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Ejercer el derecho al voto: Votar en clave de justicia social

El Gobierno que salga de los futuros comicios debe desarrollar una cultura de solidaridad en favor de las personas "descartadas" por el sistema y trabajar por su inclusión, no sólo en situaciones de necesidad sino en todo momento. Es importante que los partidos políticos ofrezcan programas serios y audaces para erradicar la pobreza.

Es fundamental mantener, continuar y mejorar los avances en materia social, económica, fiscal, laboral… La defensa de todos los derechos humanos, sociales, económicos y culturales, pasa también por una participación consciente, crítica, informada y formada en el ejercicio del voto que no podemos eludir. No ejercer este derecho supone dejar en otras personas nuestra responsabilidad por la aportación propia en la construcción de un mundo más justo y en paz.

Hay una buena política que se basa en la caridad y que construye la sociedad hacia el bien común, edificando puentes, fijándose en cada persona, viviendo los cargos en actitud de servicio, con la mirada en las personas más vulnerables.

Así pues, podemos comprobar que con las políticas de los gobiernos del partido Popular todos los veranos tenemos que enfrentarnos a los colapsos, falta de medios -humanos y materiales- e información "falsa" son las principales 'perlas' que la Asociación Gallega para la Defensa de la Salud Pública (AGDSP) ve en el sistema sanitario público de Galicia a medida que se acerca el verano. Así lo ha notificado a través de un comunicado remitido a los medios de comunicación, en el que advierte, en primer lugar, del "colapso de los servicios de urgencias hospitalarias" en lugares como Ourense, que se traduce, lamenta, en "esperas de más de ocho horas" para los enfermos.

También en la ciudad de Burgas, añaden que Urgencias está siendo atendida por "la mitad del personal médico". Y los problemas en cuanto a recursos humanos también se perciben en municipios que multiplican considerablemente su población durante el periodo estival, como es el caso de la comarca del Salnés y, más concretamente, Sanxenxo. Allí, las censuras colectivas, “se suprimen los refuerzos de personal médico y de enfermería”. También denuncian la "información falsa" difundida por el Ministerio de Sanidad, "asegurando que no se repetirán los problemas de atención del año pasado en los centros de salud a pesar de no tener previsto incorporar nuevo personal".

Los pensionistas también salieron a las calles recientemente con movilizaciones multitudinarias en toda España protestan y con razón, contra la subida mísera de las pensiones de un 0,25%. Desde el Gobierno dicen que no se puede subir más porque no hay dinero. Pero sí vemos cómo hay dinero para rescatar autopistas, para rescatar a la banca con más de 60.000 millones de euros, para gastos en armamento y defensa, siempre muy superiores a los consignados inicialmente en los presupuestos y para tantas y tantas cosas superfluas…

La movilización pensionista no es una reivindicación egoísta de mejorar sus pensiones, sino una lucha en defensa de las pensiones públicas. Recordamos al Gobierno que no es una gracia que concede, sino un deber constitucional (art. 50) del Estado sostener unas pensiones públicas dignas.

Los pensionistas no solo reivindican el aumento como mínimo con el IPC, sino que demandan otras muchas cuestiones de verdadera justicia (jubilación a los 65 años, recuperar el subsidio para mayores de 52 años, pleno funcionamiento de la ley de dependencia etc.)

No sólo mejorar las pensiones actuales, sino consolidar las futuras, como públicas, sin privatizarlas ni dejarlas al albur del mercado y la banca. Y para ello, mejorar las condiciones laborales actuales, derogando las reformas laborales que han causado tanta precariedad.

¿Que quieren acabar con el sistema público de pensiones? Muy bien. Que lo digan, que expongan sus razones y sus intereses y ya nosotros decidiremos qué hacemos al respecto. Pero que no nos engañen negándonos la posibilidad de plantear que hay otras reformas posibles; reformas en las que la Seguridad Social siga actuando efectivamente como un mecanismo de solidaridad intra e intergeneracional, como un avance civilizatorio frente a la barbarie que supone dejar desamparado a quien no puede allegar los recursos necesarios para su subsistencia.

Mientras que el discurso dominante no sea el de solidaridad y sí el actuarial; mientras prime la preocupación por la contributividad en lugar de por el nivel de vida al que pueden acceder nuestros pensionistas seguiremos oyendo los mismos cantos de sirenas. ¿Nos tapamos los oídos o les callamos las bocas? En algún momento habrá que decidir.

El neoliberalismo reinstauró la idea de que los dueños del dinero y del gran capital son los verdaderos arquitectos de las políticas pública y los aparatos de seguridad, diseñados para proteger intereses empresariales, no populares. Las políticas neoliberales engloban una ideología económica que perjudica a las democracias y a la justicia social.

El papa Francisco no se cansa de repetir que el neoliberalismo es un sistema perverso: Él aboga por "un cambio de rumbo, un decisivo cambio del modelo actual de consumo y producción, marcado por la cultura de la indiferencia y el despilfarro, es urgente e inaplazable”… siendo las organizaciones populares “los principales agentes” de nuevas y mejores maneras de vivir en sociedad. ¡Avancemos por estos caminos afín de nos dispersarnos, confundirnos y estrellarnos nuevamente!

 

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