El cura y la sacerdotisa en el Diario el Español
El cura y la curesa continuan jugando a la frivolidad de que
siguen perteneciendo a la Iglesia Católica. Pero los obispos ya han reiterado que no viven en comunión con la Iglesia. Lo
que en Román paladíno quiere decir que se han auto excomulgado.
En su época de formación en el seminario, este señor debió de tener muy malos
formadores que no debieron de insistirle suficientemente en el hecho de que
para ser sacerdote tenía que aceptar el celibato, o este señor, a pesar de ser
tan inteligente, no quiso aprender y asumir ese hecho, a pesar de que así lo
establece hasta hoy la Iglesia. Y no es que nos vayamos a escandalizar de que
un sacerdote se enamore y deje el sacerdocio, lo que escandaliza es su
empecinamiento en presentar la realidad de manera contraria a como es en
verdad, como escandaliza que no presenten, ni él ni su esposa remordimiento
alguno por lo que sin duda asumen únicamente como daños colaterales
infligidos a determinadas personas.
Este señor afirma en la entrevista del diario El Español:
“del trabajo en común pasamos a una conexión personal y surgió el amor, cosa
que es muy bonita”. Él sabe
fehacientemente que si se hubiera
remontado un poquito hacia atrás en el tiempo, tal vez, y digo tal vez, él y la
que hoy es su señora, deberían de haber hecho un poquitín de examen de
conciencia, porque estando casada y siendo él párroco y amigo del marido de su
señora, ya estaba yendo y viniendo con
ella y “no se sabe” si precisamente de “monaguilla”.
Si este señor desea contar la verdad, debería remontarse a
unos años atrás y no comenzar el relato por donde a él le conviene,
contando medias verdades, que en definitiva también pueden equivaler a mentir,
según como se miren las cosas. Pero claro, una vez hecha su voluntad
“al señor cura” todo le da un poco igual. Quienes se quedaron atrás, que se
busquen la vida.
Hasta donde yo sé, y aunque está suspendido,
el proceso canónico para su secularización no se ha cerrado, lo cual es
ciertamente peculiar.
Si tuvieran un
poco de honestidad espiritual, se habrían hecho anglicanos o luteranos. En
esas comunidades eclesiales ordenan
hasta mujeres lesbianas con pareja. Ella no llega a tanto -es claramente
heterosexual-, pero habría visto satisfechas casi todas sus aspiraciones, entre
ellas la de ser obispa.
Continúa la entrevista hablando de sus libros y afirmando
que el Papa Francisco también lee sus publicaciones. ¡Qué más quisiera él! Sin embargo su esposa en
una entrevista telefónica con Efe, aseguró no haber recibido aún
respuesta alguna de la carta enviada al del Papa, qel cual se limita a
ofrecer mensajes "enigmáticos" como preconizar "una presencia
femenina más incisiva", lo que le parecen más "caramelitos" o
"consuelos" que un verdadero compromiso con la reforma que piden
muchos católicos.
También en la entrevista nos quiere hacer ver sus buenas
relaciones con la jerarquía eclesial, pues bien, este señor sabe bien que su
intento de seguir celebrando y mantener una relación con una señora, no fue ni
con mucho tan sencillo como él lo ha querido presentar en el diario y tampoco
después de casado. Y
si no, que recuerde los enfrentamientos, que en diferentes momentos,
tuvo con el Sr. Arzobispo de Santiago de Compostela y también con el obispo de
Mondoñedo- Ferrol.
Nadie es quien para juzgarle y no se pretende en este
escrito emitir un juicio sobre el Excura y la presbitera, pero también es
conveniente puntualizar ciertos
aspectos que ellos parecen tener gran interés en que no sean conocidos.
La entrevista de
este señor también me hizo recordar las palabras del Papa Francisco: "Hay
cristianos vanidosos que viven para aparentar, parecen pavos reales, se
pavonean. ¡Cuántos cristianos viven para aparentar. Su vida parece una pompa de
jabón!, Todos en el fondo de nuestro ser sabemos que somos muy pobres espiritualmente y que sólo por
pura misericordia divina podemos orar y estar con Dios. Si esto lo olvidamos
caeremos en el pecado de la vanidad
espiritual, que verdaderamente nos aleja de Dios y de los hombres, pues un
cristiano no es nadie para ir dando lecciones a los demás.
Los Padres egipcios del desierto decían que la vanidad es
una tentación contra la que debemos luchar toda la vida, porque siempre vuelve
para quitarnos la verdad.
Ya en la antigüedad se advertía de los peligros de
esta tendencia: el joven Narciso, en
la mitología griega, era incapaz de amar a nadie porque estaba obsesionado
con su propia imagen. Tras contemplarse maravillado en el reflejo del agua, se
inclinó tanto hacia sí mismo que perdió el equilibrio y murió ahogado.
Asimismo, el filósofo griego Aristóteles (385 – 323 a. C.) calificaba a los vanidosos de necios
e ignorantes, que “se adornan con ropas, aderezos y cosas semejantes, y desean
que su buena fortuna sea conocida de todos, y hablan de ella creyendo que serán
honrados” en su Ética nicomaquea.
Un pobre espiritual es una persona que reconoce su miseria espiritual en la presencia
de Dios. Un pobre de espíritu es quien
sabe que está desprovisto de toda virtud y reconoce su pobreza total ante el
Señor. “Se refiere a la profunda humildad de reconocer la absoluta
bancarrota espiritual de sí mismo, cuando estamos apartados de Dios”. Los
pobres en espíritu exhiben una genuina humildad y están despojados de todo orgullo.
Por lo tanto, no hay entrada para nosotros en el Reino de
Dios si no somos pobres de espíritu. Porque la pobreza es la
primera condición para ser accesible, permeable a Dios. Ella es el punto de
partida de la vida cristiana. Si no somos pobres espiritualmente, no
estamos en la fe.
El pobre está dispuesto a dejarse poner en duda, dejarse
cuestionar por Dios, siempre de nuevo. Acepta dejarse arrojar de sus
posiciones, de sus estructuras, de sus principios, de todo lo que le es
propio. Felices los que están convencidos de que nadie es dueño de sí
mismo y que Dios puede pedirle todo.
A estos dos personajes, tan inteligentes ellos, habría
que advertirles sobre el hecho de la línea editorial del periódico, que tanto
empeño tiene en entrevistarles, no vaya a ser que la arrogancia de los mismos
les impida ver que diarios de este tipo se alimentan en determinadas ocasiones,
no sólo de carne, sino de carnaza, y que por tanto pudiera darse el caso, que
estén tirando piedras sobre su propio tejado en su afán de protagonismo y
vanidad.
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