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Las “inexactitudes” de Feijóo

El presidente del PP y candidato a las elecciones generales del 23J, Alberto Núñez Feijóo, ha reconocido este martes que "hubo años" en los que el PP "no actualizó las pensiones conforme al IPC" y ha calificado de "inexactitud" sus declaraciones en una entrevista en TVE donde afirmaba que su formación "siempre" lo hizo.

“La inexactitud que cometí fue que hubo años en los que no se actualizaron conforme al IPC. Sin embargo, hubo otros que en los que se actualizaron por encima del IPC, sobre todo cuando el IPC era negativo”, ha recalcado en una entrevista en Antena 3, tras el aluvión de críticas por parte de PSOE y Sumar, que acusaron a Feijóo de “mentir” y recordaron que el gobierno de Mariano Rajoy en años concretos llegó a subir las pensiones “por debajo” del IPC.

La llegada de Feijóo a Madrid no ha cambiado la postura del PP sobre las pensiones. El hoy líder del PP puso en noviembre de 2022 en duda las “posibilidades” de “España de subir las pensiones” un 8%, como anticipó entonces el Gobierno que iba a cerrar el año la inflación. Feijóo insinuó, de hecho, que los pensionistas no querían ese incremento.

De hecho, el incremento de las pensiones para 2023 se aprobó en un real decreto que, por naturaleza, no se vota en el Congreso. Lo que sí se votó fue la partida presupuestaria para la Seguridad Social. Pero el PP votó en contra de los Presupuestos Generales de 2023 y planteó una enmienda de devolución.

Por abundar en la falsedad, en marzo de 2023 el Congreso votó contra el decreto ley de la reforma de las pensiones. El PP votó en contra, junto con Vox y Ciudadanos.

Queda claro que el PP, en el caso de llegar al gobierno, quiere modificar las reformas aprobadas en esta legislatura que aseguran el poder adquirido de los pensionistas, garantizan la sostenibilidad y la suficiencia de las pensiones públicas y el nuevo sistema de cotización para los trabajadores autónomos y la mejora de su protección social. Sus propuestas se inspiran en la derogada reforma de pensiones de 2013, impuesta por el gobierno del PP sin diálogo social y sin consenso en el Pacto de Toledo. Máxime cuando en 2013 se impuso un Indicé de Revalorización de las pensiones que limitaba el crecimiento de las mismas al 0,25%, lo que provocó en cinco años una pérdida del 1,65% en el poder adquisitivo de los pensionistas, y un Factor de Sostenibilidad que de haberse llegado a aplicar hubiera supuesto reducir la pensión inicial hasta un 23%.

Como las mentiras quitan credibilidad a los que las dicen, los políticos habrían de huir de cualquier mentira, ya que la hemeroteca es su condena.

Todos debemos de defender la verdad y huir de la mentira, pero aun más lo habrían de hacer los políticos, porque las mentiras no hacen sino desacreditar la clase política. Por eso la Palabra de Dios nos pide que no caigamos en la mentira y que tengamos siempre la verdad en los labios y en el corazón.

Gandhi decía: “Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira”. Y Aristóteles también desaprobaba la mentira cuando decía: “El castigo del mentiroso es no ser creído cuando dice la verdad”. Y Nietzsche decía: “Lo que más me molestó no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante, no podré creer en ti”. Como las mentiras quitan credibilidad a los que las dicen, los políticos habrían de huir de cualquier mentira, ya que la hemeroteca es su condena.

No debemos olvidar la conferencia que hace cien años, pronunció el sociólogo alemán Max Weber y que tenía per título: “La política como vocación”. Max Weber, con pesimismo, retrataba a los políticos de su tiempo así: “Quien hace política pacta con los poderes diabólicos que están al lado de cualquier poder”. Weber contraponía a estos políticos, la actitud de los “grandes virtuosos del amor al prójimo y del bien cósmico de Nazaret, de Asís o de los palacios de la India”, que “no operaron con medios políticos, con el poder”. Weber, viendo el comportamiento de los políticos de su tiempo, afirmaba con pesimismo, que “quien busca la salvación de su alma, que no la busque por el camino de la política, las tareas de la cual solo pueden ser cumplidas mediante la fuerza”. Weber decía también que “el genio o demonio de la política vive en tensión interna con el dios del amor, incluido el dios cristiano”.

Por eso los políticos, los buenos políticos, habrían de reflexionar sobre las palabras del papa Francisco, cuando en junio de 2013 dijo: “La política es una de las formas más altas de caridad, porque busca el bien común”, entendiendo la caridad como la solicitud por los demás (Video, minuto 2’53’’). Por eso el papa añadía aun: “es un deber trabajar por la política”, cuando los políticos, alejados de la mentira y del engaño, no se aprovechan de los ciudadanos, sino que están a su servicio.

Así pues,  lo peor de todo es que con las políticas del PP y Vox se nos engaña en cosas muy graves. Y además la política del engaño y la mentira va en aumento a una velocidad de vértigo. Sin que nos demos cuenta, cada día tenemos menos derechos, ganamos menos, vivimos más inseguros, la sanidad funciona peor, la educación es más deficiente, nadie sabe a ciencia cierta cómo va a vivir el mes que viene….

Y encima de lo dicho, se nos asegura que esto es lo que más necesita España, lo que nos conviene a todos.

De ahí, la pregunta: ¿por qué nos mienten tanto nuestros gobernantes y los que aspiran a serlo? ¿Por qué aguantamos este cúmulo de engaños y desvergüenzas?

Para empezar a responder, me parece pertinente recordar un sabio principio que supo formular un clásico, bien conocido, en asuntos de política. Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” (XVIII, 466), dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar”. Esto es lo que pasaba a finales del s. XV. Siempre había “alguien” que se dejaba engañar. Ahora, que tanto sabemos y tanto hemos progresado, el gobernante que engaña, no se encuentra ya a “alguien” que se deja engañar. En este momento, por más que nos manifestemos a gritos por las calles, la pura verdad es que somos “millones” los que votamos, como salvadores de nuestros males, a los más embusteros que se hartan de predicarnos mentiras y patrañas. ¿Es que los políticos son ahora más perversos? ¿o es que nos han degradado en la ingenuidad que no pudieron ni imaginar las gentes de hace más de quinientos años? Pero, es claro, lo que ocurre es que los gobernantes no pueden aparecer, ante la gente, como defensores del “Estado del Capital” (que es lo que realmente son), sino como los protectores que garantizan el “Estado de Derecho”. Lo cual quiere decir que, tal como se han puesto las cosas, al político de oficio, si no es un hombre ejemplar por los cuatro costados, no le queda más salida que convertirse en un embustero de oficio.

Así las cosas, ¿qué puñeta hacemos, cada cuatro años, dando nuestro voto de confianza a quien sabemos que nos está engañando y lo va a seguir haciendo?

 

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