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¡ D. Manuel Sanchez Monge, un obispo sensato!

El obispo de Santander asegura que «detrás la Agenda 2030 se esconde un intento de cambio de civilización, un nuevo orden mundial que cambie las convicciones de las personas. Se trata de un sistema globalista que apunta hacia un gobierno mundial no elegido ni democrático».

El obispo de Santander afirma también que «en la Agenda 2030 la familia y la religión aparecen como aspectos conflictivos». «Tampoco les viene bien que la educación pertenezca a los padres», remata don Manuel.

Manuel Sánchez Monge da un paso más y señala que «hay algunas instituciones cristianas que asumen la Agenda 2030. Dicen que es para no quedarse fuera del foro público o no automarginarse. Quieren conseguir ayudas que se las negarían de no asumirla. Pero el apellido cristiano tiene exigencias ineludibles».

Así es, los 17 ODS –Objetivos de Desarrollo Sostenible–, siendo loables en su conjunto, revisten de buenas intenciones la corrupción, las ansias de poder y la manipulación. No sólo por ello resultan difícilmente alcanzables, ya que se debe contar además con un modelo de gestión con alternancia en el poder como el vigente en las NNUU y en la mayoría de países que la integran, que no alternativa real. Ante ese escenario, lo previsible es que la Agenda siga presente durante toda la década por no existir alternativa a los sistemas partitocráticos que pueblan Europa. El tiempo apremia, los problemas son urgentes y la incertidumbre máxima.

Para entender la malicia de la Agenda 2030, hay que tener en cuenta que ésta se basa en todos aquellos documentos de la ONU, publicados ya desde mediados de los años 60, así como en las conferencias mundiales de Dacca (1964), donde ya se alentaba a la homosexualidad; de Río de Janeiro (1992), donde se habla de la “nueva ética universal de vida sostenible”; de Bucarest (1974), en la que se habló del control de la natalidad y de impulsar el aborto; la Carta de la Tierra (1993); la Conferencia de El Cairo (1994), donde se promulgan los derechos sexuales y reproductivos -es decir, el aborto- así como la igualdad de género; y también, no menos perniciosa que las anteriores, la Conferencia de Pekín, (1995), en donde se insiste en la promoción de la ideología de género.

La Agenda 2030 es muy amplia y plural, y algunas iniciativas de las que el Papa ha hablado, como el Pacto Global educativo, son asumibles, como también todo lo que implica la dimensión de cuidado de la naturaleza en la que Francisco es pionero y ha abierto un capítulo nuevo dentro de la Doctrina Social de la Iglesia. Pero, por otra parte, hay ese peligro del fenómeno de la globalización, un fenómeno ambivalente porque tiene cosas positivas. Estamos ciertamente en la aldea global y una de las características de esa aldea global y uno de los elementos es la globalización de la información.

Ya no existe la familia, sino las familias, en plural. Amparándose en el Tribunal Constitucional, el texto asegura que el concepto de familia no queda limitado a las de origen matrimonial.

La Agenda 2030 tiene, un planteamiento Malthusiano o Neomalthusiano, al promover toda práctica que lleve al control de la natalidad y a la reducción de la población. Dado que el hombre es el causante de todos los males que padece la Tierra, debemos exterminarlo o cuando menos, controlar su población y no permitir un crecimiento descontrolado.

Para llevar a cabo dicho control poblacional, se acude al aborto, a la eutanasia, a la eugenesia y a la ideología de género. Así lo dejó escrito Don Juan Claudio Sanahuja: “A través del cambio en los estilos de vida de las personas esta nueva ética dará la solución -dicen- al problema del crecimiento demográfico y el consumo de recursos naturales de la tierra, por ejemplo, teniendo en cuenta que determinar el tamaño de la familia es un asunto de interés mundial, “para poder adoptar esta ética de vida sostenible, los individuos deben reconsiderar sus valores y modificar sus comportamientos. La Sociedad debe promover los valores que estén en consonancia con la ética de vida sostenible, y desalentar aquellos que sean incompatibles con ella”. Luego, la maternidad y la paternidad dejan, de este modo, de ser decisiones personales para convertirse en un tema político. (Fuente: Juan Claudio Sanahuja, Poder global y religión universal).

¡ Es la argucia de Satanás que nos pinta de colores bonitos aquello que es malo y que nos aleja de Dios!

Hay que tener bien claro que la Agenda 2030 no es lo que nosotros nos gustaría que fuera, si no que es lo que es: una herramienta más de las élites mundialistas que, confabuladas con el Mal, tratan de destruir todos aquellos valores de raigambre católica que han hecho de nuestra sociedad algo que, durante 1000 años se llamó Cristiandad. Por ello, un católico que se tenga por tal, no puede aceptar los postulados de esta Agenda tal como están planteados, dado que son abierta y frontalmente anticristianos y antinaturales.

la Agenda 2030 quiere ser, como afirma Pablo Muñoz Iturrieta: “Plan globalista que, suplantando la soberanía de las naciones, se erige como principio y guía de toda decisión, que tiene como fin fundamental la imposición del aborto, el control poblacional, la ideología de género como nuevo paradigma para entender al ser humano y que pone a la ecología –y no a la persona humana- como centro de toda decisión política” (Fuente: Entrevista a Pablo Muñoz Iturrieta, por parte del Padre Javier Olivera Ravasi, 12 de septiembre de 2021. Canal de youtube: “Que no te la cuenten –QNTLC”)

Así pues, después de escuchar el discurso del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la ONU, ante todo el mundo, anunciando 100 millones de euros para las organizaciones que trabajan contra la violencia de género y reproducción, creemos que existen en nuestro país prioridades que nuestro gobierno, y parte de la oposición, ignora día tras día.

La ruptura familiar se ha disparado en nuestro país y es uno de los principales problemas que afectan a las familias españolas. La primera conclusión es clara: "el divorcio no arregla ningún problema sino que agrava los que trata de resolver" afirma José Manuel Jiménez, vicesecretario de Familia de Valores Región de Murcia.

El divorcio afecta, cada año, a 90.000 niños, entre los años 2009 a 2017, según estadísticas oficiales, 900.000 niños se han visto afectados por el divorcio de sus padres. Mientras la estabilidad conyugal trae consigo un mejor desarrollo personal e integral tanto para los cónyuges como para los hijos, la ruptura familiar provoca dramas, fracasos personales y familiares que afectan a todos: padres e hijos.

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