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El crecimiento espiritual

El crecimiento espiritual es uno de los aspectos más desconocidos de la sociedad y que, a su vez, tiene una gran trascendencia para cualquier individuo. Conocer todos sus aspectos y aplicarlos en tu día a día, hará que seas mejor persona y podrás cambiar tu presente hacia un futuro prometedor.

En un mundo donde el estrés, la ansiedad y las obligaciones forman parte de la vida cotidiana de todas personas, hace que este tema sea irrelevante porque ¿cómo va a existir algo divino si lo único que hay son penas y dolor?

Sin embargo, Pablo sabía que el crecimiento espiritual es algo escondido y secreto. Las escrituras lo comparan con el crecimiento de las flores y los arboles: "Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano..." (Oseas 14:5-6).

Dios nos está diciendo, ¡Mira los lirios! Trata de verlos crecer. Acomódate, y prepárate para estar allí todo el día. Te digo, que al finalizar el día no podrás percibir crecimiento alguno. Pero puedes estar seguro de esto: Con el rocío que envió todas las mañanas, yo riego los lirios, y van a crecer.

Lo mismo sucede con la mayoría de los creyentes en cuanto al crecimiento espiritual. No se puede percibir con el ojo humano.

Pregúntale a cualquier marinero que ha navegado en medio de huracanes y tormentas. Las olas pueden tirar el barco como un corcho. El viento puede sacudir el mástil. Y parecer como que la tormenta empuja al barco. Pero el marinero con más destreza no puede discernir si el barco está avanzando. Los mismos vientos que amenazan con hundir el barco, en realidad pueden estar empujándolo hacia adelante.

Tenlo por seguro, si tienes el temor de Dios en tu corazón, saldrás más fuerte de la tormenta. Verás, cuando estás luchando contra el enemigo, estás ejercitando y llamando toda la gracia y poder de Dios. Y aunque te sientas débil, esa gracia y ese poder te están fortaleciendo.

La vida implica riesgo. Sólo arriesgándose y “jugando” a fondo puede conquistarse su tesoro.

Para poder salir hacia el encuentro con Dios hay que encontrar los espacios para sosegar y acomodar el corazón.

Como le pasa al profeta en la montaña de Horeb: siente la tormenta, el relámpago, el terremoto, pero Dios elige la suave brisa para manifestarse. Qué importante es encontrar los espacios donde sosegar el alma de lo que atormenta.

Dice san Juan de la Cruz que hay cansancio y sordera, estamos como débiles. Cuando el alma está atormentada, con mucho ruido interior, perdemos visión y la mirada frente a lo que tenemos que hacer. Por eso necesitamos detenernos y calmarnos para clarificar la visión.

Pablo define el crecimiento espiritual como una obra del Espíritu Santo. Dice que el Espíritu está siempre obrando, cambiándonos de gloria en gloria. Renovando constantemente nuestras mentes, haciendo morir nuestra carne y sacando a luz pureza desde nuestro hombre interior. Él obra en nuestros corazones para sacar la ira, la amargura, el resentimiento y la maldad de todo tipo. Y produce en nosotros bondad, ternura y perdón hacia los demás. Él nos está haciendo crecer en Cristo, enseñándonos que todo lo que digamos y hagamos ¡debe ser digno de nuestro Señor!

Pablo compara nuestro crecimiento espiritual con el crecimiento de nuestros cuerpos. Dice que nuestras almas se nutren de la misma manera que nuestras articulaciones, músculos y ligamentos lo hacen. Él le llama a esto “(crecer) con el crecimiento que da Dios” (Colosenses 2:19).

Crecer en el conocimiento de la voluntad de Dios resulta en una "Así podréis andar como es digno del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios" (Colosenses 1:10). El conocimiento de Dios es la esfera o ámbito en el que el crecimiento espiritual se lleva a cabo. Nunca se produce en el vacío. El conocimiento de Dios para el creyente es como la lluvia y el sol para las plantas; continuamente crece y madura en nuestra vida espiritual a medida que crecemos en el conocimiento de él.

Recordemos que Cristo varias veces nos dijo que Dios enviaría al Espíritu Santo (Juan. 7:39; 14:16,17); y también nos dijo que íbamos a nacer de nuevo a través del Espíritu (San Juan 3:3). Y aún más, no solo nacemos espiritualmente a través del Espíritu, sino que también el mismo Espíritu nos va transformando en Cristo si nosotros se lo permitimos.

Dios quiere que tú y yo sepamos, que en medio de la tormenta, Él está a nuestro lado. Él está regando tu Espíritu; alimentando nuestras almas; echando raíces fuertes en nosotros; porque el Padre Celestial nuestro nos está preparando para una gran cosecha.

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