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El Papa arremete contra los "funcionarios de lo sagrado"

El Papa Francisco aprovechó su encuentro con obispos, clero, seminaristas y consagrados para lanzar una dura advertencia contra los "funcionarios de lo sagrado", sin "corazón de pastores", que viven "en espíritu de cruzada".

Así es, El periodista y teólogo José de Segovia ha asegurado en una entrevista que “la Iglesia católica nunca ha buscado el verdadero ecumenismo”. “La pretensión que tiene la Iglesia católica en este documento- refirendose al documento Dominus Iesus-  es claramente antibíblica”  “La gran importancia en los evangelios no está en la “unidad” sino en la “verdad” –arguye De Segovia. El teólogo recuerda que en la oración de Jesús del capítulo 17 del evangelio de Juan se pide por la unidad pero, al mismo tiempo, “Jesús dice: ya somos uno en la verdad”. “La unidad de la iglesia debe partir de su fundamento que es la Verdad” –remarca De Segovia- “en cambio la Iglesia católica sacrifica la Verdad entendiendo que se encuentra en la unidad de su institución”. El teólogo afirma que este tipo de unidad “llega al engaño” de pensar que ver a la Iglesia católica es ver a Cristo y que, por lo tanto, la relación que haya con la Iglesia es la relación que hay con Cristo.

 Tiene razón El papa Francisco al hablar de espíritu de cruzada…Todavía recuerdo con tristeza como hace unos años en una emisora de radio “Católica” se censuró una entrevista a un buen amigo mío  ponente en unas conferencias en Ferrol “por falta de tiempo…” Conozco bien a este Pastor y estoy convencido que es un buen siervo de Dios.  Un hombre conforme al corazón de Dios, que nunca se dejó intimidar por el temor para callar la Palabra del Señor. Su amor y su compromiso a Dios son su motivación para  seguir sin reservas las directivas del Espíritu Santo para salvar almas para Cristo. Sus libros y sus mensajes publicados en Internet constituyen un verdadero tesoro para el pueblo cristiano de estos tiempos, y la señal de que Dios habló en este tiempo y buscó (y sigue buscando) siervos y siervas que le respondan.

Este Siervo de Dios es un Amigo con Jesús. La incisividad de sus mensajes son el reflejo de la profundidad de su comunión con Dios. Su mirada penetrante de águila revela el testimonio de su vida santa y consagrada al Señor.

Sin embargo, no pudo intervenir en una emisora de radio “católica” “por falta de tiempo” de la señorita entrevistadora… Y además, esto sucedió en la semana de oración por la unidad de los cristianos…

A esta señorita de la emisora “Católica” sería bueno recordarle las palabras de Jesús:

Juan le respondió diciendo: “Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía” Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa."  (Mr 9:38-41)

El verdadero ministro no es aquél que ha sido ordenado por la jerarquía sacerdotal del Vaticano sino el que predica puramente el Evangelio. Para el creyente evangélico, la unidad de la iglesia no puede estar basada en un sistema clerical sino en el Evangelio de la gloria de Dios.

 En el Cuerpo de Cristo que es  <<camino, verdad y vida>>  (Jn 14, 6), ¿quién consideraría legítima una reconciliación lograda a costa de la verdad?

Con razón advirtió el papa Francisco de que el orgullo y la soberbia son los dos "peores" pecados en los que pueden caer los católicos, que pueden caer en la tentación de "presumir de ser mejores que otros" El Papa advierte de que el orgullo y la soberbia son los dos "peores" pecados de los católicos.
"El pecado divide la fraternidad, el pecado nos hace presumir de ser mejores que otros, el pecado nos hace creer que somos como Dios. En cambio, ante Dios todos somos pecadores, y tenemos razones para golpearnos el pecho, ¡todos!", ha enfatizado Francisco.

Afirma también el papa Francisco. "empecemos nosotros: los pastores, que no se sientan superiores a los hermanos y a las hermanas del Pueblo de Dios; los agentes pastorales, que no conciban su servicio como poder. Se empieza desde aquí", explicó el Papa, pidiendo a la jerarquía eclesiástica preguntarse "¿cómo va la fraternidad entre nosotros? Los obispos entre ellos y con los sacerdotes, los sacerdotes entre ellos y con el Pueblo de Dios, ¿somos hermanos o rivales divididos en partidos? Y, ¿cómo están nuestras relaciones con los que no son “de los nuestros”, con los que no creen, con los que tienen tradiciones y costumbres diferentes?". Todo un golpe, uno más, a la línea de flotación de una Iglesia que, en algunos rincones, sigue trabajando “a la contra” de un mundo que no comprende, y que no tiene necesidad, o eso cree, de entender. 

