Manuel Regal dice que los seglares debemos “liderar” acompañados de Curas…
Para comenzar, para
muchos eclesiásticos la palabra líder es: “lograr
hacer el trabajo por medio de los otros”. Este concepto popular es muy
atractivo ya que concede el derecho de manejar y explotar a los que están a las
órdenes del jefe”. Es lamentable que muchos dirigentes de la iglesia, tomen
este modelo como norma para administrar la misión de la iglesia. Bíblicamente
hablando, existe un solo modelo de liderazgo que aprender, es el liderazgo de
Cristo: líder siervo. Y esta clase de liderazgo se aprende teniendo como
maestro a Cristo y como libro de texto, la Biblia.
Los dirigentes de instituciones o empresas, a menudo emplean
su autoridad y poder para enseñorearse sobre los que se encuentran bajo sus
órdenes. Pero esta forma no tiene nada que ver con los carismas cristianos. Los carismas
cristianos de los que habla Pablo tienen como modelo a Jesús recordando que
“…el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (San
Marcos 10:45), por lo tanto, está obligado a servir a los que están bajo su
cuidado, ayudándoles a ser más eficaces en su tarea. Generalmente a los que ocupan puestos de responsabilidad, les cuesta
admitir la idea de servir a los subalternos. Si nos consideramos líderes
cristianos, sigamos el ejemplo de nuestro máximo líder: Cristo, y de las
sublimes enseñanzas de su Palabra.
Me pregunto qué le hace pensar al señor Regal que los seglares que puedan tener cargos diocesanos tengan que
estar acompañados por curas… ¿Será porque algunas personas que han sido
clérigos todavía corre sangre clerical por sus venas…? esta afirmación suya
que ha sido primero monje y luego clérigo me hace recordar un dicho de los
padres del desierto, según el cual un monje que ya no soportaba seguir viviendo
en su celda, decidió marcharse y, mientras recogía sus cosas, vio una sombra
junto a él que estaba haciendo lo mismo. Intrigado, le preguntó quién era, y
recibió esta respuesta: << yo soy
tu sombra; y si tú te vas, también me dispongo a irme yo>>. No es posible huir de la propia sombra.
Como observa Lutero:
“Cuando están interiormente inquietos, enseguida emprenden
un viaje a otro país o a otra ciudad; y si tal cosa no les resulta posible,
intentan al menos llevar una nueva forma de vida, aunque solo exteriormente,
por cierto. De pronto quieren hacerse mendigos, luego se les ocurre irse a
vivir al desierto, más tarde a un monasterio. Y cuanto más corren y se alejan, tanto menos se encuentran…
Parece que para los
que llevan sangre clerical en sus venas, cuando llega el momento fatídico en
que sería más oportuno echarse a un lado y dejar paso a otros no son capaces de
decir como Jesús: “ os conviene que yo me vaya”
Así pues, parece ser
que para el señor Regal los seglares no somos adultos “y en la medida de lo
posible debemos estar acompañados de curas…” Pues le recuerdo que el Señor
quiere cristianos adultos que no vayan cogidos de la mano… y que aprendan a
caminar solos. Pero supongo que el señor Regal si está secularizado y no se siente seguro posiblemente necesite de la ayuda de un cura en la pastoral rural para que le ayude a caminar...
Menos mal que el papa
Francisco ha tenido libertad para decirle al clero lo que el clero no
quería oír… Todo esto me hace pensar que el clero se apaga. Y eso, precisamente eso, nos enciende la
luz de la esperanza. La
Iglesia, que vive el Evangelio, tiene futuro. Para ella y para el Mundo.
Se olvida el señor Regal que Jesús no fue obispo al modo
actual, sino un “lego”, hombre del pueblo, que volvió a los símbolos básicos de
la vida, el pan y vino compartido, el amor a los necesitados, la gratuidad...
No quiso crear instituciones sacrales mejores, ni un orden de ritos nuevos,
sino abrir un camino de amor para todos los humanos.
La iglesia no es un “sistema de poder”, sino una
experiencia de libertad y vida compartida. Nadie es en ella función de nadie;
no hay en la iglesia una clase de tropa, como no hay clase de jerarquía. Pero
puede y debe haber en ella un tipo de “servicios”, en línea de evangelio.
