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Feijóo desgasta la sanidad pública para llevar a los pacientes a los hospitales privados

Profesionales de la salud mental y pacientes denuncian la falta de personal y las listas de espera en la sanidad pública. El SERGAS cuenta con 124 psicólogos clínicos y 224 psiquiatras; un número que consideran insuficiente para atender las necesidades de un territorio como Galicia, que es la segunda comunidad con más suicidios al año, así como en consumo de antidepresivos y ansiolíticos. Hay 10.000 personas en lista de espera, el tiempo medio para la primera consulta está en los 6 meses y las consultas de psiquiatría en la pública apenas llegan a los 15 minutos.

El suicidio es la primera causa de muerte violenta en Galicia, por delante de los accidentes de tráfico. Entre las personas de 15 a 24 años, es la tercera causa de muerte más frecuente.

En Galicia murieron 3.345 personas por suicidio entre 2010 y 2019 (318 en ese último año). Junto con Asturias, somos la comunidad con mayor número de suicidios por cada 100.000 habitantes. Además, la OMS estima que por cada muerte por suicido consumada se producen 20 tentativas.

La falta de psicólogos y psiquiatras en la sanidad pública obliga a los pacientes a ir a un profesional privado o a esperar durante meses para tener cita. La salud mental se convierte así en un lujo que solo es accesible para algunos privilegiados, abandonando a las personas que no tienen recursos para pagar unos 50 o 60 euros por consulta.

Los profesionales sanitarios alertan del incremento de cuadros ansiosos y depresivos en adolescentes. En el Colegio de Psicoloxía de Galicia se muestran sorprendidos por los intentos de autolesión en la población juvenil.

La estrategia de desinversión y depauperación de la sanidad pública que ha ejecutado la Xunta de Galicia desde que Feijóo la preside se puede constatar con cifras y con estadísticas. Pero también con los casos individuales de pacientes que han sido desatendidos y que, en algunos casos, han tenido que optar por tratarse en centros privados para asegurarse la atención médica que necesitan.

Las listas de espera quirúrgicas: han crecido en cerca de 6.000 personas desde el 2009, según el IGE. Más de un 17%. Esas son las estadísticas, pero los números tienen un reflejo real en la vida de las personas que se ven afectadas por este proceso.

El centro de salud de Conxo, en un barrio de la capital gallega, estuvo hasta durante un año sin personal fijo, lo que provocó suspensiones "periódicas y aleatorias" del servicio que dejaron a los niños de cero a catorce años "privados de atención pediátrica" durante semanas. Y que el Sergas despidió a dos radiólogos del servicio central de radiología del hospital a pesar de que había casi 7.000 pacientes en lista de espera para una prueba radiológica y centenares más "con dolencias graves e invalidantes que precisan un control periódico de su estado de salud".

En Galicia hay muchos pacientes que optan por acudir a la sanidad privada para recibir atención. Como le sucedió a una mujer de 93 años de O Barco de Valdeorras con una lesión cutánea que, según le advirtieron, no podían tratarle en el hospital público de la localidad porque allí no hay dermatólogo. Le dijeron que tenía que ir a Ourense, a tres horas en el trayecto de ida y vuelta por por carretera, al menos tres veces.

Según el informe Diagnóstico de la Sanidad en Galicia 2019 de la Asociación de Hospitales Privados de Galicia (Ahosgal), hay una "creciente percepción de que la sanidad gallega ha empeorado" en los últimos años. Según sus datos, extraídos de fuentes oficiales, la satisfacción con el funcionamiento del sistema sanitario público ha caído en más de doce puntos sólo desde el 2012, mientras la percepción de que el sistema necesita "cambios fundamentales" ha crecido otros doce puntos.

El gasto sanitario público por habitante y año es de 1.701 euros, ocupando el 9º lugar de 17 comunidades autónomas, pese a que el envejecimiento y la gran dispersión de la población exigiría más recursos para acercar y hacer accesible la atención a la salud, Por el contrario se incrementa el gasto privado y el de  conciertos con hospitales privados, en manos de multinacionales como Quirón, Fresenius, Centene o HM hospitales.

Feijóo no es un gestor sanitario sino un comercial, que ha troceado el Servicio Galego de Saúde y lo ha vendido a Multinacionales extranjeras, que controlan los servicios estratégicos y los datos sanitarios más sensibles de la población gallega, a cambio de un endeudamiento progresivo del SERGAS.

En resumen, Feijoo nos deja un sistema sanitario público descapitalizado, fraccionado y privatizado, sin los recursos necesarios para ofertar una atención primaria de calidad, con unas listas de espera intolerables.

El PP, tanto Juanma Moreno, como Ayuso, y también el propio Feijóo han tenido siempre muy claro debilitar la sanidad pública, para que la privada haga un extraordinario negocio a costa de la salud. Al PP no le importa la salud de las personas, le importa la cuenta de resultados. El lema sanitario del PP siempre ha sido el negocio por encima de todo.

Está claro que los recursos económicos destinados a las privatizaciones debilitan la sanidad pública y favorecen otros intereses. Lo deseable sería invertirlos en el sistema público para hacerlo más fuerte y eficaz. Pero tras la dura pandemia, el PP no ha aprendido nada. Siguen sin apostar por fortalecer nuestro sistema sanitario público, no amplían el número de médicos ni tampoco el del resto de personal en los servicios sanitarios. Feijóo, Ayuso y Juanma Moreno siguen empeñados en que se cure quien tenga dinero para poder pagárselo; donde la sanidad sea un negocio y no un derecho.

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