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¿Luis Ángel de las Heras, próximo arzobispo de Madrid?

Los nombres que en las últimas semanas han adquirido un mayor protagonismo para el futuro de Madrid son el del obispo de León, el claretiano Luis Ángel de las Heras Berzal, y el del arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro Chávez, que la semana pasada estuvo en Roma.

Cabe pensar que también se pudiera producir una sorpresa.

Me pregunto si estos son los méritos de Luis Ángel de Heras:

–La residencia universitaria de la Domus Eclessiae cierra, tras trece años de actividad

– La Librería Diocesana  “Chamorro” de Ferrol cierra después de treinta años de servicio.

– El día 13 de octubre, 2019 también cerraba al culto la iglesia parroquial de Santa Cruz, en Canido. El día 4 de agosto de 1964, monseñor Jacinto Argaya, obispo diocesano por aquel entonces, firmaba el decreto de erección de una nueva parroquia en la ciudad de Ferrol: Santa Cruz de Canido.  En el recuerdo, la figura imborrable de D. Gabriel Vázquez Seijas, primer párroco de Santa Cruz, «un sacerdote de excepcionales condiciones de inteligencia y de bondad», escribía Mons. Argaya en la citada carta, cuya huella profunda sigue todavía hoy presente en todos y cada uno de los rincones del barrio. También en los corazones de sus feligreses. No han podido ni han querido olvidarlo. Hablar de Gabriel Vázquez Seijas en Canido es nombrar prácticamente a un héroe. Un hombre cuyos vecinos le pusieron su nombre a una calle por todo el bien que hizo durante el ejercicio de su sacerdocio en años muy duros. Fue él el primer párroco de Santa Cruz.

Luis Ángel de las Heras no es que nos intentará  vender un yegua averiadísima. Es que no deja ni yegua después de bajar a la arena arremangarse y cerrarlo todo. Le va a salvar la campana porque antes de apagar la luz última le van a dar la diócesis de León que tardará algo más en desaparecer. Y, ahora a ver si encuentran un valiente que acepte venir a Mondoñedo.

Los seglares no estamos para «hacernos de la vista gorda», tenemos que enfrentar y ver los dolores de la gente y repararlo, sobre todo reparar quienes los cometen, pero si no lo hacen ellos lo tiene que hacer la Iglesia.

Cada día entiendo menos esa carrera eclesiástica hacia la nada. ¿No tienen bastante con amar a la diócesis para la que han sido elegidos? Es triste eso de diócesis de ascenso, diócesis de término……¿ No tienen bastante con amar a la diócesis para la que han sido elegidos? Es triste eso de diócesis de ascenso, diócesis de término…

Jesús fue tentado de usar el poder de Dios para su propio provecho, convirtiendo las piedras en pan y abandonando así su solidaridad con la condición de todos los seres humanos. Versión eclesiástica de esa tentación sería lo que llamamos eclesiocentrismo: en lugar de ser sacramento del Reino la Iglesia se erige como fin en sí misma o, con el clásico lenguaje bíblico, “se apacienta a sí misma”.

Esta tentación afecta sobre todo a los aspectos institucionales de la Iglesia, puesto que es ley inevitable de toda institución humana acabar confundiendo sus fines con sus propios intereses. Si la Iglesia cae en esta tentación, la institución eclesial se anunciará a sí misma más que a Dios y, en lugar de la misión del Precursor (“que Él crezca y yo disminuya”), acabará confundiendo su propio crecimiento con el crecimiento de Dios y el amor a la Iglesia con el amor a sus autoridades.

En la Iglesia primitiva todos los cristianos se sentían responsables y participaban en la toma de decisiones. No aceptaban, sin más, las decisiones que se tomaban sin contar con la comunidad. El valor supremo de aquellos cristianos no era la sumisión, sino la responsabilidad.

La Iglesia oficial ha estado y todavía está demasiado metida en una estructura de poder: un Papa Jefe de Estado, unos representantes de la Iglesia romana que pertenecen al cuerpo diplomático… Todo esto lleva a que casi la única presencia pública que aparezca sea la de la Iglesia oficial. Y lleva también a que la búsqueda de esa presencia pública se haga como una lucha de poder a poder.” ¡La Iglesia nombra hoy a sus obispos en contra del evangelio!

En los primeros tiempos del cristianismo, la Iglesia no funcionaba así. Cuando Judas se suicidó, Pedro reunió a la comunidad para nombrar un sustituto y fue la comunidad quien decidió el procedimiento para designar a Matías (Hech. 1, 15-26). Cuando en la comunidad de Jerusalén hubo problemas, se reunieron todos y entre todos eligieron a siete colaboradores para atender a los de origen griego (Hech. 6, 1-6). Algo después, Pablo y Bernabé designaban en las comunidades, por votación a mano alzada (tal es el sentido del verbo griego jeirotonéo), a los presbíteros (Hech. 14, 23; también 2 Cor. 8, 19; Didaché 15, 1; Ignacio de Antioquía, Pol. 7, 2). Esta práctica se mantuvo en los siglos siguientes.

El centro de la Iglesia en la iglesia primitiva no estaba en el clero, sino en la comunidad de los fieles. Por eso los feligreses no eran la clientela de los clérigos.

El valor supremo en la Iglesia primitiva no era la sumisión, sino la responsabilidad.

Tiene que llegar una generación nueva de cristianos, liberados para un tipo de ministerio no jerárquico, a partir de las mismas comunidades, sin condiciones de celibato, sin discriminación de sexo, una generación de servidores del evangelio que no sean sacerdotes en el sentido de “celebradores separados”, por encima del público… Como saben la carta 1 de Pedro y la carta a los Hebreos, todos los cristianos son sacerdotes, celebrantes de Dios, no público que consume misas en el mercado mejor o peor de la religión cristiana.

Así pues, la iglesia del siglo XXI morirá de asfixia de poder. Ciertamente, la autoridad del Papa como signo de unidad y animación me parece esencial, y debe recrearse, pero no en línea de infalibilidad separada de las iglesias de y de primacía de poder sobre ellas.

Este sistema actual de nombramiento y ruleta de obispos, con el nuncio en medio… sin que una iglesia pueda nombrar (y cesar) a su obispo, en comunión con otras iglesias…, sin que el obispo pierda nada al ser cesado (pues nada tenía como suyo)… nos parece no sólo anti-evangélico, sino ineficaz, uno de los modos más seguros de que terminar de morir este tipo de Iglesia.

Comentarios

  1. Me da una enorme pena escribir algo de la carrera eclesiástica, pero la realidad es que sigo habiendo trepas, que con aires de espiritualidad, incluso con doctorados en esa materia, saber perfectamente los caminos y el fomento de eventos para ir escalando puestos para llegar a lo más alto del estamento eclesiástico. Es una pena, pero conozco a más de uno que ha logrado y está logrando llegar a lo más alto del poder eclesiástico. La fuerza del Evangelio encarnado en el papa Francisco parece que no ha llegado todavía a nuestra patria. Julián Díaz Lucio

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