Así es,  el cardenal Martini se sirvió de la carta de San Pablo a los romanos para reflexionar sobre el pecado. Pero en lugar de señalar hacia fuera de la Iglesia, como es habitual, prefirió centrar su disertación en los vicios que consideraba más arraigados entre los propios clérigos. En cabeza, aseguró, figura el pecado capital de la envidia, "el vicio clerical por excelencia". Dentro de la comunidad eclesiástica, señaló Martini, "hay muchas personas consumidas por la envidia que se preguntan: ¿Qué mal he cometido para que nombren obispo a tal persona y no a mí?". Como consecuencia de ese sentimiento, señaló, hay clérigos que optan por la calumnia.

Martini apuntaba que de esa manera a menudo los clérigos silencian la verdad y prefieren, en cambio, "decir lo que gusta al superior y actuar según como cada uno se imagina que gustaría al superior". "Un mal gravísimo para la Iglesia", agregó, con el que se "hace un flaco servicio al Papa".

También es bien cierto lo que apunta el papa cuando habla de los “funcionarios de lo sagrado” sin corazón de pastores y que viven en un espíritu de cruzada.

Así pues, observo con cierta inquietud cómo en las últimas décadas se va reduciendo el número de cristianos en nuestra vieja España. En realidad, muchos de los censados como católicos, no lo eran. Habían sido bautizados cuando no tenían capacidad de elegir y, en época franquista, se habían visto obligados a fingir su pertenencia al catolicismo. Ese tipo de personas, por suerte ya son libres de expresar sus creencias o increencias al margen de esta institución, mientras que los censos y asistencia a las celebraciones cristianas van siendo más coherentes con la realidad. Pero no es eso lo que me inquieta. Conozco personas que buscaban una vida espiritual dentro del cristianismo y que han huido hacia otras opciones religiosas. Personas que no han encontrado el alimento espiritual que esperaban en el cristianismo. Que se han ido sin saber siquiera qué es. Que creen que el cristianismo consiste en cumplir con una serie de ritos y mandamientos, con el objetivo de ganarse la entrada a un cielo de ultratumba. Que observan cómo hay quienes utilizan la celebración del perdón como lavadora mágica de culpas y delitos para seguir con su actitud culposa y a veces delictiva, con la torticera idea de que pueden burlar la justicia divina. Que les da la impresión de que a Dios le importa más nuestra vida íntima que la necesaria solidaridad entre sus hijos más afortunados y los más desfavorecidos. Que ven cómo las celebraciones, ¡las fiestas!, se convierten en obligaciones, bajo amenaza de castigo eterno. Que ven cómo algunos buscan la misa más corta y menos aburrida para poder cumplir con el mandamiento, al menor coste de tiempo y con el menor fastidio. Que encuentran mejor acogida y más fraternidad en colectivos aconfesionales de corte humanista que en nuestras viejas instituciones cristianas.

Por desgracia para nuestros hermanos judíos, los cristianos hemos creado injustamente una sinonimia entre fariseísmo e hipocresía, cuando en realidad las actitudes hipócritas que les atribuían algunos pasajes evangélicos, con intención profética, se repiten ahora en muchos ámbitos del cristianismo.

Gracias al Espíritu Santo la época de los funcionarios de lo sagrado parece que se va terminando. En la actualidad hay algunas comunidades que empiezan a reunirse por sí mismas, sin un presbítero oficial, suscitando desde abajo sus propios ministerios de celebración y plegaria, servicio social y amor mutuo etc. Como al principio de la iglesia. Son comunidades que han comenzado a compartir la Palabra y celebrar el Perdón y la Cena de Señor sin contar con un ministro ordenado al estilo tradicional.

Para estas comunidades la Eucaristía es todo el tiempo, desde que llegan por la mañana, se saludan y se interesan unos por otros hasta que se marchan por la tarde y por supuesto la importante hora del almuerzo donde se relajan y comparten en común. Es una eucaristía muy adaptada a su forma de pensar, en plan sencillo, donde dan mucha importancia además de a la lectura del evangelio, a los comentarios de todos, que los enriquecen y luego la acción de gracias es o bien improvisada por quien preside o bien alguna plegaria hecha por ellos mismos o de algún compañero. Comparten el pan y el vino y toman conciencia que Jesús está presente en medio de ellos y los impulsa a seguir con esperanza caminando por la vida.

Comentarios

  1. Pero, desgraciadamente, también en este tipo de comunidades no clericales, aparecen luchas por el poder, envidias.... Tampoco los laicos somos perfectos.

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