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¿Vox en manos de la Falange?

El portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros, ha anunciado que abandona el partido y que no recogerá su credencial en el parlamento. El representante deja la formación y la política después de los malos resultados del 23J y, según El Mundo, por un distanciamiento con la cúpula actual de la agrupación.

El ya exdirigente ha ofrecido a las 12 horas una rueda de prensa en el Congreso para detallar las razones de su salida del partido ultraderechista. Espinosa de los Monteros ha argumentado que su decisión se basa en motivos personales: "Voy a renunciar a mi acta de diputado por motivos personales y familiares. Mis padres ya no son tan jóvenes y mis hijos aún no son tan mayores".

Uno de los principales motivos adelantados por El Mundo es el alejamiento entre él y Santiago Abascal tras la reorganización que este último llevó a cabo de la estructura de Vox. Un movimiento que dio mayor protagonismo a Jorge Buxadé, portavoz del partido, marcando una línea ideológica dura centrada en la batalla cultural. Sin embargo, en su despedida ha defendido que espera ver "más pronto que tarde" a Abascal en la Moncloa.

La trayectoria de Jorge Buxadé, ahora más poderoso que nunca en el seno de la extrema derecha, revela un pasado en la Falange del que ha asegurado no arrepentirse, “compadreos”con teorías racistas y un perfil extremadamente conservador en materias sociales.

Jorge Buxadé también es conocido por haberse hecho eco, en numerosas ocasiones, de postulados conspiranoicos de corte xenófobo y racista, como teorías del gran reemplazo o el Plan Kalergi, que aseguran, sin ningún tipo de fundamento científico o político, que se está llevando a cabo un gran plan para sustituir a la población blanca de Europa por personas de otras razas, especialmente procedentes de África y Asia.

Primero fue Javier Ortega Smith, después Macarena Olona y ahora Iván Espinosa de los Monteros. Estos tres nombres, cada uno con su circunstancia diferente, tienen algo en común: habían llegado a brillar con luz propia en el firmamento de Vox y no comulgaban al 100% con las tesis del hombre fuerte del partido, el falangista catalán Jorge Buxadé, que poco a poco ha ido imponiendo su ley hasta purgar a todos aquellos que podían hacer una mínima sombra al líder, Santiago Abascal. Vox se parece cada vez más al ideal de Buxadé: un partido con un solo líder, una sola voz y que funciona como un ejército, con disciplina militar.

El día de su dimisión, el expresidente provincial de Vox en Toledo realizó una rueda de prensa en la que aseguró que Vox es una "pseudosecta en la que no hay libertad de expresión".

La exdiputada y exariete parlamentario de Vox, Macarena Olona, señaló hace seis meses los cimientos por los que su antiguo partido podría tambalearse. Incluso derruirse. Porque ella asegura tener "los planos del edificio", la composición pieza a pieza de lo que hoy resulta ser el tercer partido nacional. Señaló dos elementos: las cuentas y los círculos de poder.

Sobre las primeras apuntó al traspaso de hasta 4,9 millones de euros de la formación a la Fundación Disenso, su think tank. Del segundo asunto, sobre quién influye en la organización que preside Santiago Abascal, soslayó un nombre: El Yunque. "Cuanto más arriba estaba, más niebla veía a mi alrededor y no tenía claro quién tomaba las decisiones en Vox. Es evidente que Santi no es libre completamente", afirmó Olona en una entrevista en La Sexta.

Las sospechas de la relación existente entre Vox y el Yunque siempre han sobrevolado, pero nunca han sido confirmadas por sus miembros. “Las decisiones de Vox no se toman dentro de Vox”, le dijo Macarena Olona a Jordi Évole cuando el periodista le preguntaba por la relación entre el partido y la organización secreta.

Vox no tiene problema alguno en atribuir su rápida expansión en toda España al apoyo de grupos empresariales y sectas radicales «que a su vez están íntimamente ligados unos con otros».

«Suerte tenemos de toda esta gente que nos apoya. De los nazis violentos, del IBEX y también de ti, Ana Rosa. No, no, de verdad, no es momento para la falsa modestia», ha insistido Abascal  desde el plató de Telecinco.

El ascenso de Santiago Abascal a la cúpula de Vox no se entiende sin el apoyo decidido de HazteOir. Sin esta asociación ultra, conocida por sacar los autobuses tránsfobos, el vuelco que el político vasco logró dar a la formación en 2014, haciéndose con el poder de la misma, no hubiera sido posible.

Santiago Abascal es amigo íntimo del presidente de HazteOir, Ignacio Arsuaga, quien en 2012 le concedió el premio de su asociación, y no ha dudado en poner todo el entramado de esta institución al servicio de Vox en la campaña para las autonómicas andaluzas. 

Así, pues, Buxadé, a quien Guardiola calificó de “capataz del señor feudal” cuando este asistió al pleno de constitución de la Asamblea de Extremadura, también sigue siendo el mismo tipo que lejos de arrepentirse de haber defendido los postulados falangistas puede presumir de que gracias a gente como él estamos retrocediendo a tiempos que seguro que satisfarían a su admirado José Antonio.

Para los de Alberto Núñez Feijoo era considerablemente más sencillo el hecho de negociar con Espinosa de los Monteros porque todos los puntos que se ponían sobre la mesa estaban relacionados con reducir el intervencionismo del Estado, evitar los impuestos de forma general (tanto a los más pudientes como a los menos) y en temas como la sostenibilidad del sistema de pensiones vía la mochila austríaca. Sin embargo, quien tiene delante el PP es un Jorge Buxadé que no quiere ceder ni a nivel ideológico ni en el tema de los asientos.

Buxadé se hizo cargo de negociar los pactos regionales con el PP y de estipular las primeras acciones de las consejerías de Vox en los Ejecutivos locales, como la censura de obras de teatro, la eliminación de los símbolos LGTBI y la derogación de normativas de la agenda verde. Su plan de acción se sintetiza en la "lona del odio" que el partido desplegó a fines de junio en un edificio de Madrid, en la que una muñeca con una pulsera con los colores de España tiraba a la papelera las banderas LGTBI, la del independentismo catalán, la comunista y logos del movimiento feminista y la Agenda 2030. El cartel fue impugnado por la Junta Electoral y Vox tuvo que quitarlo.

Vimos el asalto al Capitolio. Hemos visto el asalto a las instituciones del Brasil. ¿Podría pasar lo mismo en España con los voxistas? Hemos visto cómo alimentan las sospechas contra el voto por correo, el relato del "gobierno ilegítimo"...

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