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Feijóo fracasa en sus expectativas y Vox se hunde perdiendo 19 escaños


La fiesta estaba preparada en Génova. Casi se puede decir que no la habían desmontado desde el pasado 28 de mayo. Pero, a la hora de la verdad, no ha habido efecto Feijóo. Ni en el peor de los escenarios que se manejaban en el equipo del presidente del PP entraba este resultado: 136 escaños y sin que ni siquiera la suma con Vox les lleve a La Moncloa. Aún así, Alberto Núñez Feijóo dice que intentará gobernar.

"En resumen: hemos ganado las elecciones y nos corresponde intentar formar gobierno", dijo el presidente del PP desde el balcón de Génova acompañado por su comité de dirección al completo, además de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida.

"Vamos a intentar la investidura por todos los medios posibles", insistían fuentes del entorno de Feijóo que no descartan la repetición electoral. Con los 136 escaños del PP y los 33 de Vox, el bloque de la derecha se queda a 7 de los 176 de la absoluta.

Así, pues, El Partido Popular  se sumerge en un estado de fantasía y negación tras los resultados electorales del 23 de julio, donde el bloque de la derecha liderado por Alberto Núñez Feijóo no logró alcanzar el tan anhelado triunfo. A pesar de la realidad aplastante, los miembros del PP continúan aferrándose a la idea de que Feijóo gobernará, desatando una estrategia desesperada y desconectada de la realidad política.

El aferrarse a una ilusión de un gobierno en solitario con «pactos puntuales» denota una falta de autocrítica y una negación de la realidad política actual en España.

Los populistas como Feijóo son como los animadores de fiestas que se encargan de vender un breve momento de felicidad y bienestar para ganar la simpatía de la población; entonces una sociedad sin educación y sin interés en la realidad nacional diría: ¡No sé quien es o cómo trabaja, pero me cae bien! Ni se toman la molestia de leer un plan de gobierno, y al populista le encanta esto, una ciudadanía ignorante. Y lo peor de todo es que “el populismo ama tanto a los pobres, que los multiplica…

Gamarra, fiel a su estilo, opta por utilizar tácticas de miedo y amenazas para presionar a Pedro Sánchez. Al insistir en que solo la investidura de Feijóo evitará el bloqueo y la repetición electoral, Gamarra muestra una vez más la desesperación y la negativa del partido ante los resultados. Y El PP lamenta no haber concurrido con Vox el 23J.  Miguel Tellado: «Lamentamos no haber concurrido con Vox: “Podríamos tener la mayoría absoluta de Rajoy en 2011”» Lamenta que haya ocurrido lo que el PP vaticinaba en torno a la división del centro derecha, con escaños que “se quedan en el camino” y que hacen sacar más rédito a Sánchez.

Con estos resultados –y a la espera de que el bloque de izquierdas consiga sumar los acuerdos necesarios para reeditar un Gobierno progresista–, España consigue desmarcase de la tendencia Europa e impedir la llegada de la ultraderecha al poder; mientras en el resto de países del entorno los partidos de corte neofascista están en pleno auge.

Hace apenas un año, la candidata del partido fascista Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni, conseguía una victoria electoral que la convertía en la primera mujer en presidir el Consejo de Ministros del país transalpino. Meloni tiene unos vínculos fuertes con Vox y, de hecho, en la previa electoral el partido ultraderechista español proyectó, en la retransmisión en directo de su canal de YouTube, un mensaje de apoyo a Abascal por parte de la política italiana.

La caída de Vox también llega un mes después de que en Finlandia, el partido neofascista Perussuomalaiset (en castellano, Partido de los Finlandeses), haya entrado en el Ejecutivo de coalición junto al partido conservador y hacerse con siete de los 18 ministerios, entre ellos Economía, Justicia o Interior.

Décadas de progreso y avances sociales, años y años de apuesta por la tolerancia y por la consolidación democrática corren el riesgo de saltar por los aires en esta vieja y ajada Europa. Nos miramos al espejo y éste nos devuelve nuestra verdadera cara a día de hoy: somos racistas, xenófobos, intolerantes, crueles y desconfiados con el extranjero. Nunca hemos dejado de serlo.

Las balas de goma de  son la expresión trágica de lo que piensa la derecha en nuestro país. En la mayor parte del resto de Europa, esto ha cristalizado ya en partidos políticos que proclaman abiertamente su xenofobia y cosechan votos al grito de “Al inmigrante, ni agua”. El crecimiento de la semilla fascista está regada por un racismo, hasta hace poco quizás vergonzante, que ha decidido quitarse todas las máscaras y enseñar, ya sin remilgos, su verdadera cara cruel e inmisericorde.

El cristianismo no es de derecha ni de izquierda (Papa Francisco). Sin embargo, el programa del Evangelio de Jesús y la Doctrina Social de la Iglesia coinciden más con los planteamientos de la izquierda que con los de la derecha. El Evangelio hace una clara opción por los pobres y excluidos. No está en contra de los ricos, sino de la acumulación de riqueza. Así lo expresa Jesús en su mensaje y en su práctica de vida.

Jesús se puso al lado de los pobres y marginados, propuso una nueva sociedad de iguales, de hermanos, sin ningún tipo de discriminación. Llamó a compartir los bienes que Dios ha creado para todos. Su criterio no es la competitividad sino el amor fraterno.

A Jesús le preocupó la situación de su pueblo. Salió al encuentro de los pobres y marginados (Mt 11, 2-6; Mc 1, 40-45; Lc 5, 12-16). Su misión fue anunciar el reino de Dios aliviando el sufrimiento humano. La injusticia, la corrupción y la especulación financiera son un obstáculo para la realización del reino de Dios. Por eso Jesús exige un cambio radical de la situación. Este cambio comienza por las actitudes más profundas del corazón humano y llega hasta la creación de un nuevo estilo de vida social basado en la igualdad, la reconciliación y el amor.

Jesús se enfrentó a los poderosos de su tiempo, llamándolos “razas de víboras y sepulcros blanqueados…”. Incluso al rey le llamó “zorro” (Lc 13,31-32). Por eso el poder económico (los saduceos), el poder religioso (los sumos sacerdotes y fariseos), el poder político (el rey Herodes) y el poder militar (el gobernador romano Poncio Pilato) lo descalificaron, lo difamaron y se aliaron entre ellos para eliminarlo.

Hemos de ser críticos y visualizar la política como una mediación para que en la sociedad se viva los valores del reino de Dios: la justicia, el amor, el respeto a la diversidad, la fraternidad y la paz, de manera que a nadie le falte lo necesario para vivir con dignidad y en paz.

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