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El arzobispo de Antequera expresó su gratitud a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días

El arzobispo de Antequera, Oaxaca, México, Pedro Vásquez Villalobos, expresó su gratitud hacia a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos por su ayuda a los damnificados del huracán Agatha en Santa María Ozolotepec.

“Con profunda gratitud y a nombre de quienes viven en esas montañas, les digo, muchas gracias”, declaró el líder de la Iglesia de Católica. 

“Agradezco que hayan tendido la mano a nuestros hermanos. Dios los va a seguir bendiciendo al que es capaz de tender la mano”, agregó.

 El arzobispo Vásquez destacó la ayuda humanitaria de la Iglesia de Jesucristo como una característica de la caridad que esta religión tiene. 

“Que Dios los siga bendiciendo y socorriendo”, expresó el arzobispo. 

Por su parte, Gabriel Jerónimo Hernández, líder local Santo de los Últimos Días, declaró:

“Tenemos una gran responsabilidad y oportunidad de permanecer unidos en defensa de las cualidades de la vida pública y privada que reflejan la virtud y la moralidad, el respeto a todos los hombres y mujeres como hijos de Dios y la necesidad de civismo y cortesía en nuestros tratos”.

La donación de la Iglesia de Jesucristo fue entregada a Cáritas México, la cual será distribuida a las familias que han sido empadronadas y verificadas en necesidad.

El renacimiento de una pluralidad religiosa querida por Dios lleva necesariamente al diálogo interreligioso a descubrir que el otro creyente no es un enemigo sino un aliado, un hermano, un hijo de Dios. Y si la aceptación profunda de la realidad nos conduce al diálogo, este fructifica normalmente en una colaboración práctica en la mejora de nuestro mundo y una colaboración teórica de una ética mundial.

Debido a su conciencia de pueblo elegido, Israel juzga peyorativamente a las otras religiones. Los gentiles están bajo la cólera y el juicio de Dios y deben convertirse al Dios de Israel. En los profetas hay amenazas y juicios negativos sobre los paganos, su politeísmo y laxismo ético. Pero también en el A.T  se afirma la posibilidad de una auténtica experiencia religiosa en algunos paganos y la posibilidad de una religión natural.

El pueblo de Israel al sentirse liberado por Dios descubre a Dios como creador y reconoce unas alianzas anteriores a la de Moisés. La alianza con Adán, primera alianza universal, representa la alianza de Dios con la raza humana a través de la creación. La alianza con Noe es signo de alianza con toda la creación y símbolo de la persistencia del orden del cosmos (Gn 9). El pueblo de Israel reconoce que antes de Moisés se había manifestado Dios y establecido una alianza cósmica.

También el A.T reconoce que existen santos de las naciones antes de Israel (Abel, Henoc y Noé) y santos de las naciones extranjeras (Job, Lot, la reina de Saba y Melquisedec). La experiencia de Dios como Señor de todos los pueblos y único Dios fue cristalizando y desarrollando una visión abierta y universalista reflejada, por ejemplo, en algunos Salmos (33,119) en el cántico del siervo, en Jeremías y Ezequiel. Muchos textos exhortan a todas las naciones a la alabanza y a la unión escatológica. Estos textos son fruto de un largo proceso desde la monolatría al monoteísmo en los que las críticas de los profetas jugaron un papel fundamental. La conversión de las naciones en el libro de Isaías por ejemplo, implica dirigirse a Israel. Israel, por lo tanto, va tomando conciencia en esta época de la universalidad del plan de Dios.

En el A.T. también aparece una economía universal basada en la palabra, la sabiduría y el Espíritu. La palabra de Dios, en el génesis, es la realizadora de los designios divinos, de la creación y de la acción cósmica de Dios.

La sabiduría de Dios (Pr 8 y Sb 6,13) reflejo de la armonía divina, se manifiesta en la creación, en el desarrollo de la historia, en toda conducta perfecta, en la belleza y el orden humanos. El Espíritu de Dios (Gn 1,2 Sb 1,7; 11,24; 12,1) se muestra presente en la creación y recreación, en la historia de Israel y tiene una influencia universal (“”llena la tierra”) y esta presente en todos.

El propio Jesús de Nazaret aunque limitó su actividad a Israel (Mt 15,24) admite una fe salvifica en los paganos (el centurión, la mujer cananea, la mujer samaritana) y les promete una parte en el Reino de Dios en la reunión escatológica de las naciones. El juicio de Jesús sobre los gentiles no fue negativo como el de sus contemporáneos. El nazareno rechaza todo resentimiento y todo odio ante los romanos y samaritanos. Incluso afirma que los gentiles serán juzgados conforme a la caridad que hayan practicado con el prójimo (Mt25) y que incluso en el juicio saldrán mejor librados los habitantes de Ninive que los israelitas (Mt 12,41).

