El poder del Espíritu Santo en la Iglesia
El Espíritu santo hizo que las vidas de los primeros
cristianos fueran limpias en una civilización corrupta. Un gozo interior lleno
de paz los hacia cantar y adorar a Dios cuando eran encarcelados y golpeados
por la causa del Señor.
Ellos tenían un
mensaje poderoso y lo daban con convicción de poder y testimonio personal. Sabían
lo que estaban hablando. Hablaban con
sabiduría, valor arrojo y valor propio. Un poder que convencía. ¡Ellos poseían una fe poderosa! Sabían que
Dios estaba con ellos y que obraría a través de ellos como lo había prometido. Por ello en
el nombre de Jesús hacían que los paralíticos caminaran. Oraban y ocurrían
milagros. Multitud de pecadores regresaban a Dios.
Este poder hizo que los primeros cristianos fueran testigos
tal como Jesús lo había dicho. Tenían la osadía el deseo urgente de contar a
todas las gentes acerca de Jesús. Tenían que cumplir una misión. Ir de pueblo
en pueblo y de nación en nación. Se habían propuesto dar las Buenas Nuevas de Salvación a cada
hombre y mujer.
Este es el modelo de poder de la Iglesia primitiva. Su poder
lo recibieron del Espíritu Santo, quien
los llenó y obró a través de ellos.
Lo que ellos hicieron fue el resultado natural de vidas llenas de Espíritu. La
Palabra de Dios cuenta las experiencias de los primeros cristianos en detalle
porque es el modelo para los cristianos de hoy.
Todos los evangelistas ponen de relieve la existencia de una
continuidad dinámica entre Cristo y la Iglesia. Es la continuidad del plan de
gracia de Dios, consumación de lo que había sido prometido con anterioridad. Esta
continuidad aparece reflejada en la obra de san Lucas.
Nos lo presenta el autor bajo el signo del Espíritu Santo. El Espíritu que suscitó
a Jesús en el seno de María, dará a luz la Iglesia; al igual que condujo a Jesús
en su ministerio después de la unción en el bautismo, anima al apostolado “desde Jerusalén hasta los confines de la
tierra”
Para los Hechos de los apóstoles, el Espíritu Santo es
esencialmente el principio dinámico del testimonio que asegura la expansión de
la iglesia. Jesús ha anunciado esta venida como un poder (Griego: δυναμις [dunamis] (Sustantivo femenino). Fuerza,
capacidad, poder. ) Que haría testigos llenos de confianza (la iglesia como un bautismo no
de agua, sino de Espíritu Santo.)
Pablo dice que la iglesia de Tesalónica soportó la pérdida
de sus casas y posesiones, todas sus pertenencias. Sin embargo, estos creyentes
no fueron tambaleados por la experiencia. Él atribuye su fuerza al poder del Espíritu Santo: “Pues nuestro
evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre,
como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. Y vosotros
vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en
medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo” (1 Tesalonicense 1:5-6).
El evangelio de
Jesucristo no conoce impedimentos ni trabas. No importa cuál sea la
oposición que viene del mundo. Nada – ni
el secularismo o ateísmo—es un obstáculo para el evangelio. Dios dice: “Tú
puedes pensar que ves obstáculos ante ti, pero yo no veo ninguno. Yo no necesito dinero ni ejércitos para
cumplir mi plan. Necesito, para llevar a cabo mi obra, solamente un simple y humilde siervo. Y lo haré en los lugares más
pequeños, y más oscuros, usando a la más insignificante gente de la sociedad.”
Estamos viviendo en esos últimos y terribles días ahora
mismo, y las señales están por todas partes. Los valores de la familia desapareciendo por completo.
Fijémonos en la iglesia de hoy, observemos a sus “funcionarios expertos de expertos” entrenados,
miremos a sus dirigentes. ¿Hacia dónde
se dirigen la mayoría de ellos? ¡De regreso al desierto, de regreso a Egipto, el bocón! Se están desviando del Hombre de Galilea, del oprobio de la cruz, del
poder de la oración, de la fe y de la palabra de Dios. “Porque este es pueblo
rebelde… que no quisieron oír la voz del Señor” (Is. 30:9).
Tenemos
expertos que nos dicen como recaudar dinero, que nos llenan de rituales
vacíos, preocupados por la decadencia de
sus seminarios, más expertos y más consejo, muchos de los cuales incorporan las
enseñanzas de este mundo. Quieren aprender como hacer las cosas mejor, ¡pero a
Jesús se le conoce menos! Ya no es el
centro de todo, hacen las cosas en su nombre y están muy ocupados, muy
comprometidos y trabajan mucho, pero quedan cansados, consumidos y vacíos,
porque están en el camino a Egipto. Están encauzado en la dirección equivocada.
La iglesia apóstata no quiere saber nada de las visiones y
las profecías de hombres justos. Ellos no
quieren un mensaje que moleste o perturbe su mundo de éxito. Rechazan cualquier clase de corrección.
Bajo la bandera del amor todo se disculpa.
En medio de todo
esto: ¿Qué dice Dios del porvenir de su
iglesia?
Sabemos que el Señor no permitirá que alguna de tales fuerzas
impidan su evangelio. Sí, el mensaje de la Cruz va a triunfar antes que Cristo
vuelva.
Si este mensaje te
asusta o te molesta , ¡es mejor que escudriñes tu corazón! Este no es un
mensaje de condena o de tristeza para los vencedores. Aquellos que confían
completamente en el Señor se regocijarán, ¡porque el día de nuestra redención
se acerca!
Es esto lo que dice la Biblia José Carlos, efectivamente.
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