les son ya útiles para alcanzar sus intereses.

El deterioro de la calidad democrática está siendo más visible en España si en lugar del acercamiento y el consenso se alzan con el poder los que, como decía Ortega, pretenden recuperar una de las peores tradiciones patrias: la cultura del rencor.

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