Karlt Rahaner con su teoría del “cristianismo anónimo” mantiene que cabe abrirse incoscientemente a la autodonación de Dios dentro de la propia tradición en la hondura de la existencia espiritual puesto que Dios ofrece la gracia de Cristo concretamente a la persona (que es el lugar de la autocomunicación de Dios en Jesucristo). Para este gran teólogo existe una presencia universal del ministerio de Cristo, no del cristianismo, accesible a cualquiera en cualquier situación histórica si se abre de alguna forma a la autocominicación de Dios que alcanza su punto culmen en Cristo. La historia del mundo es la de un mundo agraciado en todos sus rincones y épocas. La realidad y la humanidad están orientadas hacia Cristo. De ahí que la cristología sea el cumplimiento perfecto de la antropología.

La salvación alcanza anónimamente a través de las otras tradiciones religiosas a las personas debido al carácter social de la vida religiosa. Las religiones, por lo tanto son configuraciones legítimas del cristianismo anónimo.

“En nuestro tiempo la esposa de Cristo prefiere usar de la medicina de la misericordia más que de la severidad. Piensa que hay que remediar a los necesitados mostrándoles la validez de la doctrina sagrada más que condenándolos”. Además, en actitud de apertura a los nuevos lenguajes de la humanidad recordaba que una cosa es la sustancia del “deposito de la fe” y otra la manera de expresarlo.

Este Espíritu de diálogo hizo que la iglesia en el concilio tomara conciencia de su identidad con profunda humildad y apertura y reconociera que la Iglesia, en el curso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina. Hasta que en ella se cumplan las verdades de Dios. La Iglesia deja de ser propietaria exclusiva de la verdad para ponerse en camino hacia la verdad. Esto supone dejar de lado toda posesión estática y plenitud presente. Con el concilio también los conceptos teológicos se comprenden de forma más abierta. La tradición se concibe  cómo algo vivo y en crecimiento; la iglesia como comunidad de fe, de esperanza y de caridad que no tiene otro anhelo “que de servir con creciente generosidad y con suma eficacia a los hombres de hoy (Gadium et Spes 93).

Sólo Dios salva. Sólo Dios establece los caminos de salvación. La salvación es el destino universal pensado por Dios  PARA TODOS. Por eso la vocación del hombre es divina. Las religiones son canales, caminos o medios del poder salvador de Dios.

Los cristianos creemos que el “Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este ministerio pascual” (Gadium sepes 22). La unidad de la raza humana en su origen y destino proporciona derechos incuestionables a toda persona basados en la igual dignidad de todos y proporciona una única meta última, que es la comunicación con el Dios Uno y Trino, al que tienden las personas a través de diversos caminos religiosos. Por eso Rahner consideró a las religiones hasta cierto punto legitimas y halló en ellas elementos de verdad y gracia.

Puesto que el Espíritu Santo opera en todas las dimensiones del universo también tenemos que reconocerle en los impulsos de diálogo. En una atmósfera de animosidad provocada por la injusticia y la violación de los derechos humanos, el diálogo significa impotencia y vulnerabilidad. Desde una posición de debilidad, uno puede comunicar verdaderamente la propia confianza en el otro.            

Dialogar significa abrir el corazón y expresar el propio pensamiento con ánimo y respeto. Pero, como lo ha demostrado la experiencia el Espíritu se ha servido precisamente de la impotencia y la vulnerabilidad para llevar al perdón reciproco y a la reconciliación entre individuos, familias y comunidad...

El diálogo requiere una profunda espiritualidad que hace al hombre capaz como hizo Jesucristo, de perseverar en su fe en el amor de Dios también cuando todo parece desmoronarse. El diálogo, en fin, requiere una entrega total de sí mismo a imitación de Cristo. De ahí que la espiritualidad cristiana sea en el fondo una espiritualidad del diálogo “se debería escuchar ante todo a Dios y a Cristo antes de escuchar al hombre, y continuar escuchando mientras se escucha al hombre, Cristo es continuamente nuestro maestro y nuestro modelo; contemplándole, escuchándole, uno se pregunta sin cesar: ¿cómo ve Él al otro? ¿Qué es lo que El desea dar a este hombre? ¿Y que le ha dado ya antes de este encuentro?

Las otras religiones no pueden ser presentadas como las fuerzas del anti-reino.

El vaticano II presenta las religiones como una preparación del Reino de Dios. Puesto que en todas las tradiciones religiosas se encuentran los valores del Reino de Dios como frutos del Espíritu, podemos concluir que a través de esos valores hay en ellas una buena voluntad por acercar la venida del Reino.

La iglesia puede aprender de los símbolos religiosos de las religiones que son un autentico potencial de liberación-salvación y muchos seres humanos expresan sus deseos de liberación-salvación en el lenguaje de las religiones.

 

               

 

 

 

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