Señor Regal, los
clérigos no son representantes de un poder superior (¡Dios no es poder!), ni funcionarios de un sistema sacral, sino
representantes de Jesús y de una iglesia, en cuyo nombre actúan, y han de
hacerlo de un modo gratuito, generoso, transparente. No tienen poder ninguno,
pueden y deben tener mucha autoridad pero no como separados, por encima de los
otros, sino dentro de la fraternidad, que no es un bien abstracto, una idea
general, una noción de propaganda política, sino la comunión concreta de los
miembros de una iglesia, que dialogan desde el Cristo y comparten pan y vino
(eucaristía).
Así pues, los laicos debemos estar bien formados para no
depender de criterios clericales…
Decía Xavier Aymerich, rector de la basílica de Santa
Maria de Vilafranca del Penedès y director de la revista Missa Dominical, que
hoy en día mucha gente busca en otras confesiones cosas que podría encontrar en
la parroquia de al lado de casa.
Me entristece
ver como hay muchas familias que se
dedican en cuerpo y alma a la vida parroquial y luego ninguno de sus hijos
abraza la fe, hartos acaso de ver a sus padres entregados a la parroquia.
Señor Regal, ¿usted también se cree lo de las UPAS?
Dentro de diez años la diócesis de Mondoñedo-Ferrol tendrá cincuenta sacerdotes
con una media de edad de más de ochenta años. ¿Se creen lo de las unidades
pastorales? ¿Quién las va a animar?
Me parece bien lo
que usted dice de frecuentar las casas y la gente empobrecida, lo de ser
comunidad pobre para ser comunidad libre, pero le recuerdo que el ser humano es capaz de Dios, dice el Catecismo de
la Iglesia Católica: “El deseo de Dios
está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por
Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios
encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar” (Catecismo,
27). Y el Concilio Vaticano II indica: “La razón más alta de la dignidad humana
consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento,
el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el
amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva” (Gaudium
et Spes, 19).
Para mejorar la
economía del hombre, para aliviar su
entorno social, para transformar las condiciones políticas abundan y
sobran los caudillos humanos: la Misión de Cristo fue otra: la que
expuso a Nicodemo en una conversación nocturna: cambiar la naturaleza
interior del hombre y disponerlo espiritualmente para la eternidad.
Para algunos
“teólogos” el hombre no tiene otra finalidad que el de ser hombre, como decía Musset,
hubiera nacido sólo para poseer un rincón en la tierra, para construir su nido,
vivir un día y desaparecer…
La iglesia de Éfeso,
descrita en Apocalipsis 2, había perdido la presencia de
Cristo de en medio de ella que una vez poseyeron. Veo un paralelo en el mundo
de hoy. Las personas hambrientas espiritualmente, no se quedan donde la
presencia de Jesús no es evidente. Están desesperadas por conocer Su intimidad
y cuando no la experimentan, van a otro lugar a encontrarla. Recibo
muchas llamadas de amigos con la misma queja: “No encuentro una iglesia que
esté viva con la presencia del Señor”.
A la luz de Apocalipsis 1-3, cada creyente debe preguntarse lo siguiente: ¿Han robado mis
buenas obras (mis estudios Bíblicos y mi servicio), mí tiempo con Jesús?
¿Todavía tengo hambre de Él como antes o he perdido algo?”
Jesús puede ser
tu “todo en todo” si sigues en tu comunión personal con
Él. No importa en qué condición está tu iglesia; debes ser diligente en
dedicarle tiempo precioso a Él. Necesitas beber profundamente de Su
presencia si quieres que Su Palabra sea vivificada en ti.
Jesús murió fracasado, pero su fracaso mostró que era
verdad lo anunciado: su experiencia
de Dios, su esperanza de Reino (humanidad), curación y reconciliación
universal. Murió, pero algunos de sus seguidores, mujeres y varones, le
descubrieron vivo (resucitado) y re-iniciaron su proyecto.
¿Le seguimos descubriendo vivo hoy en nuestras vidas?
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