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Feijóo y el aborto

Feijóo asegura que el aborto es "un derecho de la mujer”

Estas han sido las palabras que ha pronunciado el líder nacional del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en relación con la interrupción voluntaria del embarazo y sobre las discrepancias del partido al respecto.

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, hace oídos sordos a las críticas recibidas estos días y se mantiene en su postura proabortista.

«No voy a cambiar de opinión. Vamos a apoyar a todas las mujeres en sus procesos de maternidad, incondicionalmente, y no vamos a coaccionar cuando quiera interrumpir voluntariamente su embarazo de acuerdo con la legislación de nuestro país. Y no voy a cambiar de opinión», ha insistido el presidente popular. El candidato a la presidencia del Gobierno de España por el PP, se ha vuelto a mostrar favorable a regular el crimen del aborto.

Este tipo de argumentos juegan y confunden con el concepto de libertad. La idea de fondo de que la libertad consiste en poder elegirlo todo es errónea. La verdadera libertad es la que es capaz de elegir el bien en sí mismo. El mal no libera sino que esclaviza, atrapa, deja secuelas en la persona misma y en los demás. Por supuesto, el no nacido no es propiedad de la madre, no es un complemento como un bolso o unas gafas. De fondo hay una concepción materialista de las personas.

Nuestro Gobierno  “progresista” – y Feijóo también -está dispuesto a embarcar a la sociedad en ese formidable avance. La experiencia demuestra que, una vez derribado el principio de indisponibilidad de la vida, la deriva jurisprudencial y de opinión pública conduce a una interpretación cada vez más laxa de los requisitos legales. Y finalmente, a la reforma de la ley, para acomodarla a la praxis permisiva ya convertida en hecho consumado.

El verdadero progreso no es una huida hacia adelante para conseguir un estado de bienestar material, dejando de lado a los más indefensos y vulnerables y no dando respuesta más allá de una pastilla al problema del dolor, del sufrimiento y la muerte.

Carmen Fernández de la Cigoña ha argumentado que «la ampliación de la ley del aborto atenta contra la vida, contra la familia, contra la patria potestad y contra la libertad. Es una barbaridad que las menores, que no pueden hacer multitud de cosas sin el consentimiento de los padres, puedan abortar sin que estos lo sepan». Fernández de la Cigoña ha recalcado también que esta «es una ley mentirosa porque, esgrimiendo una falsa libertad, pretende que una decisión con tantas consecuencias se tome sin pensar. Solo así se entiende que se retire la información que hasta ahora se debía dar, se eliminen los tres días de reflexión y se estipule que todos los abortos se tramiten como procedimiento de urgencia. Es una ley que mata, que miente y que somete; por ello, es el momento de movilizarnos en su contra».

Decir a una mujer que si mata a su hijo va a estar mejor es mentirla. La decisión de no tener un hijo es previa al embarazo, una vez hay embarazo la decisión es sobre el bebé. Los gobernantes tienen el deber de administrar y velar porque haya leyes justas en un país para los ciudadanos.

El uso común hace también referencia a algo nuevo, no vivido antes. No solemos llamar progreso a realidades que estuvieron presentes hace siglos en las antiguas civilizaciones y que fueron eliminadas y desterradas al considerar que los derechos básicos del hombre no se cumplían en aquellas circunstancias. No nos engañemos, el aborto y la eutanasia existían en las antiguas civilizaciones clásicas, griegas, babilónicas, persas, romanas. Y fue un progreso real y bien fundamentado el que acabó con esas prácticas. Traerlo ahora 25 siglos después como signo de progreso, parece al menos un contrasentido.

Un estudio reciente resalta que en Grecia había médicos que se negaban a practicar cualquier tipo de aborto por su juramento hipocrático. En la actualidad, en España no faltan voces que mantienen lo mismo. Sin embargo no está claro si el juramento original de los médicos incluía la prohibición relativa al aborto.

Conviene repasar el significado del término progreso. “Progreso” significa avanzar, ir hacia delante, subir, generar un desarrollo continuo de la civilización y cultura.

Así las cosas, debemos actuar en la defensa de la vida y de nuestras familias de los enemigos que intentan destruirla que, por muy grandes, poderosos y extendidos que sean, nunca podrán más que Dios.

La familia, en estos tiempos modernos, ha sufrido como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones de la sociedad y de la cultura. Algunas han permanecido fieles a los valores que fundamentan la familia; otras se han dejado ganar por la incertidumbre y el desánimo; otras caminan en la duda y en la ignorancia de su naturaleza y misión.

La familia no es de institución humana, sino de institución divina, no pudiendo, por lo tanto, estar sujeta al capricho subjetivo y cambiante de los hombres, en razón de participar, en su medida, de la misma inmutabilidad de Dios, con respecto a su naturaleza, fines y leyes -que no pueden ser otros que los dados por el mismo Dios, Autor y Restaurador de la familia.

Juan Pablo II no se cansaba de repetir la llamada a Europa a ser ella misma y volver a sus raíces para salvar la civilización. Vivimos tiempos en los que, como hizo san Benito, nos toca cuidar el depósito de la fe, vivirlo y compartirlo con quien quiera escuchar, aunque a nuestro alrededor vayan creciendo la barbarie moral y la anarquía espiritual.

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