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Coquetear y provocar…

 

Los términos coquetear y provocar a veces se usan indistintamente. Distinguir claramente entre ellos puede ser confuso o francamente complicado, pero psicológicamente, e incluso moralmente, pueden ser mundos aparte. En esta publicación, profundizaré en la dinámica crucial que separa estos dos comportamientos interpersonales, que en la superficie pueden parecer igualmente seductores.

Coquetear es divertido, y que le coqueteen a uno es halagador, pero también es verdad que puede ser una forma manipuladora de prometer algo que no se ha pensado dar en ningún momento.

Las provocaciones contrastan marcadamente con el coqueteo es en su intención. ¡Las provocaciones no son inocentes en absoluto! El motivo es jugar, burlarse, cebar o explotar a la persona objeto de burla, por lo que merece ser visto como un acto que se inclina hacia la hostilidad. De forma encubierta, el mensaje es algo así como: "No obtendrás lo que te puedo dar. Te haré pensar que estoy disponible para el sexo, pero al final, no obtendrás nada de lo que te dejaré anhelando".

¿Puede un hombre ser cosificado por una mujer? La pregunta surge una y otra vez en círculos feministas y la respuesta no es sencilla. Mirado de manera simple, una podría pensar que sí. Porque si definimos la objetificación sexual como la consideración de una persona tan sólo como la suma de sus partes y para lo que esas partes pueden servirnos sexualmente, entonces, por supuesto, las mujeres pueden objetificar a los hombres.

Tanto hombres como mujeres sentimos emociones intensas cuando tenemos relaciones sexuales con otros seres humanos, lo que ocurre es que en los últimos años ese tipo de emociones han pasado a ser un producto más de consumo, en ocasiones fugaz, y ya no se asocian como en el pasado  al amor romántico de forma exclusiva.

Cuando en una relación sexual no hay nada de cariño, amor o cuidado, es decir, cuando se elige “una sexualidad libre absolutamente de emotividad, se corre el riesgo de caer en el consumo indiscriminado de cuerpos”, advierte Bizzotto. Es cuando “nace el peligro de no cuidar, de ver al otro como un cuerpo en el que dentro no hay nada y que sólo me sirve para hacer realidad mis fantasías y eventualmente correrme”. Esto solo será sano si las dos partes están de acuerdo y lo entienden de la misma forma, afirma la socióloga, pero a su entender, “en todo acto sexual tiene que haber amor porque el sexo es amor, un amor no basado en el apego, sino en los cuidados y el respeto”

En esta sociedad individualista en la que estamos insertos se suele entender el mandamiento del amor al prójimo como el amarlo como un otro yo y no como una cosa. Si esto es así, vamos encaminados a construir una ética de la exterioridad, una civilización basada en el derecho, donde la metafísica es sustituida por el derecho. La consecuencia es que no podemos conocer al otro tan solo respetarlo. Esto en lo mejor de los casos. Pero si destierra definitivamente del conocimiento al amor, el otro se convierte en un extraño, en una cosa.

Muchos entienden que el amor es un mero sentimiento. Sin duda lo es. Pero es también mucho más. Pues el amor abarca la totalidad de la persona, con sus dimensiones ricas y variadas.

Hay quién confunde el amor con una experiencia sexual y, a veces, se limita lo sexual a una experiencia genital. No cabe duda de que la experiencia sexual es buena y hasta necesaria. Pero hay muchas maneras de vivirla. Puede vivirse como resultado del amor, como un componente más del amor; o puede vivirse como sustitutiva del amor, como un mal sucedáneo del amor. El acto sexual, sin amor, solo alcanza por un breve instante a satisfacer a la persona.

Si cogemos una hoja de papel lisa y la estrujamos para hacer una bolita difícilmente podemos devolverla al estado original…

La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar...Más cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras... Luego queremos enmendar el error pero ya es tarde... Alguien dijo alguna vez "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio"

Severo Ochoa ya lo dijo en el siglo XX: «El amor es física y química», pero existen personas que juegan con las ilusiones de otras y lo peor de todo es que mientras que la víctima suele salir herida, el otro suele no hacer autocrítica sobre su error. Al menos, al igual que las personas tienen serias dificultades para reconocer un sentimiento de envidia, también es toda una proeza que una persona que ha jugado con las expectativas de otra sea lo suficientemente sincera como para rectificar en parte su error.

Son personas que te marean. Personas  que un día te hace creer una cosa y al día siguiente la contraria. Pero en cambio, tu historia nunca se concreta en amor. El otro nunca da el paso mientras tú esperas y esperas el milagro y lo que es peor, pierdes tu tiempo y tu tranquilidad emocional.

Personas que juegan con las expectativas de otras disfrutan del simple placer de tener a alguien ahí disponible siempre para organizar planes o para reafirmar su propio valor personal. En ese caso, deja de convertir en una prioridad en tu vida a una persona que te trata como un segundo plato.

Así, pues, la autora franco-suiza Madame de Staël lo insinuó ingeniosamente hace dos siglos: "El deseo del hombre es por la mujer, pero el deseo de la mujer es por el deseo del hombre". Puede ser que para las provocadoras un motivo clave sea sentirse deseada, pero no a expensas de volverse vulnerables al hombre cuyo deseo han incitado con tanto éxito y de manera seductora.

La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar...Más cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras... Luego queremos enmendar el error pero ya es tarde... Alguien dijo alguna vez "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio".

El lado positivo de este artículo es que alguien no juega con tus sentimientos si tú no le dejas que juegue. Por tanto, no necesitas perder un montón de meses de tu vida para darte cuenta de quién te conviene si estás atento a las señales.

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