Los bancos se hacen de oro mientras las familias se ahogan…
La banca española sigue aumentando sus márgenes de
beneficios en mitad de una de las mayores crisis de la última década. Las
principales entidades financieras del país –Santander,
BBVA, CaixaBank, Bankinter, Sabadell y Unicaja– han conseguido ganancias netas
por valor de 12.386 millones de euros entre enero y junio, lo que supone un
incremento de sus beneficios de más del 20% respecto al año anterior.
Los inmensos beneficios del sector bancario llegan, además, en un contexto complicado en el que las familias no paran de ver cómo la subida de los tipos de interés dispara las hipotecas y deja en riesgo de pobreza a miles de familias. Esta semana el Banco Central Europeo aplicaba la novena subida de los tipos, hasta el 4,25%, que dejaba el indicador que rige el precio de las hipotecas en el nivel más alto en los últimos 16 años.
El Santander
consiguió un beneficio neto de 5.241 millones de euros en este periodo, lo que
supone un incremento del 7,1% respecto a los 4.894 millones de euros que se
logró embolsar en 2022.
En estos primeros seis meses de año CaixaBank ganó menos que la entidad de Ana Patricia Botín, 2.137 millones de euros, pero el incremento respecto al mismo periodo de 2022 es de los más potentes de toda la banca, con unos beneficios un 35,8% superiores al año previo. También logró un aumento importante de sus arcas el BBVA, con una subida del 31,1% respecto a los seis primeros meses de 2022. En total, el banco ha logrado embolsarse 3.878 millones de euros.
Los bancos aprovecharon su desigual poder y cultura financiera ante los individuos para imponerles condiciones leoninas y realmente explotadoras, creando de esa forma el método de punción de riqueza que sustentó la burbuja financiera. La banca creó nuevas formas para el pago de las hipotecas, con nuevos y complejos tipos de interés que confundían a quienes suscribirían nuevos contratos. La gente, obligada en muchos casos por las circunstancias a tener que endeudarse (por los bajos salarios, la necesidad de una vivienda y la retracción de los servicios públicos) fue manipulada y engañada no sólo por los agentes bancarios sino también por los brokers o comisionistas, quienes eran contratados por los bancos para ampliar su cartera de hipotecas y cobraban en función del volumen total suscrito. Grandes beneficios para la banca a costa del empobrecimiento generalizado de la población.
La banca también tiene una gran responsabilidad en lo que se refiere a la expansión de la burbuja financiera. Y eso es así porque la gran mayoría de los fondos de inversión, de pensiones y otras fórmulas similares para la especulación son gestionados directa o indirectamente por los bancos. De hecho, tras la reconfiguración económica neoliberal los bancos perdieron cuota de mercado en la financiación de las grandes empresas (que pasaron a financiarse directamente vía emisión de acciones o bonos y no mediante préstamos) y tuvieron que cambiar su fórmula de negocio. Desplazaron entonces su actividad hacia las comisiones a las personas (retrayendo aún más riqueza de las cuentas corrientes y otros métodos de ahorro personal) y hacia la gestión de los fondos de inversión. Gestionando estos fondos de inversión los bancos consiguen rentabilizar un ahorro ajeno (en muchos casos, como en los fondos de pensiones, el de aquellas personas que los suscriben por temor a quedarse sin jubilación como consecuencia de la retracción del Estado del Bienestar) y hacer inmensos beneficios a su costa, devolviendo sólo una ínfima parte como remuneración al prestamista original (el propietario del dinero). Estos fondos, además, operan buscando la máxima rentabilidad posible y sin importar el mercado en el que se hace.
Para esta Economía la finalidad principal es la obtención del mayor beneficio económico, y para lograrlo se recurre a una competencia desenfrenada. El presidente de un banco compite con los presidentes de los otros bancos, y también con las limpiadoras de sus oficinas, para pagarles lo menos posible. Una multinacional compite con un país empobrecido para obtener sus riquezas naturales al menor costo posible.
Esta es la Economía que el Papa Francisco dice que mata. Y realmente mata. Millones de seres humanos mueren de hambre en un mundo donde se producen alimentos más que suficientes para todos sus habitantes, o mueren por falta de una elemental atención médica, o por las cruentas luchas que se promueven en países del Tercer Mundo motivadas por los intereses de países ricos y multinacionales.
¿Y quién está a favor de esta Economía, quién la defiende? Por supuesto todas las fuerzas de derechas del mundo: desde Meloni a Trump, desde Bolsonaro a Núñez Feijó; es evidente que todos ellos defienden esta Economía que hace sufrir mil penalidades a millones de seres humanos y acaba matando. Intentarán ocultarlo, justificarlo, desviar la atención, echarles las culpas de las muertes a otros, pero la realidad es contundente: defienden una Economía que mata.
Alrededor de 50.000
gallegos habitan ya en municipios que no cuentan con una sola sucursal
bancaria, lo que constituye uno de los efectos más perversos del proceso de
concentración de las entidades tras el crac del 2008 y la fallida reordenación
del sistema financiero de Galicia. La crisis económica derivada de la
emergencia sanitaria ha venido a agudizar ese proceso.
Desde hace meses se suceden en Galicia manifestaciones y protestas contra el cierre de oficinas que apenas encuentran eco en la prensa local, y menos aún en los medios públicos que maneja la Xunta. Una de las últimas fue en Mesón do Vento, una pequeña aldea de 300 habitantes en la provincia de A Coruña.
Lo de los cajeros
resulta alucinante, porque, lejos de combatir la destrucción de empleo y el
abandono del rural que provocan los cierres de los bancos, la Xunta de Feijóo
parece caminar en el sentido contrario incentivando a los bancos con dinero
público para que los instalen en los pueblos que abandonan o prevén abandonar.
El 22 de junio del año pasado, el Diario
Oficial de Galicia publicó una orden de la Consellería de Economía y Hacienda
ofreciendo más de 2,8 millones de euros
en ayudas directas a las entidades para "la instalación, mantenimiento y
puesta en funcionamiento de cajeros automáticos" y para sufragar "la
prestación de un servicio de asistencia y formación financiera" a su
clientela.
Naturalmente que la respuesta de la derecha a todo lo
expuesto va a ser redoblar su campaña de acusaciones y mentiras, pero la
realidad es incuestionable. El mensaje debe llegar a una sociedad desorientada
y confundida. Una sociedad donde la derecha se ha presentado como el sector más
respetable de la población, el más respetuoso con la moral cristiana
tradicional.
Es hora de quitarles
la careta y mostrarlos como defensores de esta Economía que mata.
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